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Noche de boda

El Athletic liquida en 20 minutos a un Mirandés, muy orgulloso en la segunda parte

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El primer tiro fue de Iribas con intención y rapidez. No había tiempo que perder. Luego, Aitor Blanco, un central de 34 años, le quitó un balón a Muniain con una limpieza infinita. La pelota también declaraba la guerra y no pertenecía a nadie. Pero antes de que todo eso fuese alguna parte, el Mirandés ya no tenía solución. A los veinte minutos, perdía por tres goles y en los tres el Athletic operó con facilidad y sin histeria. Fue duro y realista para el Mirandés. De repente, volvió al kilómetro cero de esta Copa, a su vida proletaria. Sus defensas se convirtieron en muñecos: todos por igual, sin distinción para no diferenciar culpables. En el primer gol de Muniain se puede personalizar en Garmendia, que se tragó la pelota, pero no vale la pena. Luego, el portero Nauzet salió a por uvas en el tercero de Aurtenetxe. El segundo también los aplastó a todos. El balón corrió tan pancho por el área del Mirandés que no se sabe si ahí había defensas o fantasmas.

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Muniain, Iraola y Aurtenetxe alejaron muy rápido el peligro 

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Siendo realistas, esos defensas, que con diferencia son la línea más frágil del equipo, encontraron lo imposible. Pero anoche el partido tuvo diez minutos de revuelta. El resto fue un museo del Athletic. Y, si acaso, el Mirandés contestó alguna vez con Infante o Lambarri, a los que siempre se recordará como futbolistas de clase y con los que no vale decir si merecían estar o no anoche en San Mamés. Si saben ellos, como el resto del mundo, que toda la épica que había preparado Bilbao no fue necesaria esta vez. En realidad, no fue una noche para jugarse la vida. Sólo fue una prueba de que el Mirandés no era infinito y de que el Athletic ha encontrado el paraíso.

Ahora, no gana por carácter, sino por instinto con la pelota. Su leyenda dice otra cosa y propone a futbolistas duros y carismáticos como Licerazu, Dani o Urkiaga. Pero Bielsa es un entrenador más moderno. Ha encontrado un equipo maravilloso. Cada noche que sale el Athletic es noche de bodas. Juega sin fronteras y ha llegado a en un estado en el que ni los defensas tiran un balón al azar. En su vida no entran futbolistas vanidosos y ni siquiera Muniain, que nació con esa pinta, tolera ese retrato. Por eso la que realmente se cansa es la pelota, que corre mucho y rápido. Y eso también justificó la blandura inicial de los defensas del Mirandés.

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El partido se portó como merece una semifinal, una exhibición de juego 

En la segunda parte, cuando salió Muneta, el Mirandés fue el de siempre y recuperó su esencia. Infante se animó. Y demostró que entre él y los futbolistas del Athletic hay una diferencia. Infante casi siempre regatea y rara vez juega a un toque. El caso es que el orgullo contestó a la derrota que, aunque parezca lo mismo, no lo es. Y los dos goles de Aitor Blanco, que fueron los de los supervivientes, fue una prueba de ese Mirandés al que no arrodilla nada. El problema es que enfrente jugó el Athletic. Un equipo que tiene todo: ángeles y demonio. Se trata de Llorente, el delantero centro, un viejo conocido que, en tres minutos, logró dos tantos más. Un grito de placer, sobre todo la vaselina que anuncia una causa noble, la del Athletic, la de Bielsa y la de la admiración.

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Athletic: Gorka; Iraola, Amorebieta, J. Martínez, Aurtenetxe; Susaeta, Ander (Iñigo Pérez, m. 74), Iturraspe (San José, m. 59), De Marcos; Muniain (David López, m. 77) y Llorente.

Mirandés: Nauzet; Garmendia, Aitor, Caneda; R. García; Iribas (Borrel, m. 55), Martins (Nacho Garro, m. 68); Mújika, Lambarri, Infante; Alain (Muneta, m. 46).

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Goles: 1-0 M. 11. Muniain, tras fallo de Garmendia. 2-0 M. 14. Iraola, con toda facilidad. 3-0 M. 21. Aurtenetxe, de cabeza. 3-1 M. 57 Aitor Blanco, tars un rechace. 4-1 M. 71. Llorente, de extraordinaria vaselina. 5-1 M. 74. Llorente, a pase de De Marcos. 5-2 M. 85. Aitor Blanco, tras un rechace. 6-2 M. 87. Caneda, en propia puerta.

Árbitro: Undiano. Amonestó a Iribas, Amorebieta

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