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"En la primera vuelta mi portería ya acabó a cero"

Munúa, portero del Levante, muestra una ambición sobresaliente

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En el país de Máspoli, el portero de Uruguay que dio la vuelta olímpica en el Mundial de Brasil 1950, existe Gustavo Munúa. Tiene la piel oscura y unos ojos que no se cansan de perseguir victorias. Su devoción por el fútbol empezó en un sitio libre de culpa: Montevideo. Allí encontró el permiso para soñar con una vida mejor que no encontró en el Deportivo. Pero, en la fatalidad, se hizo tan fuerte como Maspoli aquella tarde en Maracaná. A los 34 años, es un tipo reputado que no pronostica el futuro. "Cuando llegue el momento de volver a Uruguay, ya lo haré". Mientas tanto, se declara "una cabeza dura" y no desconfía de la felicidad. La ha encontrado debajo de la portería, donde discrepa de la poesía de su compatriota Eduardo Galeano: "El arquero es un hombre que aguarda a solas, entre los tres palos, su fusilamiento".

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Galeano también dice que al portero le persigue "la maldición hasta el fin de sus días".

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Yo tengo 34 años, firmé mi primer contrato a los 18 y, durante este tiempo, nunca conocí el miedo. Al contrario, competir me parece lo más lindo. No veo maldición.

Pero si Montevideo "es como un campo de fútbol con casas", ¿qué pintan los porteros?

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Eso es muy relativo. Hay porteros uruguayos por todos los lados y en mi país los ha habido muy buenos. Pero, en mi caso, sí reconozco que hubo dudas. Juego desde los 8 años y hasta los 15 también participé de futbolista de campo.

"En el Deportivo lo pasé fatal. Vine con toda la progresión del mundo"

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De haber prosperado, hoy no soportaría el bombardeo de Cristiano. ¿O es un aliciente?

De momento, es mi trabajo. En la primera vuelta, mi portería acabó a cero frente al Madrid y no veo por qué no se puede repetir ahora. Es un rival muy fuerte, sí, pero si aprovechamos nuestras oportunidades, ¿por qué no vamos a ganar al Madrid?

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¿Los milagros se repiten?

En el fútbol no hay milagros. Al menos, en el mío, que consiste en vivir el presente y en pensar que, si se pierde hoy, sí pasa algo. Y lo que pasa es que has perdido una oportunidad de acercarte a tu objetivo. Por eso, no hable conmigo de la derrota, no doy valor a esa idea.

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La multitud nunca perdona al arquero.

Ser portero es una cosa de carácter, en una posición como la nuestra es una ayuda necesaria. Pero, sobre todo, yo siempre me acuerdo de Chilavert. No sólo eran los balones que paraba, sino la cantidad de cosas que reunía. Tiraba penales, pateaba golpes francos, tenía un gran conocimiento de la profesión.

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A los 34 años, ¿usted ha alcanzado ese nivel?

No conozco dos personas iguales. Yo no puedo compararme a nadie, entre otras cosas porque no hace falta. Desde los 8 años juego al fútbol y el hecho de tener 34 no significa que lo sepa todo. No hay detalle que no me preocupe.

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¿Qué se puede mejorar a su edad?

Creo que el portero nunca termina de formarse. Pero eso es estar y estar es mejorar y mejorar es estar bien cada día o que tu físico llegue bien física y psicológicamente al domingo.

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¿Qué motivos tiene para no llegar bien?

¡Uf! Esa es una pregunta complicada. Yo me refiero más bien a la constancia o al hecho de que nunca llegue ese día en el que te pueda dar pereza ir a entrenar. Pero es algo que nunca me pasó.

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¿Y si le pasa?

Pudo pasarme en el Deportivo y no me pasó. Allí llegué en 2003, tenía 25 años y toda la progresión del mundo. Pero sucedieron cosas que me cortaron la profesión. Y me resultó tan duro de aceptar que no consigo tener un recuerdo agradable. Aun así, me fui tranquilo, porque no hubo un solo día en el que no trabajase con la idea de mejorar.

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¿Y aquel día que se enfrentó a Aouate?

Había muchas cosas extradeportivas...

¿Nada fue culpa suya?

Insisto en que marché con la conciencia tranquila. Si fuese de otra forma, también lo diría. Pero no lo creo. Sé que pasé muchos años en blanco, que vine a un equipo que jugaba la Champions y que el año de Caparrós, luchando por evitar el descenso, no me dejaban ni entrenarme.

Venir a Europa para eso. ¿No fue un sueño corrupto?

No conozco jugador uruguayo que no sueñe con llegar a Europa. Nuestro país es muy chico, pero aun así somos muchos y no es fácil de conseguir. Por eso, si lo haces, siempre tienes que saber valorar donde estás. Yo siempre digo que hay muchos jugadores uruguayos repartidos por el mundo, pero ¿cuántos están en las mejores ligas?

¿De los que jugaron en Nacional con usted?

Abreu, Lembo, Regueiro, Recoba... No se crea que muchos, porque no es fácil.

¿Y no echa de menos todo lo que ganó con Nacional? Allí fue récord de imbatibilidad con 963 minutos.

Me gusta vivir el presente, no encuentro mejor manera de vivir. Y menos ahora que soy feliz en el Levante. Pero, si hace falta valorar mi pasado, hay un dato que habla por mí. A los 18 años, firmé mi primer contrato profesional con Nacional. No era fácil. Nunca es fácil.

Tabárez, el seleccionador, no se acuerda de usted. ¿Por qué?

No puedo responder. No he tenido esa suerte.

No todo es trabajo. La suerte también influye.

No viene mal.

Con una sola pifia, el arquero arruina un partido o pierde un campeonato. También lo dice Galeano.

Porque cuesta mucho ganar y muy poco perder.

¿Por qué el Levante ya no es el de la primera vuelta?

La culpa la tiene una primera vuelta espectacular, pero yo no me entrego. Sigo trabajando para estar a ese nivel y, es más, recuerdo que el año pasado ya hicimos otra gran segunda vuelta.

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