El secreto goleador de Cristiano Ronaldo
A la estrella lusa le aconsejaron que debía marcar como un loco para ser el mejor del mundo. Practica el remate y las faltas desde 40 metros para mejorar la precisión
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Empequeñecer la portería en los entrenamientos para verla muy grande en los partidos. Éste es el secreto que ha convertido a Cristiano Ronaldo en un extremo que garrinchea por sus burlones genes futbolísticos y que torpedea con la contundencia de Gerd Müller.
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Ahí radica la explicación a sus más de 40 goles esta temporada, cuando en las anteriores apenas había llegado a la decena. Piqué, que ha compartido vestuario con Cristiano Ronaldo, le ha visto a diario en los campos de entrenamiento del Manchester United rematar desde todos los ángulos posibles. Pero no dentro del área, ni siquiera en la frontal. Siempre a 40 metros, desde donde la portería se encoge a ojos del rematador: “Todos los días se quedaba después del entrenamiento, pero no había ningún entrenador ni ningún juvenil para centrarle balones. Lo hacía él solito. Remates y remates desde muy lejos. Eso le ha hecho ganar precisión y potencia en el disparo. Las faltas también las practica desde esa distancia y por eso casi siempre el balón le coge puerta, aunque le pegue de esa forma tan extraña”.
Si a 40 metros las enchufa, cuando está dentro del área o en sus alrededores, se le agranda la portería y ve los agujeros con una facilidad pasmosa. Esa voracidad goleadora provoca desconcierto en los contrarios, que ahora mismo no saben si tienen que medirse a un 7, a un 11 o a un 9 cazagoles. Aunque él no reniega de su yo futbolístico –“Soy un extremo”, suele decir–, lo cierto es que la frecuencia con la que perfora las porterías tiene asombrado hasta a sus propios compañeros. “Es muy difícil ver a un extremo que haga tantos goles, pero Cristiano es muy completo. Marca con la derecha, con la izquierda, de cabeza… Le admiro mucho porque de todos los jugadores que he visto es el que más trabaja y se cuida. Es el mejor jugador del mundo”, afirma Deco.
“Le gusta jugar por dentro, no sólo pegado a la línea de banda. Es muy completo, tiene muchas cualidades que le permiten hacer tantos goles”, asegura Carvalho, que bromea con su enorme capacidad para entrenarse: “Yo no le veo entrenarse todos los días porque por desgracia no juega en mi equipo y yo estoy en Londres, pero, por lo que veo en la selección, trabaja mucho”.
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A Pepe, como a Carvalho, le toca sufrirlo en los entrenamientos. Hay una faceta que resalta el central madridista y que también explica su sorprendente estadística goleadora de este año: “Ha mejorado mucho en la aceleración y en la velocidad de remate. Si juega por fuera, sabes que es casi imparable y si está en el área, siempre está bien colocado. Marca la diferencia independientemente de la zona del campo que ocupe”.
El osasunista Plasil es uno de los que lo ha sufrido últimamente: “Teníamos un plan previsto para frenarle antes del partido. Bruckner planteó ayudas para encerrarle en banda. Nada, hizo un gol, dio otro y provocó el rechace en el primer tanto de Deco”.
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La obsesión por el gol le viene desde juvenil a Cristiano Ronaldo por otro objetivo que tenía metido entre ceja y ceja: ser el mejor del mundo. Su entorno y su agente, Jorge Mendes, le aconsejaron: “Para ser el número 1, tienes que marcar goles”.
Hasta el comienzo de esta temporada, no ha parado de trabajar el remate con ambas piernas y con la cabeza, recibiendo centros desde todos los lados bajo la atenta mirada de sus entrenadores en el Sporting de Lisboa, y de Ferguson y Queiroz en el United. Lo que no dejó nunca fue el remate, en solitario, sin nadie que le asistiera, desde 40 metros. “Él siempre se ha esforzado por mejorar”, dice su biógrafa, Manuela Brandao.