Este artículo se publicó hace 2 años.
El BCE y la banca se pelean por una factura de 2.500 millones que acabarán pagando los clientes
El Banco Central Europeo prevé volver a cobrar intereses a las entidades financieras por el dinero que les presta, una medida que amenaza con aumentar la presión financiera sobre familias y empresas.
Zaragoza-Actualizado a
Las nuevas condiciones de los préstamos del Banco Central Europeo (BCE) a las entidades financieras que van a entrar en vigor a finales de este mes "se van a traducir en que van a subir los tipos de interés de las nuevas operaciones" de crédito para familias y empresas, pronostica Julio Rodríguez López, expresidente del Banco Hipotecario y miembro de Economistas Frente a la Crisis (EFC). "Varios millones de hogares van a sufrir las consecuencias de esa subida", añade.
El cambio de normas afecta al llamado TLTRO III (Operaciones de Refinanciación a Largo Plazo con Objetivo Específico, por sus siglas en inglés), una de las herramientas de política monetaria habilitadas por el BCE para dotar de liquidez a los bancos de la eurozona durante la pandemia.
Esta modificación fue anunciada por el BCE hace unos días en el mismo comunicado en el que confirmaba la nueva subida de los tipos de interés para los clientes de los bancos hasta el 2%.
Este instrumento ha supuesto el trasvase de 2,071 billones de euros a los bancos europeos -280.000 de ellos a los españoles, según las estimaciones de Funcas- a un interés de entre cero y -1% (hoy, -0,5%) para que estos lo canalizaran hacia el tejido productivo y comercial mediante préstamos.
A ello se añadía una hucha que permitía a esas entidades obtener rentabilidades de hasta el 1,5% (ahora es un 0,75%) por depositar sus fondos en el propio BCE y en el que la banca española mantiene aparcados 169.025 millones.
Con las nuevas normas, esos volúmenes de dinero le supondrían a las entidades financieras españolas una factura de en torno a 2.500 millones de euros, según las estimaciones del economista Carlos Sánchez Mato.
Y esa factura, según coinciden todas las fuentes consultadas por Publico, van a acabar pagándola los clientes de los bancos, ya sea a través de una mayor subida de los tipos de interés o con un aumento de las ya de por sí crecientes comisiones. Dicha subida de tipos ya les ha reportado unas ganancias netas extraordinarias de casi 1.400 millones de euros en los primeros dos meses de descongelación.
"El BCE pagaba un 1% por coger el dinero y un 1,5% por dejarlo en la ventanilla de al lado y eso afecta a más de dos billones de euros en la UE", explica Sánchez Mato, que pronostica que "el margen de interés de los bancos [la diferencia entre lo que cobra por los préstamos y lo paga por los depósitos] va a crecer en los próximos meses" por este motivo, es decir, porque ese aumento de costes para acceder a la financiación va a ser trasladado por las entidades financieras a sus clientes y usuarios
El BCE quiere cobrar más a la banca pero rechaza aplicarle un impuesto
Las mencionadas nuevas condiciones son bautizadas como "recalibrar" en la jerga de las autoridades monetarias, que las justifican como unas medidas para tratar de combatir la inflación, desbocada en el conjunto de Europa y algo más atenuada en España. Tales condiciones consisten, básicamente, en aplicar a partir del 23 de noviembre a las "operaciones TLTRO" un interés equivalente al promedio de "los tipos de interés oficiales del BCE aplicables" hasta la fecha de devolución de las inyecciones.
Esa medida, que será evaluada "periódicamente" en función de sus efectos en los precios, se combina con la oferta de "fechas adicionales para los reembolsos anticipados voluntarios" a los bancos, que podrán devolver las inyecciones a partir del 16 de noviembre para evitar esas penalizaciones. La fecha inicial de devolución, trimestral, era el 7 de diciembre.
Cualquiera diría, en este contexto, que el BCE ha decidido hacerse con una porción del pastel de multimillonarios beneficios que le ha generado a la banca comercial con la subida de tipos de interés, cuyo objetivo declarado es el de aplacar la inflación aunque sus principales paganos están siendo familias y empresas.
De hecho, el posicionamiento del BCE frente al futuro impuesto español a los beneficios extraordinarios de la gran banca apunta en esa misma dirección: subirle la tarifa que grava el dinero con el que opera resultaría positivo el sistema mientras que aplicarle un tributo para dedicar la recaudación a políticas redistributivas podría poner en peligro su viabilidad.
Con los números en la mano, el BCE, que además insta a las entidades a cargar el coste del tributo a sus clientes, viene a sostener que cobrarle él 2.500 millones de euros a la banca española este año sería procedente mientras que recaudar a su costa 1.500 millones en un año, mil menos, le expone a graves consecuencias.
Los tres grandes bancos españoles estudian adelantar la devolución
El anuncio del BCE ha provocado varios movimientos en el sector bancario español. Santander se plantea devolver sus 88.000 millones de euros "si las condiciones cambian y ya no es atractivo mantenerlas", ya que dispone de "suficiente liquidez para pagarlas prácticamente en su totalidad antes de fin de año", según señaló a Reuters su vicepresidente, José Antonio García Cantera.
Los responsables de CaixaBank y de BBVA se pronunciaron en términos similares, mientras en Europa Deustche Bank se mostró crítico con la decisión del BCE. Las dos primeras entidades disponen de un volumen de fondos similar al de Santander. Además, entre los tres suman más del 85% de los que posee la banca española.
Ese cambio de estrategia les supondrá pasar a acceder a una financiación en condiciones menos ventajosas que las actuales, algo que previsiblemente tendría repercusiones en el coste de los créditos y de los servicios para sus clientes, salvo en el hipotético caso de que renunciaran a una parte de sus márgenes de intereses y/o de sus beneficios.
"Los bancos se han estado beneficiando de unas líneas de financiación muy cómodas del BCE, que incluso llegaba a pagar por mantener los fondos. Las condiciones eran excepcionales, porque aportaba dinero, e incluso pagaba, si esa liquidez se usaba para prestar", anota Rodríguez.
Este experto resume la decisión del Banco Central Europeo de una manera gráfica: "Supone quitarle a la banca un chollo que ha tenido durante varios años. Les prestaba para que prestaran y ahora va a reducir esa ayuda".
Los dos economistas coinciden en que, en cualquier caso, las nuevas condiciones deberían aplicarse a las nuevas líneas de financiación pero no a la que ya están vigentes, cuyas estipulaciones ya estaban fijadas.
"Los ingresos de los bancos por intereses en 2022 y 2023 van a ser considerablemente mayores" que los de años anteriores, apunta Sánchez Mato. Llama asimismo la atención sobre otra peculiaridad de la situación que atraviesa el sector financiero español: "Es previsible que aumenten las provisiones por el riesgo de que se incremente la mora, pero al mismo tiempo hay cerca de 140.000 millones en créditos avalados por el ICO, que es un escudo que puso el Gobierno. Van con red, y esa red la hemos puesto entre todos".
La doble vara del crédito caro y de la remuneración barata
Este cambio de condiciones para la banca europea coincide en España con una etapa en la que se han disparado los ingresos por intereses del sector como consecuencia de la subida del euríbor, que comenzó a impactar de manera intensa en las cuotas de las hipotecas a partir de marzo, y con el aumento de los tipos de interés a partir del 1 de agosto.
Sin embargo, ese encarecimiento del precio del dinero prestado no ha sucedido de manera simultánea en España a un aumento de la remuneración de los depósitos de los clientes o, cuanto menos, no se ha dado con la misma intensidad. Además, tampoco lo ha hecho en la misma medida en la que lo está haciendo el conjunto de la banca comunitaria.
En este sentido, la diferencia entre el tipo medio de las nuevas operaciones de crédito entre los bancos españoles y el conjunto de los comunitarios era al cierre de septiembre una décima más elevada en estos últimos, aunque con una aceleración netamente superior en los primeros.
Por su parte, la horquilla es menor en el caso de las hipotecas, con una desventaja de ocho centésimas para las entidades locales frente a las europeas.
Los incrementos a la hora de encarecer el dinero han sido superiores al 0,75% en ambos casos en España, un avance menor que el del conjunto de la banca europea (de casi un punto en los préstamos a empresas y del 1,13% en las hipotecas), aunque en ambos casos el punto de partida local era más elevado.
De hecho, el sorpasso en los créditos para la adquisición de vivienda a favor de las entidades comunitarias no se produjo hasta mayo.
La brecha es mucho más amplia en el apartado de la remuneración de los depósitos, que en España resulta hasta 2,5 veces a la que obtienen los ahorradores en el conjunto de la eurozona: 0,27% frente al 0,69%.
Los bancos españoles están subiendo la remuneración a sus ahorradores a la mitad de velocidad que sus competidores comunitarios, ya que el incremento ha sido en los últimos doce meses de 22 puntos básicos frente a 45.
Esos datos también revelan que la intensidad con la que los bancos elevan el precio del dinero prestado es casi cuatro veces superior a la que aplican a la retribución de los depósitos, que en ese mismo periodo ha sido de 75 puntos básicos para el conjunto de los créditos a empresas y de 79 en el de las hipotecas.
Parece claro que la subida de los tipos no se está trasladando a la remuneración del ahorro con la misma cadencia e intensidad con la que lo está haciendo a los intereses de créditos e hipotecas.
Durante años "el BCE ha estado facilitando a los bancos dinero muy barato, y los préstamos eran baratos, pero no se ha remunerado el ahorro", anota Patricia Suárez, presidenta de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufín), que añade que ahora "los depósitos casi no se están remunerando mientras que los créditos se están encareciendo con mucha velocidad".
En ese sentido, y en relación con las subidas de tipos del BCE y los últimos resultados del sector bancario, apunta que "hay unas prácticas regulatorias que generan unos beneficios caídos del cielo".
"El BCE haría bien en evaluar el impacto de sus decisiones regulatorias para determinar qué parte de los beneficios de la banca corresponde a la subida de los tipos de interés y cuál tiene que ver con las condiciones en las que prestan el servicio", indica Suárez, quien espera que el emisor europeo "dé unas directrices claras para determinarlo".
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