El punto decisivo de la Davis

El caballero andante derrotado por las aspas del gigantesco molino de viento. Así debió sentirse Rafa Nadal en el primer set del cuarto punto de la final de la Copa Davis ante Juan Martín Del Potro.

La imponente derecha del argentino le vapuleó durante hora y media como pocas veces se ha visto nadie hacerlo sobre su rojizo imperio. El gigante de Tandil fue más que insolente ante el emperador de la tierra, que fue incapaz de ganar su saque en la primera hora y media de partido.

Cuando más mortal parecía el divino, Del Potro fue clemente, y ante jugadores de la estirpe de Nadal hay que ser siempre malvado.

El español olvidó todas esas malas sensaciones de su tenis en el últimos mes y se disfrazó del mejor Nadal. De ese que pone a prueba sus articulaciones para llegar a bolas a los que ningún terrícola es capaz, el que resbala por la tierra batida como Nureyev en la ópera de París y el que todavía puede después de ese esfuerzo de encañonar con su derecha como casi nadie en la historia ha sido capaz. Nadie hubiese derrotado ese día a Del Potro, sólo Rafa.

Tenía pendiente ser el héroe en un punto decisivo de la Davis y lo logró en una batalla hermosísima. Hasta los títulos de crédito con esa elegante alabanza al derrotado hicieron más bella su victoria.

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