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El escándalo de Volkswagen saca a relucir los estrechos lazos de la industria con los políticos alemanes

Un incono de la industria

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Un autobús Volkswagen ebn el Museo Porsche, en el circuito de Laguna Seca, en California (EEUU). REUTERS/Michael Fiala

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BERLÍN.- Ángela Merkel aprendió temprano en su carrera política que enfrentarse a la industria automotriz alemana tiene riesgos. En 1995, la recién llegada ministra de Medioambiente estaba tratando de convencer a sus colegas en el gabinete de una serie de medidas audaces contra la contaminación del aire que incluían límites más estrictos de velocidad y restricciones a la conducción en verano.

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Mucho ha cambiado en estos años. Merkel está ahora en su tercer período como canciller y Wissmann encabeza la Verband der Automobilindustrie (VDA), el influyente grupo de presión del sector automotor alemán. Pero hay algo que se mantiene, la influencia de la industria automotriz en la política alemana.

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La canciller Angela Merkel charla con el presidente de la patronal de la industria del automóvil alemana (la VDA, según sus siglas en inglés), Matthias Wissmann. REUTERS/Kai Pfaffenbach

No hay señales de que los políticos alemanes estuvieran al tanto de que Volkswagen (VW) manipulaba los resultados de las pruebas de emisiones a motores diésel. Merkel y sus principales ministros han expresado sorpresa e indignación por las revelaciones y han llamado a VW a aclarar pronto el asunto. Pero las autoridades alemanas y de otros lugares de Europa han sabido por años de la amplia brecha entre los valores oficiales de emisión en los laboratorios de pruebas y los que se presentan en el mundo exterior.

Se ha permitido a los fabricantes alemanes hacer lo que quieran y sin miedo a las represalias de Berlín

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Los críticos dicen que Berlín libró hace dos años una dura batalla para blindar a sus fabricantes de automóviles de un escrutinio más riguroso, en un choque muy notorio con sus socios europeos, por los objetivos de emisión. Merkel defendió las posiciones del sector como necesarias para proteger el empleo.

Un incono de la industria

Hay buenas razones por las que Berlín se pone del lado de sus automotrices. La industria emplea a más de 750.000 personas en Alemania, es un símbolo para la ingeniería del país y hace que otros sectores se vean pequeños. En 2014, las tres grandes automotrices (Volkswagen, Daimler y BMW) sumaron ventas de 413.000 millones de euros, más que el presupuesto federal alemán.

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Conflicto por las emisiones

Merkel no tiene vínculos directos con las automotrices, pero su percepción ha cambiado desde que fue ministra de Medioambiente de Helmut Kohl. En 2009, meses antes de competir por un segundo mandato, se empeñó en un controvertido rescate del fabricante alemán Opel, en contra del consejo que le dio su ministro de Economía, quien sostenía que debía dejar que la unidad de General Motors entrara en bancarrota.

Motores Volkswagen diesel TDI amontonados en un desguace en Bosnia-Herzegovina. REUTERS/Dado Ruvic

Los críticos dicen que doblegándose ante los grandes fabricantes de coches y atendiendo a sus advertencias sobre los objetivos más ambiciosos de emisión, Berlín involuntariamente ha desalentado la innovación y ha perjudicado las perspectivas del sector en el largo plazo. Alemania va con retraso respecto a vehículos eléctricos y en general no se espera que cumpla el objetivo de vender 1 millón de éstos a final de esta década.

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