MADRID.- A los 24 años, a una edad a la que ni siquiera lo lograron Ocaña, Delgado o Indurain, Alberto Contador (Madrid, 1982) ganó su primer Tour de Francia. Lo hizo frente a una generación que ya sólo existe en los libros de historia. A los 32, Contador ha ganado su tercer Giro de Italia (el segundo reconocido de manera oficial) ante una nueva generación, siete y ocho años más joven que él, orgullosa, incapaz de aceptar, como le pasaba a él, el gobierno de los más mayores. Ha ganado Contador a Fabio Aru, de 24 años, o a Mikel Landa, de 25, que le propusieron toda la batalla del mundo en el Mortirolo y, sobre todo, en Finestre. Pero Contador, como los viejos generales del pasado, resistió. Más que vencer, resistió.
Quizá el nuevo plan de acción de un ciclista que, sin querer, se nos ha hecho veterano. El tiempo no perdona a nadie y hasta es posible que haya nacido un nuevo Contador y que el ‘kamikaze’ del pasado dejase de existir. Pero, pese a todo, ha logrado ganar y la esperanza es que lo vuelta a hacer el próximo mes en el Tour de Francia frente a Nairo Quintana, 25 años, Nibali o Froome, de 30 años recién cumplidos.
Un tipo que hoy, con 32 años, resiste con el orgullo del líder o la responsabilidad del hombre que no deja de vivir por y para el ciclismo
Nunca fue fácil ser Alberto Contador. Ni hoy ni ayer, desde los 21 años cuando fue operado en el hospital Ramón y Cajal de un cavernoma cerebral, que entonces pudo acabar con su carrera ciclista. Ni siquiera en los tiempos en los que compartió equipo y director con Lance Armstrong, destinados, a los ojos del mundo, a hacerle la vida imposible. Pero Contador siempre fue un indomable en la bicicleta. Un tipo que hoy, con 32 años, resiste con el orgullo del líder o la responsabilidad del hombre que no deja de vivir por y para el ciclismo.
Su hermano Fran, que es su manager, promete que “no hay día que Alberto no se acueste por encima de las diez de la noche”, pero no sólo es eso. Hay más datos que confiesan a este nuevo Contador, que se marchó a vivir a Lugano, junto a las montañas suizas, donde encontró toda la paz del mundo, y que sigue siendo capaz de realizar entrenamientos titánicos como los de este último invierno en el Teide. Lo supimos a través de su cuenta de Twitter en la que relató un día de 200 kilómetros, 7 horas y media a 16 km por hora, 4.800 metros de subida, a 70 pedaladas por minuto, increíble, sin duda. Pero así es todavía su afán de curiosidad por la victoria.
¿Posible o imposible?
Lleva doce años de profesional en los que estableció sus propias leyes: no dejó de vencer o de vencerse ni de desafiar a lo imposible
Quizá ya tiene que ser así para seguir siendo como antes. En cualquier entrevista cara a cara con Contador ya casi siempre se habla de la fecha de retirada. Lleva doce años de profesional en los que estableció sus propias leyes: no dejó de vencer o de vencerse ni de desafiar a lo imposible como en aquella maravillosa etapa de la Vuelta a España 2012 en Fuente Dé. Así que ya alcanzó esa época de su vida, capaz de relativizar éxito y fracaso. “He llegado a ese momento, en el que ganar una grande al año, no cambia mucho mi palmarés”.
Quizá por eso ya no sólo se trata de luchar frente a a sí mismo, sino frente a la historia como pretende hacer este año, en el que no se da por satisfecho con el podio de Milán. Contador ha buscado “extramotivarse con el doblete Giro-Tour con un mes de diferencia” y ni siquiera descarta hacer la Vuelta. “Las cosas son imposibles hasta que alguien las hace posible”. Y entonces el ciclista todavía se reivindica con esa misma frase que siempre dijo a sus compañeros, en los mejores y en los peores momentos. “Mirad, chicos, estamos aquí para ganar. No sé qué porcentaje de posibilidades tengo y a lo mejor ni yo mismo apostaría por mí, pero si tenemos un 10% de posibilidades tenemos que intentarlo”.
Ahí sigue, por lo tanto, Contador, a los 32 años, 33 en diciembre, incansable frente a la motivación, responsable como la primera vez. Pero eso forma parte del equipaje que le acompaña desde que nació en el equipo ONCE de Manolo Saiz. Sin serlo todavía, ya poseía el orgullo de líder, la responsabilidad del hombre nacido para subir al podio. De ahí que siga siendo capaz de relatarnos días extraordinarios, días como los de este Giro en la contrarreloj, de 59,4 kilómetros, en Valdobbiadne, enfrentado a la lógica y, tal vez, a su pasado. “Desde que empecé a pedalear, sufría un dolor de piernas increíble”.
Pero ese día, épico y lluvioso, Contador, lejos de pedir perdón a las nuevas generaciones, les asestó el golpe definitivo. Sacó 2’28” a Aru y 4’42 a Landa y les demostró que las grandes vueltas todavía se pueden consolidar e, incluso, ganar en un solo día. Son las ventajas de los años y quizá, quizá, el nacimiento de un nuevo Contador.
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