Este artículo se publicó hace 11 años.
El partido que nunca ha perdido Florentino Pérez
En la final de hace 21 años, cuando el constructor de ACS sólo era un socio del Madrid, las diferencias entre Madrid y Atlético eran mucho menores
Hace 21 años que no se disputa la final que se va a jugar esta noche. Han pasado más de dos décadas en las que nada de lo de ayer vale para hoy. Los recién nacidos de entonces serán las figuras de esta noche. El portero Courtois, por ejemplo. En junio de 1992 acababa de cumplir su primer mes de vida. Hoy, es el hombre que debe parar el penalti que entonces paró Abel. Cristiano tenía siete años y quería ser como Futre, que era el mejor futbolista portugués. Jugaba en el Atlético de Jesús Gil, porque Mendoza nunca pudo traerlo al Madrid. Ahora, sin embargo, Cristiano juega en el Madrid, donde hay algo que sí se parece que lo que se vivió hace 21 años: el desánimo del entrenador. Beenhakker, como parece que va a pasar ahora con Mourinho, también abandonó aquel Madrid muy irritado. Su sustituto, sin embargo, llegó del Albacete. Fue Benito Floro, un hombre que era un proyecto. Hasta entonces carecía de reputación internacional. Pero Mendoza, en vez de traer a Arrigo Sacchi, arriesgó con él.
Cuando el fútbol pasó a ser un proyecto empresarialAhora, Florentino Pérez no se expone a esas cosas. Es un hombre al que el dinero no le impide nada. Siempre insiste que "la marca Real Madrid tiene muchas posibilidades". Por eso considera cada fichaje multimillonario que hace como un proyecto empresarial. De ahí que todavía diga, cuando le recuerdan que el precio que pagó por Cristiano Ronaldo fue inmoral en una época de crisis como ésta, que "ese comentario fue fruto de la ignorancia". Su perspectiva está en los goles de Cristiano, por ejemplo, en la manera en la que el portugués ha agujereado todos estos años la portería de Courtois. El Atlético se ha quedado sin respuesta. No tiene ese dinero. Es una diferencia que se padece desde hace catorce años en el césped. Su esperanza está en el futuro. El presidente Enrique Cerezo lo dice: "Alguna vez tendrá que acabar esto". El futuro tal vez podría empezar hoy.
Cuando Florentino sólo era un socioHace 21 años, Florentino Pérez era un joven ingeniero de 45 años que había entrado sin excesivo éxito en la política. Formó parte de UCD hasta la derrota en las elecciones de 1982. Después, fue candidato a las elecciones generales de 1986 por el Partido Reformista Democrático (PRD) con nulos resultados. Así que, a primeros de los noventa, su vida se repartía entre sus ambiciones en la construcción, la familia y su inmensa afición por el Real Madrid que le llevó a presentarse, tres años después, a las elecciones de 1995. Cayó frente a Ramón Mendoza.
Debió esperar otros cinco años, hasta la primavera de 2000, para llegar al Madrid y reformarlo todo. Bajo el mandato de Florentino, se acabaron los fichajes imposibles en el Madrid. Los 96 millones de euros, que pagó por Cristiano Ronaldo, superan el coste de toda la plantilla del Atlético. Pero no sólo eso. Desde que gobierna Florentino, el Madrid nunca ha perdido frente al Atlético. Jamás se ha repetido un partido como éste en una final de Copa. Así que esta noche se enfrentan algo más que dos estados de ánimo. Se miden dos economías, dos mundos en el que el Atlético echa de menos los fichajes de Jesús Gil en 1992. Entonces había dinero para conservar a Futre. Ahora parece que no lo hay para retener a Falcao.
Cuando Luis dijo que estaba "hasta los huevos"1992 fue un año bisiesto en el que el Atlético todavía era uno de los grandes. Luchaba hasta el fin de los campeonatos con la huella de Jesús Gil que difícilmente hubiese consentido 14 años de derrotas consecutivas. Por eso esta final de ahora significa tanto para un Atlético en el que Simeone representa parte del espíritu de Luis Aragonés en junio del 92. Luis fue el hombre que gritó a sus jugadores en el estadio del Bernabéu que "estoy hasta los huevos de perder en este estadio".
Simeone será el que esta noche les recordará a sus futbolistas lo que les ha repetido todos estos días en Los Ángeles de San Rafael. "Cada año que pasa es una oportunidad menos para derrotar al Madrid". Y esta de hoy tiene algo por encima del desafío, sobre todo para Falcao, el delantero que ejerce de héroe en el Manzanares. Un hombre segurísimo en las dos finales europeas que ha jugado con el Atlético. ¿Acaso podrá estar hoy a ese nivel?
Cuando llegaba el ocaso de la QuintaFutre, que era la figura del Atlético hace 21 años, lo estuvo en el 92. No sólo destrozó a Chendo por la banda izquierda. También hirió de muerte la portería de Buyo. Por eso el Atlético se fija en ese espejo en el que se descarta lo imposible. Courtois quiere ser como Abel, el hombre que entonces le paró todo al Madrid. Gabi quisiera ser como Schuster, porque quien sabe si se volverá a repetir un momento como éste ante un Madrid que aquel año perdió la primera de las dos Ligas en Tenerife. Como ahora, navegada sin un rumbo claro. Tenía a Beenhakker, un entrenador que parecía rendido en el ocaso de la ‘Quinta del Buitre', lejos ya del equipo que ganó cinco ligas consecutivas. 21 años después, el Madrid es otra cosa. Sus símbolos proceden del extranjero. Mourinho ha castigado a mucha gente y ya no se sabe si tiene fuerzas para vivir todos juntos. Por eso se habla con poco entusiasmo de la final de Copa en Chamartín.
Cuando no existía TwitterAsí que el Atlético volverá a atacar esta noche el gobierno de Florentino Pérez, a recuperar los años perdidos y, tal vez, la igualdad de hace 21 años. Entonces todo estaba más nivelado. No se concebía que Madrid y Atlético prohibiesen las entrevistas a los futbolistas la semana antes de una final. Ahora, con las cuentas de Twitter de los futbolistas y los canales oficiales de los clubes, el problema está resuelto. Aún menos que el precio de las entradas llegase hasta los 270 euros, casi 50.000 pesetas de las de entonces. Quizá porque entonces, aunque Jesús Gil no fuese el ejemplo de mayor sensatez, el fútbol era un poco más racional. Y, por supuesto, el Atlético se sentía al nivel del Madrid. Algo de lo que, naturalmente, Courtois ni se acuerda. Tenía un mes de vida y vivía muy lejos, en Gante, en Bélgica
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