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¿Un diamante es para siempre? Su mercado se tambalea: caen su extracción y sus precios

La industria del diamante atraviesa una época de vacas flacas. Pese a la escalada de las grandes fortunas, sus precios están en caída libre. Entre otras razones, por los descensos de sus cuotas de extracción. Pero también porque sus inventarios no se reducen. Las dificultades se acumulan en el horizonte próximo en un mercado, el del lujo, que ha sobrevivido con holgura en el ciclo heredado de la crisis de 2008.

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Un monitor de televisión informa de la nueva rebaja de tipos en EEUU, en el patio de negociación de la Bolsa de Nueva York, en Wall Street. REUTERS/Brendan McDermid

madrid,

El mercado del diamante no está para celebraciones. “Está viviendo un año tórrido”, explica Ben Davis, analista de Liberum, en un reciente informe de esta consultora al describir la travesía del desierto por la que, según su opinión, pulula el negocio del lujo por excelencia. Y no tiene visos de que cambie de tendencia a corto plazo, aclara Davis. “Porque el relativo optimismo reciente en el clima inversor en torno a una reactivación productiva tras los sucesivos recortes extractivos en las minas y sobre la paulatina liberación del stock acumulado de esta piedra preciosa, los seis meses venideros serán muy tensos en los mercados”, dice el diagnóstico de Liberum.

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De hecho -advierten sus analistas- esta industria, con no pocos intermediarios, desde bancos a traders que se han acostumbrado a notables retornos de beneficios por unir los vínculos entre la extracción minera de diamantes, actividad focalizada en África mayoritariamente, hasta las lujosas joyerías de Nueva York, Londres, Zúrich o Hong-Kong, está sometido a demasiadas fuerzas de choque. Y todas ellas están impulsando a la baja su cotización. Porque, entre otras razones, no hay señales de disminución de los inventarios acumulados. Un clima sombrío para el sector, que ha pasado factura al valor de firmas mineras como Gem, Lucara o Petra y que ha afectado, por contagio, a la gran multinacional del sector, De Beers, que se ha visto en la obligación de reducir, en un 5% de media, el precio de sus ofertas el pasado mes de noviembre y a aumentar el presupuesto asignado a promociones para apuntalar la titubeante demanda.

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A fallback.

La salida del stock de diamantes “sólo acabará si el sector consigue mejorar sus márgenes de beneficios con aumentos de precios del producto final, si se mantiene la calidad del pulido y de la calidad de las joyas elaboradas con la piedra preciosa por excelencia y, para ellos, necesitan estrategias de diversificación de mercados”, dice Davis, quien apunta a países como India como destino a explorar, en una entrevista a Bloomberg. Olya Linde, socia de Bain, una compañía de intermediación en el negocio de los diamantes, añade otras líneas de actuación prioritarias en el portal Rapaport. “Hay que reinventarse”.

El mercado -explica- demanda venta a la carta, con catálogo, e intensificar el e-commerce. Táctica arriesgada, pero conveniente, para un sector que está acostumbrado, cultural e históricamente, a la venta directa en áreas elitistas de grandes ciudades y a través de firmas de joyería de alto standing. Porque la debilidad de la demanda y la escasez de materia prima por los descensos -y cierres- de la actividad minera han recortado los ingresos. Las ventas de diamantes pulidos se reducirán entre un 10% y un 15% al término de este ejercicio y los márgenes de beneficios de las empresas, entre un 2% y un 3%, anticipa un estudio de Bain. En este contexto, también se ha producido una restricción de la financiación de los bancos, que se ha contraído en 5.000 millones de dólares, el 30%, desde 2013, algo más de 2.000 de ellos, en el último bienio. “Sin una corrección de los inventarios que conceda más flujo de caja a las empresas, su capacidad financiera se resentirá en los años venideros”, alerta Linde.

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De Beers pierde dinamismo en ventas

Por si fuera poco, los augurios para los próximos dos ejercicios no son nada halagüeños, con una perspectiva de caída de diamantes en bruto del 8% y con augurios de recesión global sin signos claros de reactivación más o menos inmediata. Ha sido, para los analistas del mercado, la puntilla que ha llevado a De Beers a rebajar sus precios. También a un recorte de ingresos a sus grandes intermediarios, generalmente familias de alto poder adquisitivo de Bélgica, Israel e India además de a firmas subsidiarias de Tiffany o Graff, que también están pasando por el aro y han reducido sus márgenes de rentabilidad por la acumulación de piezas de diamantes en stock. El segmento de este mineral es el más vulnerable dentro de la industria del lujo. Porque el de zapatos o el de resort vacacionales han logrado reinventarse y mantener el pulso de sus facturaciones. Desde De Beers, sin embargo, matizan el panorama y insisten en que la demanda de esta joya ha subido un 2,4% y, en el mercado estadounidense, donde se venden casi la mitad de los diamantes, se ha incrementado en un 4,5%. La multinacional sudafricana realiza diez subastas cada año en la capital de Botsuana, Gaborone, en las que los compradores -conocidos como sightholders- están obligados a aceptar el precio y la cantidad de diamantes que ofertan. Un modelo vigente desde la década de los noventa del siglo pasado y que, teóricamente, sirve de beneficio mutuo a las empresas mineras y a los consumidores, que también hipotéticamente, reciben descuentos en los precios.

De Beers, en cualquier caso, se ha decantado por aplicar flexibilidad en los últimos meses en las condiciones de pago por las operaciones de compraventa que gestiona, aunque no le ha servido para revertir la tendencia del mercado. Porque ha vendido por debajo de los 300 millones de dólares, cota desconocida desde 2016. El escenario es igual de complejo para su gran rival, Alrosa, grupo ruso de extracción de minerales. Principalmente, diamantes, que se está viendo perjudicado por la actitud de espera de los compradores de este artículo de lujo; sobre todo, de la clase media, sometida a una pérdida de capacidad adquisitiva en la práctica totalidad de las latitudes del planeta.

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La industria del diamante, que moviliza 17.000 millones de dólares anuales, también soporta un cierre gradual de minas y los efectos de la volatilidad de sus precios en enclaves donde se corta, moldea y pulen los diamantes como Ahmedabad, en India. El complejo minero de Argyle, en una región remota del oeste australiano, es el responsable de la puesta en el mercado, en el pasado año, de 15 millones de quilates de diamantes de los 145 millones que registró la producción total podría poner el cartel de quiebra en 2020, según su matriz, Rio Tinto. Tendencia que se propaga por las minas africanas y que llevó a mediados de año, en julio, a De Beers, a reconocer que sus ventas cayeron un 53% en términos interanuales. Y que interrumpe una fase de cierta bonanza, tras la crisis de 2008, en la que la demanda de diamantes creció en economías boyantes como la china y que tuvo 2011 como ejercicio álgido de dinamismo. Desde entonces, está en descensos anuales. Con agravantes como la pérdida de financiación, que ha ahogado a pequeñas empresas del sector, y casos judiciales de fraude, como los que se han sucedido en India. Un informe del banco holandés ABN Amor, habla de “indigestión en el mercado” por los daños derivados de las restricciones crediticias, del desequilibrio entre una oferta y una demanda a la deriva y de las tensiones geoestratégicas y de rentabilidad en las tareas de extracción. “El impacto afecta por entero a todos los parámetros del negocio”, enfatizan sus analistas.

Esta tormenta casi perfecta en un mercado al que se le otorga un valor de 87.310 millones de dólares, a precios corrientes, en 2018, tendrá casi imposible alcanzar el crecimiento de crucero previsto a comienzos de este ejercicio, y que hablaba de alzas del 3% anuales hasta 2030. Pese a que compañías como las chinas Henan Huanghe Chirlwind o Sino-Crystal, se han especializado en manufacturas industriales de diamantes. Destinados a sectores tan diversos como el de la construcción, la maquinaria o el de la exploración y extracción de combustibles fósiles.

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Rusia, Botsuana, República Democrática del Congo (RDC), Australia, Canadá, Zimbabue, Angola, Sudáfrica, Namibia y Sierra Leona son, por este orden, de mayor a menor, los diez productores de diamantes más importantes, tanto por volumen como por precios.

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