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MADRID.- Las paredes de su casa en Madrid están repletas de fotos de partidos. “Es la mejor decoración que existe”, defiende Radomir Antic, a los 67 años, que ya ha regresado de China, donde ha vivido su última aventura. Pero el entrenador, el hombre con capacidad para ver tres o cuatro partidos a la vez, nunca se separa de él. Lleva en la profesión desde 1985, cuando empezó en Partizán.
El resto de su biografía es una fortaleza, capaz de entrenar en una misma vida a Real Madrid, Barcelona y Atlético, sobre todo a ese Atlético del doblete (95-96) que terminó una época, imprescindible la nostalgia. “Fue la última vez que se pudo hacer un equipo campeón sin dinero”. Luego, estuvo en cientos de sitios, hasta en el Mundial de Sudáfrica con Serbia, pero al final siempre regresa a Madrid, “donde está la casa de mis sueños”, explica hoy, feliz como el primer día, valiente en el recuerdo, socio él y sus cuatro nietos del Atlético. “La gente me ve y me trata con cariño, no puedo pedir más”.
Vamos a regresar al día en el que Pantic marcó cuatro goles en Copa en el Camp Nou. ¿Eso lo programa un entrenador?
Sí, en nuestro Atlético, sí, porque nuestra apuesta siempre fue la de marcar un gol más que el rival: rechazábamos el 0-0, era un marcador que no nos gustaba nada. No nacimos para eso.
¿Y aquel inolvidable regate de Caminero a Nadal en Barcelona?
También, también. Nosotros teníamos prohibido presionar a los laterales, a Chapi Ferrer y a Sergi para sacar de su sitio a los centrales, que eran Abelardo y Nadal y dar pie a acciones como esa, ese mano a mano Caminero-Nadal que nos iba a dar ya el título de Liga.
Con Antic siempre hay que volver al pasado
"Aquel Atlético del doblete está claro que fuimos pioneros en algo, defendíamos a 40 o 50 metros de distancia"
A mí no me gusta comparar nada, pero sí insistimos en aquel Atlético del doblete está claro que fuimos pioneros en algo, defendíamos a 40 o 50 metros de distancia, convertimos a Molina, nuestro portero, en un jugador de campo. En ese momento fuimos un espejo de la sociedad. Si la sociedad evoluciona los equipos también deben evolucionar.
“El fútbol necesita hombres como yo”, tiene usted dicho
No recuerdo, no recuerdo (risas), pero va con mi mentalidad, sí. Mis padres me enseñaron a creer en mí mismo, a tomar mis propias decisiones y no las de los demás. Hoy, a los 67 años, no debo reprocharme nada. Aproveché bien la vida, tengo dos hijos y cuatro nietos.
Acaba de volver de trabajar en China
Pero no me pida que le explique como es aquello. Sería imposible. Hay que vivirlo en primera persona y, en todo caso, hay una jerarquía muy presente. Yo tengo mi personalidad y me costaba aceptarla. Tuve muchos choques, pero ellos, que son los que pagan, te contestaban: “esto es China y esto va a misa”.
¿El fútbol se reduce a un buen contrato?
No, en el fútbol, como en la vida, hay que defender tus derechos con inteligencia. Pero si no lo sabes hacer nunca llegará nada, ni un buen contrato ni nada.
Usted llegó a un Atlético casi en quiebra en el que el estadio se caía por la aluminosis, el césped estaba lleno de calvas, y lo hizo campeón. ¿Cómo fue eso?
"Hicimos un equipo campeón sin dinero. Antes no era imprescindible el dinero. Todos los jugadores habían venido gratis: Pantic, Penev, Molina, Roberto…"
Hoy, sería imposible. Hoy, sin dinero no eres nadie en el fútbol, hasta el Atlético, que últimamente está entre los 15 clubes más poderosos del mundo, no se parece al de entonces. Pero ese fue nuestro mérito. Hicimos un equipo campeón sin dinero. Antes no era imprescindible el dinero. Todos los jugadores habían venido gratis: Pantic, Penev, Molina, Roberto…
En ese equipo estaba Simeone
Sí, efectivamente, ajustamos sus virtudes y sus defectos para sacar rendimiento. Siendo un jugador de corte defensivo, marcó 10 goles, más que en toda su carrera, y él supo conectar con la gente, vender su éxito como ningún otro… A menudo, cuando se recuerda ese Atlético, ni se menciona a Solozábal, que para mí fue básico...
Fue la diferencia con Simeone, la publicidad
Sí, sí, claro, pero no todos los hombres tienen las mismas vocaciones ni valen para las mismas cosas…
¿Simeone es tan buen entrenador?
"En el Atlético de hoy se discute a Jackson o a Vietto, pero nadie le discute a Simeone"
Nadie lo discute. En el Atlético de hoy se discute a Jackson o a Vietto, pero nadie le discute a él. La pregunta se contesta por sí misma. Pero yo no soy amigo de exponer en público por qué este u otro jugador no marca gol. Prefiero hablar en privado. Entre todos podemos descubrir lo que hay que hacer para que el equipo funcione.
Usted reunía todos los viernes a los futbolistas al lado de unas cervezas y unas tapas. ¿Qué consiguió con eso?
"En mi Atlético, por ejemplo, estaba prohibido alzar los brazos cuando un compañero se equivocaba y pasaba el balón al contrario"
Eso lo sigo defendiendo, lo defenderé toda mi vida, porque un buen ambiente hace un equipo. Sin embargo, unos buenos jugadores no tienen por qué lograrlo. ¿Qué pasa si esos jugadores no se tratan? En mi Atlético, por ejemplo, estaba prohibido alzar los brazos cuando un compañero se equivocaba y pasaba el balón al contrario… En aquel Atlético lo primero que se le preguntaba al jugador era, ‘¿estás cansado?’, no queríamos jugadores que se sintiesen cansados, llegasen a casa, se metiesen en la cama y no les quedase ganas de atender ni a sus hijos…
Fue una filosofía de vida
Nosotros tratamos de ser un espejo de nuestra hinchada, quiza por eso la gente aún nos recuerda. Han pasado veinte años.
Luego, fue usted a entrenar al Barcelona y, por lo visto, persiguió el lado más solidario de Luis Enrique
Sí, yo llegué y me encontré un cuadro que me puso de mal genio, los argentinos jugaban por un lado a las cartas; los holandeses por otro…, y lo primero qué hice fue reunir a los capitanes, entre los que estaba Luis Enrique, Puyol y Frank de Boer eran los otros dos. Y me acuerdo que les pregunté: ‘¿por qué no nos damos una oportunidad de conocernos?’ A la semana ellos organizaron un almuerzo en el que fueron las familias, los niños, incluso, y empezamos a ganar todos los partidos, todo cambió.
¿Qué fue de aquel Luis Enrique?
Era la segunda vez que coincidí con él. En el Madrid con 22 años, cuando vino del Sporting, ya le había entrenado y cuando llegué a Barcelona me encontré a un hombre que llevaba sin jugar seis meses, lastimado del Aquiles. Le puse en contacto con un fisioterapeuta de mi confianza, volvió a jugar y si hubiera marcado aquel gol al Juventus en Liga de Campeones hubiese sido todo perfecto.
Hoy, Luis Enrique parece un hombre enfadado, arisco
"¿Arisco, Luis Enrique? No, al contrario. Veo un hombre que no se rinde nunca y que ha logrado un gran equilibrio entre rueda de prensa y campo"
¿Arisco? No, al contrario. Yo no lo veo así. Veo un hombre que no se rinde nunca y que ha logrado un gran equilibrio entre rueda de prensa y campo, me encanta como lo hace y cómo lo ha hecho. Ha tomado decisiones perfectas.
¿Existe la perfección en el fútbol?
No, nunca. Nuestra única perfección es la de no esperar a que las cosas pasen para tomar soluciones, a no dudar. Cuando a un entrenador la gente lo ve dudar ya se puede dar por acabado. No se lo van a perdonar.
La duda es muy sana
Una cosa es dudar y otra dejar que haya gente, aunque sólo sea para formar una barrera en un golpe franco, que tome decisiones que debías tomar tú. De eso los jugadores se dan cuenta y el entrenador lo paga.
Usted discutió con Esnáider en el Atlético. ¿Es difícil tratar con estrellas?
"Con los jugadores, en general, es fácil tratar si les convences de tus decisiones"
No, no fue así. Fue a raíz de un cambio ante el Ajax en el que él faltó el respeto a los demás y hubo que decirlo. Pero con los jugadores, en general, es fácil tratar si les convences de tus decisiones. También yo tuve la suerte de que había estudiado psicología…
Vieri, uno de los mejores jugadores que usted dirigió, por lo visto, ahora está arruinado
Ni antes ni después de estar en el Atlético volvió a marcar 23 goles. Pero era difícil, yo trataba de convencerle de que no se quedase en el primer palo y él me decía que no. El hombre era así. Había nacido en Australia, había vivido en Italia… Compaginó el fútbol con la vida privada y el fútbol no sólo es tocar el balón. Hace poco en una conferencia que di en Serbia un muchacho me preguntó: ‘Mister, ¿qué hacemos después del fútbol?’
¿Qué contestó usted?
"Jugar al fútbol no es suficiente para ser entrenador. La táctica es lo último que aprendes"
Si no tienes estudios, si no te formas, no puedes ser ni entrenador. Jugar al fútbol no es suficiente para ser entrenador. La táctica es lo último que aprendes. Es más, eso se aprende en dos horas. Pero antes hay que aprender fisiología, psicología, comunicación… Son tantas cosas, la vida de un entrenador son muchas cosas..., por eso pasamos tantas horas en nuestro despacho.
¿Alguna vez Simeone le ha pedido consejo?
No, nunca.
¿Usted no le ha preguntado qué pasa ahora con Fernando Torres?
No sé, no sé. Ese silencio no me gusta nada, se habla de lesión, entrena solo e intuyo que existe algo, pero los golpes no se curan cuando uno se queda en la grada.
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