Desde que estrenó el liderazgo del PP a principios del pasado mes de abril, Alberto Núñez Feijóo ya ha tenido ocasión de comprobar en un par de ocasiones que a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, le gusta ir por libre. El último ejemplo ha ocurrido esta misma semana a cuenta de un palabro, la deflactación del IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas). Ayuso plantea un ajuste de los tramos del IRPF tomando como referencia los salarios, ignorando así la petición de Feijóo de hacerlo con referencia a la inflación. La propuesta de Ayuso, aunque parezca increíble, implica una menor rebaja fiscal.

Feijóo lleva más de un mes proponiendo de forma reiterada una bajada de impuestos. En un escenario de alta inflación como el actual, los impuestos casi suben solos. Una de las medidas más efectivas para acometer esa bajada consiste en la deflactación, o el ajuste, dicho de manera más simple, de la tarifa del IRPF: es decir, la revisión al alza de los tramos por los que se paga este impuesto para evitar que la merma de poder adquisitivo causada por la inflación se vea agravada por la congelación de esos tramos, que hace que parte de los ingresos del contribuyente tributen por su valor nominal en lugar de por el que tienen en la práctica.

De hecho, Feijóo incluyó la medida en su plan económico presentado al Gobierno, al que pidió deflactar el IRPF y revisar esos tramos al alza para las rentas de hasta 40.000 euros anuales y siempre tomando como referencia la tasa de inflación, que el pasado mes de abril se situó en el 8,4%.

El pasado lunes el vicesecretario de Economía del PP, Juan Bravo, aseguró que si el Gobierno no adapta los umbrales del IRPF a la inflación, las comunidades autónomas gobernadas por el PP deflactarán la tarifa autonómica para evitar que los contribuyentes pierdan poder adquisitivo. "Consideramos que si eso es bueno para los ciudadanos. Nosotros ya habíamos dicho que si el Gobierno no lo hace, nosotros en la parte autonómica lo vamos a aplicar", afirmó Bravo este lunes en declaraciones a Efe.

Pese a que Bravo reconocía que la manera de aplicar esa deflactación en cada comunidad autónoma aún se tiene que estudiar, aunque se mostró partidario de referenciar esa deflactación a la tasa de inflación. Ese mismo día Ayuso ya anunciaba la medida en Madrid a partir de 2023. Dos días después, Javier Fernández-Lasquetty, consejero de Hacienda madrileño, confirmó que el Gobierno de Ayuso deflactará la tarifa autonómica del IRPF de acuerdo con el crecimiento medio de los salarios en la región y no con el crecimiento medio de la inflación, tal como lleva proponiendo Feijóo desde hace más de un mes y aconsejan la mayoría de los expertos.

En la práctica, vincular la deflactación del IRPF al crecimiento de los salarios supone una menor rebaja de impuestos que si se hiciera respecto a la tasa de inflación, como pretende Feijoó. No hay más que mirar las cifras para entenderlo: los salarios pactados en convenios colectivos, tanto de empresa como sectoriales, subieron hasta el mes de abril una media del 2,4%, muy por debajo del alza de los precios, que en el cuarto mes del año se situó en el 8,4%.

La propuesta de Ayuso implica ajustar los tramos del IRPF al alza un 2,4%, mientras que la de Feijóo supone que sea del 8,4%. Subir más los tramos da más margen al contribuyente y minimiza los efectos de la inflación en los impuestos a pagar. Si el salario del contribuyente no aumenta, deflactar constituye una bajada de impuestos porque ese contribuyente pagaría un tipo medio efectivo menor. Sin embargo, subir los tramos en la misma medida que los salarios tendrá efectos muy reducidos en la rebaja fiscal, que en cualquier caso será menor que si se tomara como referencia la inflación.