Este artículo se publicó hace 2 años.
¿Es el diésel la próxima bomba energética? Un cúmulo de factores revela un mercado a punto de estallar
Una concatenación de acontecimientos ha irrumpido para situar al diésel, el carburante fósil de la industria por antonomasia, en el ojo del huracán de la crisis energética. En especial, en Europa. Este decálogo explica la inercia del galope de otro caballo de Troya que invade el viejo continente desde Rusia.
Madrid-Actualizado a
La invasión rusa de Ucrania no justifica en su totalidad el triple salto mortal con tirabuzón de la cotización del diésel, que se ha encaramado a su cota histórica a una velocidad inusitada. Pero ha contribuido decididamente a catapultar su precio de venta al público. La IEA, la Agencia Internacional de la Energía, institución nacida en la década de los setenta tras la crisis del crudo para, en teoría, garantizar el normal funcionamiento del mercado -el tan manido equilibrio entre oferta y demanda que debe surgir a través de la mano invisible que mece el sistema capitalista-, ha sido contundente a la hora de valorar un segmento, el del gasóleo, condenado al ostracismo por las hojas de rutas verdes instauradas en Europa, EEUU y otras latitudes industrializadas, en mayor o menor medida, para combatir el cambio climático, y poco habitual en sus diagnósticos.
Pero la vorágine del encarecimiento de un combustible de alto consumo social e industrial -y que ha sobrepasado a la gasolina, un hecho insólito- ha obligado a la IEA a intervenir en el debate y, a modo de síntesis, revelar que las tensiones de suministro existen, que se conjugan con una caída sustancial de los inventarios y que el conflicto armado en Ucrania es la principal causa, si bien no la única ni la que ha ocasionado su posterior escalada de precios porque las distorsiones, como en el resto del entramado energético, ya se vislumbraba desde el otoño pasado.
La escalada de precios ya se vislumbraba desde el otoño pasado
Este decálogo de factores y de riesgos concatenados desvela la tormenta perfecta desatada en el negocio del diésel en plena sucesión de réplicas del tsunami energético global.
1.- Francia, primer importador mundial, emitió la primera señal de alerta. Fue el pasado 7 de marzo, dos semanas después del inicio de las hostilidades bélicas en Ucrania. El diésel superaba el precio de su rival de consumo, la gasolina, por primera vez en la historia económica gala. Unas fechas más tarde ocurría lo mismo en otros socios europeos, incluida España. Su coste despuntó en los mercados del norte de Europa a sus niveles más altos en casi tres décadas. El Elíseo achaca el sobreprecio a problemas de suministro de Rusia desde la invasión de su país vecino.
2.- Tensiones en el flujo del diésel en Europa. Una teoría asumida por la IEA. Su analista para el mercado de refinos, Kristine Petrosyan, admite obstrucciones tanto en el diésel como en el de la gasolina, pero los intermediarios elevan el riesgo sobre el primero, porque temen que Rusia pueda decretar interrupciones de suministro a sus clientes europeos que compran masivamente diésel a compañías rusas. La guerra en Ucrania ha agudizado las tensiones. No hay evidencias de que se vaya a elevar la oferta en el mercado, asegura Petrosyan.
3.- ¿En qué medida ha subido este carburante? En las latitudes septentrionales de Europa logró un registro de 1.369,5 dólares por tonelada en el transcurso del primer mes de contienda militar, según ICE Futures Europe, con una prima de riesgo -es decir, de garantía de suministro- de 85 dólares por tonelada, un recorrido alcista que no se producía desde 2008, al inicio de la crisis financiera. Y en las últimas semanas ha superado la barrera de los 1.600 dólares con un impuesto revolucionario -o comisión de garantía de entrega- por encima de los 400 dólares, un 25% de su valor.
4.- Racionamientos por la incertidumbre militar y geopolítica. Palabra de Vitol, quizás la más importante empresa comercializadora de energía, con sede en Róterdam. Russell Hardy, su director ejecutivo, explicó hace unos días en una conferencia sobre materias primas organizada por Financial Times que el suministro de gasóleo era el aspecto "más preocupante" del mercado energético en estos momentos. "Hay un déficit sistémico", según definió Hardy, que aseguró no descartar la opción del racionamiento de este derivado del petróleo. Incluso si las refinerías se afanan en elevar su producción en las próximas semanas. Europa depende del abastecimiento tanto de Rusia como de los países del Golfo Pérsico y en EEUU también se ha dejado sentir esta ralentización del suministro.
5.- El rally alcista del petróleo es pernicioso, pero la crisis del diésel todavía más. Esta lectura es de Javier Blas, analista de energía de Bloomberg, en una reciente tribuna de opinión en la que identifica el diésel como el caballo de trabajo de la economía global, en alusión a su uso masivo en la industria, la agricultura, pero también en los hogares y en las empresas. La alerta surge de que las compras nacionales suelen ser de crudo, no de productos como el diésel o la gasolina y ahora, en el mercado, "no hay mucho diésel que poder adquirir".
Es otro nuevo cuello de botella para la actividad de camiones, grúas, barcos mercantes, maquinaria o trenes o industrias como la del transporte o la construcción, cuyos costes adicionales volverán a alimentar la inflación en sus rúbricas energéticas y alimenticias, porque el traslado de los gastos redundará en el precio de la cesta de la compra. EEUU no está exenta de esta nueva espiral del diésel, que se paga por encima de los 5 dólares por galón. Ni en Reino Unido (a más de 1,70 libras por litro o más de 8,5 por galón). Como tampoco en Europa, donde sus refinerías, además, utilizan gasoil para producir hidrógeno.
6.- Una cuestión de inventarios. El grifo regulatorio del diésel también está controlado desde la OPEP+ con socios como Nigeria y Angola admitiendo su incapacidad para añadir más producción al mercado y otros como Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos (EAU) barajando una elevación de sus cuotas, pero con mayores dosis de sulfuros. Es decir, más contaminantes. Antes del inicio de la invasión rusa de Ucrania, los stocks de gasóleo en EEUU y Europa habían caído hasta niveles preocupantemente bajos. En el mercado americano, hasta registrar su punto más bajo de los últimos 16 años. El triángulo petrolífero que configuran las ciudades de Amberes, Rotterdam y Ámsterdam (ARA, según sus siglas) y del que depende el abastecimiento en el norte y centro de la UE situaron sus inventarios en su escala más reducida en 14 años.
7.- Alta dependencia de Rusia, también en este combustible. El conflicto en Ucrania ha sumido al diésel en un escenario especialmente sombrío. Europa es la región con mayor déficit de diésel y la oferta que llega a sus mercados dependen masivamente de Rusia. De los casi 1,4 millones de barriles diarios de gasóleo que importó Europa en 2019, casi la mitad, 685.000, procedían de exrepúblicas soviéticas, de forma masiva de Rusia y todas ellas dentro del círculo de influencia del Kremlin. Y la cotización en Europa resulta determinante para establecer el precio en el resto del mundo. Las entregas de diésel ruso son especialmente efervescentes en los puertos del norte del continente; muy en concreto, en el de Hamburgo. En alguna sesión posterior al comienzo de las hostilidades en Ucrania, la prima de riesgo se ha pagado 100 veces por encima de su tributo habitual.
8.- El triple contagio: empresas, mercados nacionales y la industria del biodiésel. El problema añadido en Europa es que no sólo importa diésel de Rusia, sino también crudo semiprocesado con el que terminan de elaborar el gasóleo en las refinerías. Y algunas de las petroleras, como la angloholandesa Shell, ya han avisado de que restringirán sus suministros mayoristas, dando pábulo a la posibilidad de racionamientos. Porque sus inventarios están garantizados para unos 40 días. Las alarmas todavía no suenan en estaciones de servicio, pero consultoras como OilX se atreven a pronosticar "un riesgo real de cortes de suministro del diésel en Europa".
Este mes de abril será crucial para comprobar la credibilidad de estos negros augurios
Este mes de abril será crucial para comprobar la credibilidad de estos negros augurios. A no ser que China se decida a incrementar su capacidad de refino y salir al rescate. Al igual que Arabia Saudí. Aunque en Europa hay otra incógnita por despejar, ya que totaliza la tercera parte de la producción de biodiésel y las exportaciones de vegetales oleaginosos de Ucrania están paralizadas por la guerra y podría obligar a los gobiernos a adquirir un papel más activo para paliar sus efectos.
9.- ¿Qué países europeos son los más expuestos a cortes de suministro o racionamientos? Los 40 días de inventarios garantizados obligan a agudizar el ingenio. Al igual que el 20% de compras totales de Rusia. Las petroleras -especialmente las supermajors- han iniciado contactos para las llegadas, a Europa y EEUU, de mayores contingentes de diésel desde Oriente Próximo y Asia. Si bien, entretanto, han reconocido menores entradas en mercados como el alemán. Finlandia y Dinamarca son los que más stock acumulado poseen, tanto para la industria como para consumo público. España ocupa una posición intermedia. Por encima de Italia y Alemania y por debajo de Francia.
10.- La escasez del diésel es un atentado contra la neutralidad energética. La batalla de precios de las materias primas, energéticas, metálicas y agroalimentarias "es una estaca en el corazón de la sostenibilidad". Así lo cree Antonio Turiel, doctor en Física Teórica e investigador del CSIC. En su prolífico blog The Oil Crash viene advirtiendo de la crisis del diésel y, de alguna manera, coincide con el diagnóstico de Jeff Currie, estratega jefe de Goldman Sachs, para quien la crisis energética que asola Europa y el mundo desde el otoño pasado no es sino la "revancha" de la vieja economía fósil contra las fuentes renovables para frenar los avances hacia las emisiones netas cero de CO2. Para Turiel, se avecina "una crisis del diésel que podría notarse este mes de abril".
La batalla de precios de las materias primas, energéticas, metálicas y agroalimentarias "es una estaca en el corazón de la sostenibilidad"
Porque -asegura Turiel-, las petroleras han dejado de extraer desde 2014 y que la cota álgida de producción se alcanzó en 2018. Aunque es un tema sobradamente conocido, arguye: "En 1999 dos geólogos publican un artículo en la revista Scientific American titulado El fin del petróleo barato en el que predicen que el máximo de extracción se produciría en un plazo de 10 años y que a partir de entonces se podría extraer, aunque cada vez más caro". Un contratiempo que ya dañó la economía global en 2008, cuando se registró su máxima cotización -147 dólares el barril- justo unos meses antes de la quiebra de Lehman Brothers. Desde entonces, las petroleras "han descubierto que ya no pueden seguir amasando cada vez más dinero con este negocio".
En Sri Lanka han llegado al punto de colisión. Sus autoridades han apagado luces y semáforos de las vías públicas para ahorrar electricidad y la isla, de 22 millones de habitantes, sufre cortes de 13 horas, además de haber tenido que acudir a préstamos de medio millón de dólares para asegurarse el abastecimiento de diésel por barco desde su vecina India.
En España, el precio de la gasolina y el gasóleo se abarató la semana pasada más de un 10% por el descuento obligatorio. Con el diésel manteniendo el paso de las subidas, a pesar de que su importe medio descendió 19 céntimos, aún por debajo de los 20 céntimos de rebaja que aprobó el Gobierno. En un promedio de 1,647 euros por litro, un 10,4% más barato que en los siete días precedentes, cuando llegó a marcar su máximo histórico, según el Boletín Petrolero que edita la UE.
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