Este artículo se publicó hace 13 años.
Muniain, la piedra filosofal de Bielsa
El navarro lidera a un Athletic que ya sabe ganar con 'el Loco'
Enrique Marín
Como si de un alquimista se tratara, y el aspecto lo trae de serie, Bielsa ha encontrado en Muniain su piedra filosofal. Allá donde ocurre algo interesante, allá está el navarro, capaz de convertir en oro la plomiza propuesta del Athletic y sacar brillo a esa iniciativa que el técnico argentino prometió y ayer exhibió sin contemplaciones.
Sin ser su pretensión, Bielsa ha usurpado ese sentimiento de pertenencia que tanto elogió a su llegada a Bilbao, hasta el punto de que parece que el Athletic es él y sus circunstancias. Ya sean los nostálgicos de Caparrós, los resentidos por la derrota en las recientes elecciones presidenciales o simplemente los escépticos, el caso es que el Loco está siendo mirado como si realmente lo estuviera.
Después de una derrota (Espanyol) y dos empates (Tranbzorspor y Rayo), el Athletic arrancó la Liga Europa con una victoria indispensable, no sólo por ser la primera de la era Bielsa, sino, además, por llegar ante el rival más débil del grupo. El Slavia, un grande venido a menos desde que en 1969 ganara la Recopa, fue menos rival de lo que reflejó el marcador.
Amnistiado Iraola, que recuperó la titularidad en el lateral derecho, y con Javi Martínez haciendo las funciones de central en ausencia de San José, Bielsa montó un equipo en el que la chispa de Muniain es fundamental para rentabilizar su entramado táctico. Bastaron unos segundos para comprobar las intenciones de uno y otro equipo. Nada más sacar de centro, Llorente amagó con retrasar el balón y ningún jugador del Slovan picó. La consigna dada por Weiss era clara: esperar. Así, con el Athletic empotrado en campo ajeno, el gol era cuestión de paciencia y una buena combinación entre Llorente y Muniain la finalizó Susaeta.
Sintiéndose aún más superiores, los leones ahogaban cualquier intento de los eslovacos por salir con balón. Sin embargo, fue bajar unos amperios la intensidad de su presión y el Slovan se encontró con el empate en un balón huérfano que Guedé apadrinó. Se podía pensar que con el 1-1 se vería otro partido, pero no fue así. El Athletic pronto recuperó la intensidad que Bielsa exigía a desde la banda y otra conexión de alto voltaje entre Llorente y Muniain valió el 1-2. El primero amortiguó el balón con el pecho y segundo lo controló, tiró un sombrero a Had y marcó con suavidad. El Athetic pudo irse al descanso con 1-3, pero esta vez, y con los papeles cambiados, Llorente no aprovechó el mano a mano que Muniain le habilitó ante Putnocky, justo antes de volar por los aires tras la salvaje tarascada de Had.
Salvo un par de sobresaltos al regreso de vestuarios, con un remate de Sebo al palo y una indecisión entre Iraizoz y Amorebieta, el Slovan no varió su guión, por lo que la segunda parte pronto empezó a estar de más. Demasiados minutos de la basura que el Athletic supo reciclar, mientras los eslovacos, impotentes, se limitaban a dar patadas y algún pisotón, como el de Guedé a Susaeta.
Bielsa movió banquillo, aunque quien de verdad mueve al Athletic es Muniain, la pieza filosofal de un equipo que ayer estrenó victoria. Falta le hacía. Y al alquimista, más.
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