Este artículo se publicó hace 17 años.
Tenis, mafia, apuestas y... Davydenko
El tenista ruso tendrá que responder por sus excentricidades ante los dirigentes del tenis.
La ATP no quiere ilegalidades. Desde 2003, ha investigado 120 partidos sospechosos de alguna irregularidad relacionada con las apuestas.
El tenista es egoísta. Es la máxima de la naturaleza de su deporte. Durante once meses al año vive en la dinámica de la supervivencia. Esa calidad de vida, está condicionada a los números.
Porque el tenis es, en esencia, estadística, y la estadística es la rama de la matemática que utiliza grandes conjuntos de datos numéricos para obtener inferencias basadas en el cálculo de probabilidades. Precisamente, ese juego de probabilidades es lo que mueve millones de euros al año en las apuestas de partidos.
Desde que Betfair, la mayor casa de apuestas por Internet, abriera el juego en el ciberespacio en 2002, el negocio no ha parado de crecer. Las múltiples combinaciones (ganador, sets, duración, juegos totales...) a bajo coste (no más de cinco euros por apuesta) llegan a mover más de ocho millones de euros en un partido.
Así sucedió en el choque en el que el argentino Martín Vasallo dejó de ser una derecha anónima. El triunfo del número 87 del mundo ante el ruso Davydenko (4), en una ronda perdida de un torneo perdido (Sopot, Polonia), contribuyó a unas sospechas que comenzaron a ser tímidas en octubre de 2003.
En aquellas fechas, el vestuario del entonces Rockódromo de la Casa de Campo apareció empapelado con cartulinas con un claro mensaje: “Vendidos”.
La pegada de carteles fue la reacción a la noticia publicada por el Sunday Telegraph británico que relacionó a Feliciano López con un posible amaño en el encuentro que disputó ante Nieminen en el torneo de Long Island de esa temporada. “La retirada de dicho partido se debió a una lesión, que puedo acreditar con un parte médico”, se defendió Feliciano, quien obligó al semanal a retractarse de la información.
La ATP comienza a investigar
El tenis volvió a su condición inmaculado. El discurso regresó al duelo Nadal-Federer, a las gracias de un serbio (Djokovic) en el vestuario, a los movimientos en los ránkings... Sin embargo, en los despachos de la ATP, el organismo que rige el circuito masculino, en Ponte Vedra (California), las sospechas no se guardaron en el cajón de los asuntos pendientes. Todo lo contrario.
Junto a Betfair, la ATP creó una comisión mixta que estudiaría cualquier anomalía en un partido y su repercusión en el mundo de las apuestas. Desde que se creó esta especie de CSI tenístico, que tiene como máxima que la oportunidad de negocio no discrimina a ningún jugador, se han estudiado posibles anomalías en más 120 partidos, desde 2003. Sólo dos de ellos corresponden al circuito femenino.
“No tenemos sospecha alguna sobre partidos amañados en nuestro circuito, pero si las tuviéramos, serían investigadas de una forma extraordinariamente seria”, asegura Larry Scott, presidente de la WTA, el circuito femenino.
En esta apuesta por la limpieza, la ATP no escatima alianzas. No importa el origen del confidente si éste ayuda a acabar con las mafias. Desde el inicio de esta temporada, el circuito masculino cuenta con el asesoramiento de Michael Franzese en todos los torneos norteamericanos.
Antiguo miembro de la familia Colombo, clan criminal que rige el mundo subterráneo del juego en Nueva York, Franzese mantuvo un encuentro, en el pasado Masters Series de Miami, con jugadores y gente de su entorno para prevenirles de los peligros de hacer negocio con estas mafias de las apuestas. “Recordad, que esta gente ni perdona, ni olvida. Sé bien de lo que os hablo”, les advirtió.
Uno de los ausentes en esta reunión fue Davydenko. Solitario, acompañado siempre por su hermano mayor, que ejerce de entrenador, la derrota del tenista ruso volvió a ser cuestionada, mas allá de la discusión deportiva, cuando Andy Murray denunció la existencia de partidos amañados. “Es muy decepcionante para todos los jugadores, pero todo el mundo sabe que sucede”, declaró a la BBC.
Se suceden las denuncias
El vestuario negó la mayor, en un primer momento. “Yo no conozco nada de eso”, espetó Nadal. “Si alguien sabe algo, que lo diga”. La frase, pronunciada durante el Masters Series de Madrid, sirvió para romper silencios. Y, quien sabe, si también miedos. Murray dejó de ser un traidor a la causa común.
Porque si él lo era, en el mismo saco caerían los brasileños Saretta y Marcos Daniel o el francés Arnaud Clement. “Un tipo, hablando inglés, me llamó y me ofreció 100.000 euros por perder un partido”, denunció Saretta. Menos dinero (23.000 euros), le prometió un apostador que, en perfecto castellano, despertó a Marcos Daniel a la seis de la mañana en la habitación de su hotel de Acapulco, el pasado año, para manipular elpartido que iba a jugar horas después ante Massu.
Clement fue el último en sentir el acoso de la mafia. “Recibí una oferta por abandonar un partido. No dudé un instante y dije que no”, explicó hace menos de una semana en el pabellón de París Bercy. En ese escenario, los gendarmes franceses expulsaron a dos personas que, portátil en mano, aprovechaban la conexión wifi para apostar en Betfair por el partido que veían en ese momento.
La acción policial, producto de la colaboración de la ATP con la agencia antiespionaje francesa, pasó inadvertida para Davydenko. Su pasotismo ante Baghdatis (perdió 6-2, 6-2) obligó al juez de silla a recriminarle. ¿Desidia o premeditación?
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