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Que nadie tire aún la tele

ANTONIO SANZ

A ndaba la concurrencia hablando de Iniesta sí o Iniesta no, pero nadie reparó en Suiza. Estábamos tan convencidos de que sería coser y cantar que los protagonistas eran los únicos, con el seleccionador a la cabeza, que buscaron rebajar una euforia que en la península se trasladaba desde el cabo de Finisterre al de Gata. Andaba el personal apostando al favorito, que sigue vistiendo de rojo, con el convencimiento real del éxito.

El ultradefensivo esquema suizo nos apretó, maniató, ahogó, asfixió, irritó tanto, que terminaron por fundirse los plomos. Xavi, el faro, alumbró a medio gas provocado por una vigilancia extrema y nuestros depredadores del gol no encontraron destino. Así, nos cazaron a la espera, al acecho, nos dieron tanto el balón que nos cansamos de sobarlo pero a 25 metros de la portería. España cayó aferra-da al estilo y eso honra ante cualquiera. España recurrió al plan B, el de los extremos, pero tampoco se casó con el triunfo. España duerme como un león herido decidido a proclamar venganza.

La selección ganó con apuros a Arabia y Corea del Sur y goleó a Polonia en la previa. El clima en el grupo no podía ser mejor. Sólo algunos lamentaban empezar tan tarde el torneo. El seleccionador jugó al despiste con Suiza y no garantizó la titularidad de Iniesta. Andrés estaba listo y Del Bosque, clarividente, consideraba que el azulgrana, sin estar a tope, era necesario para el primer envite: vencer el primer día otorga una confianza suprema y te permite no convivir a contrarreloj.

El tropezón, tan inesperado como escasamente programado por los agoreros, va a servir de revulsivo al grupo, a unos jugadores que se animan para levantarse. El seleccionador medita unos primeros retoques que indican que volveremos desde el principio a los dos delanteros, Torres-Villa, que Cesc puede ayudar a Xavi en la creación, si no se recupera Iniesta, además de analizar si Busquets aguantará en el once. En todo caso, para aquellos pesimistas que nos recuerdan nuestra línea de fracasos, avanzarles que aguanten porque España encontrará esa rebeldía que olvide que un mal día lo tiene cualquiera.

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