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El rayo Usain Bolt nunca cesa

El velocista Ángel David Rodríguez, eliminado ayer tras ser cuarto en su serie, no ve la manera de batirle. 'Las carreras de 100 metros se parecen a la Formula 1: el coche bueno gana siempre'.

ALFREDO VARONA

Vuelve el magnífico show de Usain Bolt (Jamaica, 1986). Vuelve el atleta más venerado, el que gana más de 20 millones de euros anuales, el hombre cuya victoria no se debate ni en Estados Unidos. 'Ahora mismo, es casi imposible pensar en alguien que pueda ganarle', explica nuestro gran especialista, Ángel David Rodríguez, eliminado ayer a las primeras de cambio tras compartir  prueba y escenario con Usain en el estadio Luzhniki.

'Las carreras de 100 metros no son muy dadas al misterio. En realidad, se parecen a la Fórmula 1: el coche bueno gana siempre'. Son carreras en las que 'la táctica no vale de nada' y en las que en los últimos cinco años, desde los Juegos de Pekín 2008, sólo han existido dos maneras de batir a Usain Bolt.

La primera es que él se equivoque como sucedió en el Mundial de Daegu de 2011. Hizo dos salidas nulas y fue descalificado. La segunda es en primavera, en la pretemporada de los velocistas, una época en la que Bolt acostumbra a perder carreras. Sin ir más lejos, el pasado junio en la Diamond League de Roma cayó frente al viejo Justin Gatlin. Pero el mes de agosto es otra historia. En realidad, agosto es el termómetro de los velocistas, y no es fácil que pasen cosas raras.

Usain Bolt (Jamaica, 1986) ofrece, además, este año un perfil sabiamente relajado. Muy poco que ver con el hombre que el año pasado llegó a los Juegos de Londres 2012 una semana después de sufrir un accidente de tráfico a las cinco de la madrugada, de quejarse de que le dolía la espalda, de que no se adaptaba a los nuevos tacos de salida y, sobre todo, de haber perdido frente a Yohan Blake en los ‘Trials' de su país por once centésimas (una barbaridad en una carrera de 100 metros).

Ahora, sin embargo, no tiene que reivindicarse ante nadie. Blake lleva meses lesionado de los isquiotibiales mientras que Bolt ha vivido el mejor invierno de su vida. Ha sido el primero que no ha sufrido ninguna lesión. Desde su primera carrera el año, en las Islas Caiman cuando corrió en 10.09, ha llevado una progresión estupenda.

Ha logrado en Zurich la mejor marca del año 9,85 (anulados los 9,75 de Tyson Gay) y en las entrevistas previas al Mundial de Moscú bromea con sus objetivos. Insinúa que ha llegado el momento de dar la razón a Glenn Mills, su entrenador, cuando pronosticó en Pekín 2008 que podía correr los 100 metros en 9,52. Y no sólo eso, sino que también habla de bajar de los 19 segundos en los 200 metros de una vez por todas.

Era un desafío que Bolt no admitía con esta naturalidad el verano pasado, nada más terminar los Juegos de Londres. Después de seis oros olímpicos, se rumoreaba en voz alta su paso a los 400 metros con la idea de batir los 43,18 de Michael Jonhson. Quizá porque antes de esos Juegos el estrés fue importante, incluso para él (jamaicano de los de Bob Marley). Entonces todo el mundo le hablaba de Yohan Blake como heredero. Se hablaba de la pereza de Bolt en los entrenamientos que no tenía nada que ver con la de Blake, capaz de hacer las series con zapatillas de clavos en la hierba en los entrenamientos.

Lo primero que hizo Bolt al llegar a Moscú fue irse a actuar de DJ en una fiesta jamaicana en el parque Gorki

Pero ahora es diferente. Ahora que no está Blake, lesionado, Bolt se toma licencias tan magníficas como la de llegar a Moscú y actuar de DJ en una fiesta jamaicana en el parque Gorki de la ciudad. Ayer se paseó en su serie. ¿Cómo batir entonces a este hombre que lo simplifica todo? Realmente, es una pregunta que nuestro velocista Ángel David Rodríguez ni se plantearía.

'El atletismo', justifica, 'me ha hecho una persona muy realista'. Pero, en este caso, todo el planeta piensa como él, incluido el magnífico velocista francés Christophe Lemaitre, cuyos principios, según su entrenador Pierre Carraz, 'son los de contradecirlo todo'. Aunque al hablar de Usain cambia la cosa. 'Bolt por ahora es otra historia', justifica.

Una idea que se agudiza realmente en este Mundial de Moscú, huérfano de velocistas. Ahora mismo, el único que puede toser a Bolt es Justin Gatlin (Nueva York, 1982), que ya podría ser una vieja gloria. En realidad, Gatlin, el hombre nacido en el Brooklyn, se siente feliz en este papel. Es un hombre que siempre se reserva una segunda opinión. Todavía se imagina al nivel de hace nueve años en Atenas 2004, cuando fue campeón olímpico. En esta temporada ha dado motivos para el optimismo. Ha corrido en 9.89 y ha ganado a Bolt en un escenario noble como Roma.

Pero, sobre todo, Gatlin se escuda en la maravillosa final del año pasado en los Juegos de Londres en la que siete hombres bajaron de los 10 segundos. Él fue uno de ellos y logró un bronce demasiado meritorio. Venía de cuatro años apartado del mundo por un positivo por testosterona que pudo retirarle para siempre. Sólo su convicción final de colaborar con la Justicia rebajó su sanción a cuatro años. Además, le cambió por dentro y por fuera y le hizo prometer algo importantísimo: 'No volver a hacer trampas'.

Se trata de una promesa fundamental en tiempos de sospecha. Antes de saltar al estadio Luzhniki de Moscú, el dopaje ha arrasado los cimientos de la velocidad. Han dado positivo dos clásicos como Tyson Gay y Asafa Powell de los que, a estas alturas, ya no se hubiese pensado. Máxime en el caso de Powell que es de Jamaica, verdadero paradigma de los entrenamientos naturales.

Pero resulta que Powell no ha sido el único atleta de ese país que ha sido cazado. También lo han sido dos mujeres, dos velocistas como Sherone Simpson y Veronica Campbell lo que ya hace sospechar de todo. Incluso de esa vieja frase del propio Usain Bolt en la que decía que 'el dopaje es estadounidense' y justificaba: 'Los que nos hemos quedado en Jamaica, los que hemos rechazado el dinero de las universidades americanas, los que nos hemos apartado de ese negocio, estamos limpios'.

Pero después de lo sucedido con su amigo Asafa Powell y con el que Bolt sólo dice haber intercambiado 'algún sms en este último mes' ya hace dudar de todo menos de la frase de Donovan Bailey, el jamaicano que fue oro olímpico en los Juegos de Atlanta 96 y que, cansado de todo esto, ha dicho: 'Yo pido sanciones de por vida para los que se dopan'.

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