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Scariolo: "Frenar la euforia es una batalla perdida"

Seleccionador nacional de baloncesto. Le persigue un run-run que no altera su gesto. Ni piensa ni tiene miedo al fracaso, un listón que se mide con la medalla de plata en Polonia.

ALBERTO CABELLO / MIGUEL ALBA

Charla tranquilo. Su discurso es fluido y cuida el detalle tanto como su imagen. Nunca responde con una evasiva. No es el estilo de Sergio Scariolo. Sabe para qué ha llegado a la selección. Una exigencia, la del oro del Europeo de Polonia, que asume con naturalidad, rodeado de un grupo que no deja de asombrarle después de un mes de convivencia.

Sus ayudantes hablan de un Scariolo especialmente motivado.

Es mi primera experiencia al frente de una selección y eso da una emoción especial. Además, el talento que acumula este grupo y su nivel mental motiva a cualquier técnico.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido de los jugadores?

Sorprender, sorprender, en el sentido etimológico, nada. Sin embargo, me he encontrado, en ciertos aspectos, calidad superior a la que me esperaba. La sensación global, después de un mes, es algo mejor de lo que yo esperaba tras el seguimiento inicial.

¿Es el grupo de más talento que ha dirigido?

Creo que el potencial de este grupo es enorme. Pero ese talento no tendría tanto valor si no hubiera otras cualidades como la actitud, el sacrificio, el buen ambiente, la mentalidad. Por fortuna, este equipo suma al máximo en todos esos apartados, así que su nivel es uno de los más altos con los que me he encontrado.

¿Qué es más decisivo a la hora de conseguir los objetivos: el talento o la mentalidad?

El talento es una virtud indiscutible que te lleva a dónde se reparten las medallas. Pero siempre he tenido la sensación de la que la diferencia de talento entre el equipo que queda cuarto o quinto no es muy grande. Lo que marca la diferencia es la preparación mental, la cohesión, la generosidad, el altruismo, la disponibilidad en querer ir un poquito más allá del esfuerzo para conseguir el éxito.

¿Cuántas variantes han trabajado durante este mes?

Bueno, hemos ido experimentando cosas y, por otro lado, reaccionando a las bajas que se han ido produciendo. Esto, por un lado, nos ha retrasado en unas determinadas cosas pero, por otro lado, nos ha permitido dar más cancha a jugadores que lo necesitaban más, experimentar soluciones de reparto de minutos y buscar la compenetración de diferentes quintetos que nos vendrán bien más adelante.

¿Este grupo tiene metida en la mente la medalla de oro?

No hay que darle vueltas ni esconderse, desde luego. Este grupo pretende conseguir algo que nunca se ha hecho en la historia. Así que creo que es mejor dejar de hablar de obligación o de obsesión y utilizar conceptos como el de ilusión o entusiasmo.

Pero no me negará que es complicado frenar el entusiasmo.

Nosotros, desde el primer momento, hemos tenido claro que los referentes nuestros, sobre nuestro propio trabajo, somos nosotros mismos. No nos interesa ni frenar ni alentar las percepciones externas. Además, me he dado cuenta de que frenar la euforia es una batalla perdida. Que cada uno tenga la percepción que quiera. Lo que nos importa son nuestras percepciones y nuestras percepciones son muy claras. Somos un equipo que tiene un muy buen potencial y que si hace determinadas cosas, especialmente las que salen menos naturales a los jugadores por sus características, podemos centrar el objetivo que nos hemos propuesto. Pero también tenemos claro que tenemos cosas que hacer mejor y que si no las hacemos, no podremos conseguir el objetivo propuesto.

¿También se ha apuntado usted a esta corriente tan positiva?

Hablar y decir que vamos a hacer esto o lo otro es muy fácil, lo puede hacer cualquiera. Lo importante es que cada uno haga las cosas necesarias para hacer lo que dice que va a hacer. Y, hasta este momento, he detectado un serio compromiso de ejecutar en la cancha lo que tenemos que hacer para ganar.

Usted defiende que su equipo tiene una pequeña ventaja frente al resto. ¿Cuáles son esos matices?

Esa ventaja hay que mantenerla haciendo un gran premio perfecto. Las distancias con el resto son más pequeñas de lo que la gente cree y tenemos que hacerlo muy bien para mantener esa pequeña distancia. Y hacerlo muy bien significa hacerlo bien en ataque y defensa con continuidad. Si nosotros bajamos en algo, entonces hay bastante rivales con un potencial suficiente para alcanzarlos y superarnos. Eso lo tenemos que tener claro. Si no, pensemos en el Europeo de Madrid. Con el equipo al completo, jugando en casa, se llega en la final y no se meten más que 59 puntos porque encuentras un equipo que logra dejarte en ese tanteo. Si volviera a pasar una cosa como ésta deberíamos haber alcanzado un nivel defensivo suficiente como para que ese día les dejemos en 58. Esa no es nuestra idea, por supuesto, porque somos un equipo que nos gusta correr y tener un baloncesto rápido. El Mundial de Japón se ganó dejando en 50 puntos al rival y el Europeo de Madrid no se ganó porque nos quedamos en 59 puntos. Por eso, tenemos que estar preparados para todo tipo de partidos.

¿Cree que el equipo tiene asumido el recuerdo de lo que sucedió en Madrid?

No tiene que tenerlo asumido, porque ese último tiro de Pau es una anécdota dentro de la final. No tiene una importancia tan trascendental el último tiro de uno o de otro. Seguro que aquella imagen está muy viva en los recuerdos de todo el mundo, pero a mí me interesa más otras cosas, como aprender de esa experiencia en la que lo tienes todo a favor y luego puede llegar un equipo que te impide ganar.

Cuando se les pregunta a los jugadores a quién darían el balón en la última jugada la respuesta es casi unánime: Navarro. ¿Le sorprende?

No. Para nada. Lo comparto. Aunque necesito exponer algunos matices. Le daríamos la pelota a él para que se la jugara, pero sería responsabilidad suya si ve a un compañero en una buena posición para un tiro. Lo de jugársela con dos o tres tíos encima no sería una buena decisión. Pero claro, están los rivales. Ellos también nos conocen. Así que tenemos que estar preparados para el plan A, el B o el C.

¿Es mejor, entonces, Navarro que Pau para esta situación?

La generación de una canasta es una cuestión, a veces, de haberte encontrado en esa misma situación antes. En este sentido, Juan Carlos se ha encontrado más veces en este papel que el resto. La cuestión más importante en estas jugadas es hacer un buen tiro. Lo que no puede pasar es que el elegido opte por una mala opción. Eso sería un error de Navarro, de Gasol o de cualquiera.

¿Cuándo se lesionó Pau sintió algún síntoma de alerta?

Cuando terminó el entreno pensé que este es uno de los típicos hechos que te hacen pensar que las previsiones matemáticas en el deporte no tienen cabida. Una cosa como esta te puede cambiar completamente la perspectiva del equipo en la competición. Pero, en seguida, esa misma noche, Pau nos tranquilizó. Nos comunicó que su compromiso no había cambiado ni un ápice, que quería estar en el Europeo. Esas horas fueron horas de shock, incluso anulé el entrenamiento de la mañana del día siguiente. Un shock que Pau anuló en seguida, porque dio una inyección de compromiso y eso fue un gran mérito ante el equipo.

¿La ausencia de Pau ha variado los roles que tenía previsto con Marc?

No, no. Marc ha tenido el protagonismo que la idea inicial pensaba darle. Una de las cosas que nos hemos planteado mejorar, con respecto al pasado, era la coexistencia entre Marc y Pau, que no se había intentado porque Marc todavía no había llegado a su nivel de desarrollo actual. Estábamos intrigados cómo pueden funcionar juntos. Ese era el rol que tengo pensado para Marc y tampoco pensé en darle más protagonismo tras la lesión de Pau.

¿Es tan especial Ricky?

Sí. A veces olvidas que tiene sólo 18 años. El conocimiento del juego se adquiere con años de experiencia. Ricky tiene muy pocos partidos de altísimo nivel jugados. Tiene margen de mejora en aspectos muy identificables, pero te sorprende la velocidad con que capta los conceptos.

¿Cree que le ha alterado tanta agitación sobre su futuro?

Ha habido momentos en los que lo ha llevado mejor y otros, peor. Ha estado globalmente intranquilo, por una situación que hubiera distraído a gente incluso más mayor que él, y eso le ha afectado tanto a él como al equipo. Porque la elección de que él sea el base titular es una elección de gran responsabilidad. Hasta ahora, no me he sentido tan libre para haberle apretado porque acepté su momento de intranquilidad. Ahora, estoy más libre y tranquilo para poderle exigir el rol tan importante que le hemos dado.

¿Ve positivo que siga en la ACB?

No hace mal si se dan unas circunstancias de progresión y le ayuda a mejorar de juego. Tiene que plantearse un plan de mejora.

¿Fue duro convencer a Gasol para que estuviera en Polonia?

Le transmití mi ilusión personal y de la de los compañeros. Pau siempre ha tomado las decisiones de su vida porque está convencido.

¿La final de la NBA ha servido para que creciera aún más?

Cualquier jugador crece de status cuando es determinante para que su equipo gane títulos.

Choca que en este ambiente tan familiar Fran Vázquez renuncie a estar con la selección. ¿Es un asunto sin solución?

Puede haber solución. No me encontré una oposición radical. Este año han sido más cuestiones personales las que han evitado que esté con nosotros. Me ha prometido que lo valorará y confío en ello porque tenemos una relación magnífica. Su negativa no ha sido por temas de selección.

Ya asoman nuevos jugadores como Llull o Claver. ¿Se podrán mantener los éxitos?

Llegará un momento en el que cambio generacional sea un tema que haya que afrontar. Si se hace de forma paulatina, podremos aguantar la salida progresiva de la mejor generación de todos los tiempos.

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