General Motors se ha decantado finalmente por el inversor austríaco-canadiense Magna y el banco ruso Sberbank en la operación de venta de Opel. Es un auténtico jarro de agua fría para la fábrica zaragozana de Figueruelas, que cuenta con 7.400 empleos, puesto que el plan industrial de Magna prevé dejar sólo en 3.500 los operarios de las líneas de producción y trasladar modelos a Alemania.
Éstas son las cifras que incluía el plan de ahorro que Magna presentó el 29 de julio pasado. España no cuenta con nueva información, pese a que en agosto la compañía de componentes modificó su oferta en diversas ocasiones para lograr hacerse con Opel. El Ministerio de Industria confió ayer en que se hayan revisado estos planes a la baja, y destacó que lo importante es que esta operación garantiza la viabilidad de Opel.
El secretario general del metal de UGT (sindicato mayoritario en Figueruelas), Rogelio Luis Mena, reclamó una reunión 'urgente' de la comisión de seguimiento de la venta de GM, que integran los sindicatos y los Gobiernos central y autonómico. 'Vamos a exigir al Gobierno que solicite toda la información', reclamó. 'Si el plan de ahorro es el mismo, Magna va a encontrar nuestra oposición rotunda. Vamos a luchar, pelear por lo que creemos justo', añadió el sindicalista, que contempla iniciar movilizaciones.
La operación anunciada ayer supone que Magna se hará con el 55% de Opel, GM mantendrá un 35% y los trabajadores se quedarán con un 10%, a cambio de renunciar a salarios por valor de unos 1.500 millones de euros en los próximos cinco años.
La decisión de GM no ha sido gratuita. Ha impuesto condiciones, entre las que destaca la exigencia de que los trabajadores de Opel se comprometan por escrito a respaldar 'los ajustes de costes necesarios para la viabilidad' de New Opel. El gigante de Detroit ha reclamado también que Alemania apruebe todas las ayudas públicas necesarias para financiar a la compañía en el periodo de transición. La canciller Angela Merkel había prometido un crédito puente de 4.500 millones a cinco años, a cambio de mantener las cuatro plantas alemanas, aunque la oferta del fabricante de componentes prevé eliminar 2.500 de sus 25.000 empleos en el país.
Merkel celebró ayer el acuerdo, que le quita un pesado lastre en su campaña para las elecciones del próximo día 27. Se salva así de un ridículo que hubiera compartido con su rival socialdemócrata, Frank-Walter Steinmeier, los sindicatos y todos los primeros ministros de los länder con plantas de Opel, que han luchado por Magna desde el principio.
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