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El orgullo herido es del Barça

58 días después de unirse con los del Madrid para ganar la Eurocopa, los azulgrana disponen de la Supercopa para empezar a recuperar el poder perdido

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Sólo han pasado 58 días desde que los jugadores del Madrid y el Barça se unieran para ganar la Eurocopa. Excepto Silva, los otros diez titulares de Del Bosque en la final frente a Italia (Casillas, Arbeloa, Pique, Ramos, Alba; Xabi Alonso, Xavi, Busquets, Iniesta y Cesc) forman parte de la superproducción futbolística, que regresa esta noche al Camp Nou. Vuelve el clásico, quizá tan pronto como necesita el Barcelona para demostrar que lo del año pasado sólo fue un error, no un cambio de poderes. Quizá ese gol de Cristiano, que terminó con la Liga en el Camp Nou, fue decisivo para que se marchase Guardiola. Pero detrás de Guardiola todavía hay un equipo que quiere seguir viviendo, con futbolistas que, si tenían alguna duda, la resolvieron en la Eurocopa. Incluido Xavi que, después de un mal campeonato en Polonia y Ucrania, fue el mejor jugador de la final.

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La tensión es irreversible en un Madrid-Barça sobre todo a medida que crece el minutero. Da igual que aún estemos en agosto y que no sea mes, recién vencidas las vacaciones, para impacientarse. La teoría dice eso, pero la realidad es que el sistema nervioso no acepta consejos. Algunos como Dani Alves no necesitan ni entrar en el césped para calentarse. La pasada semana recordó a Mourinho que "el único, que es único, es Guardiola". Pero Dani Alves, como Luis Enrique en otra época, presume de su antimadridismo y ejerce, feliz, como tal. En otra época, Alves fue insuperable por la derecha, pero el año pasado le superó hasta Coentrao que, antes de jugar en el Camp Nou, parecía un impostor. Por eso en el calendario del brasileño viene de perlas una noche como ésta. Uno se acuesta más cansado cuando lo hace con el orgullo herido.

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La tensión es irreversible en un Madrid-Barça sobre todo a medida que crece el minutero

Hace justo un año, en esta misma competición y casi en la misma fecha, Mourinho acercó uno de sus dedos al ojo derecho de Vilanova. Seguramente, porque entonces ‘The Special One' había perdido el control. Pero ahora la cosa es diferente. Entonces el Madrid se sentía tan irascible como un mecenas sin un gran capital. Ahora ya no. La temporada pasada el Madrid hizo terapia y erradicó un complejo de inferioridad de años. Ni siquiera necesitó el balón para vencer al Barça y ganar la Liga en el Camp Nou. Su tropa, la de los portugueses, liderada por Coentrao y Pepe en defensa, se impuso a un Barça en el que Tello comprometió su reputación como extremo izquierdo. Arbeloa, a costa suya, salió licenciado de Barcelona sin necesidad de pegar tantas patadas como Gentile. La primitiva le tocó a Cristiano, que decidió con una paciencia infinita ante Víctor Valdes. Su vida hasta entonces no era así de paciente. Al menos, frente al Barça.

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El Madrid acabó con ese gobierno que ejercía el Barça desde la primavera de 2009. Entonces venció por 2-6 en el Bernabéu. Las consecuencias fueron tremendas. No sólo ganó ese partido. También la pelota. Durante años al Madrid se le nublaron los ojos ante el Barça. Pero ahora esa época parece anulada. El actual campeón es el Madrid y lo último que se imagina es que pueda perder por 5-0 como sucedió en la presentación ‘The Special One' en el Camp Nou como entrenador blanco. Quizá el Madrid no tenga mejores jugadores ni mejor equipo que el Barcelona, pero ahora mismo hay tantas dudas como recortes en el país. El Barça, que es el vencido, puede acabar con esa ola de calor esta noche.

El Barça ha ejercido cuatro años dictatoriales. Se trata, por lo tanto, de recuperar sin pánico lo perdido

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Después de jugar frente a una bicoca, como la Real Sociedad, el Barça de Vilanova vivirá su primer gran desafío. De entrada no se advierte impaciencia ni grandes cambios en un entrenador, que conserva la naturalidad de los 18 años. Pero sabe, porque lo ha dicho, que las comparaciones con Guardiola están esperando un perdedor y no un vencedor. En ese sentido Vilanova no lo tiene tan difícil. Ha cogido a un Barça que el año pasado no sólo fue amenazado por la derrota. También fue derrotado. Así que cuanto antes se obligue a regresar al forastero a su tierra, será mejor. La película del Oeste comienza esta noche frente a un Madrid en el que Mourinho sabe ser tan inteligente como Clint Eastwood. Hoy, no acepta el dramatismo. En realidad, el Madrid ya ha jugado con demasiado dramatismo frente al Barça. En su locura, Mourinho llegó hasta a alinear a Altintop de lateral derecho.

El partido no tiene nada de dramático. Faltaría más. Siempre será un trofeo menor la Supercopa. Es algo que sabe todo el mundo, niños y adultos. Y, naturalmente, Messi, que el año pasado decidió este título con un maravilloso ‘hat trick' en el Camp Nou. Pero los partidos frente al Madrid siempre van más allá de eso. Aunque se jugase en Indochina, seguiría siendo capaz de celebrarse como la última victoria de nuestras vidas. Basta recordar la época de Núñez en la presidencia en la que se esperaba la visita y la derrota del Real Madrid en el Camp Nou para resolver la temporada. La felicidad no pedía más.

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Hoy, ya no es suficiente, porque el Barça ha ejercido cuatro años dictatoriales. Se trata, por lo tanto, de recuperar sin pánico lo perdido. ¿Los jugadores? En realidad, siendo lo que más importa, no importa tanto. ¿Acaso va a cambiar mucho el Barça juegue Pedro o Cesc? El resto es de sobra conocido. Nadie concibe la vida sin la pelota y el que menos Messi, que no ha tenido una Eurocopa para curar derrotas. Y en el Madrid se espera que salga a concurso esa fiebre competitiva que Pepe contagia como nadie. Lo demostró el año pasado. En estos partidos, es algo más que un jugador. También es un modelo. De ahí que su perdida sea como un incendio para sofocar entre todos. Si realmente se logra, el grupo de Mourinho será capaz de todo como la última vez en el Camp Nou.

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