El mejor chef del mundo cocina para los olvidados de Río las sobras del Parque Olímpico
"No es caridad"
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RÍO DE JANEIRO.- A Massimo Bottura no le interesa hablar de gastronomía; quiere hablar de cultura. Con mayúsculas. Entiende los platos como un gesto social y utiliza los alimentos y su elaboración para recordar el pasado y repensar el futuro. Por eso se acuerda del pan viejo que usaba su abuela para preparar “el mejor postre del mundo”. Le preocupan las toneladas de alimentos que se tiran a diario a la basura. El disparatado aumento de la obesidad y los millones de personas que mueren de hambre. Al mejor cocinero del mundo no le obsesiona estar en los fogones, sino con un pie en la calle.
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Por eso no dudó un segundo cuando el chef brasileño David Hertz le envío un mensaje y le dijo: “Te necesitamos en Rio de Janeiro”. Bottura contestó de inmediato: “Vamos allá”. Ambos se conocieron en Milán, cuando el italiano invitó al latinoamericano a ir a cocinar al Refettorio Ambrosiano de Milán, un comedor social que abrió en la ciudad italiana durante la exposición universal de 2015. La idea era utilizar los excedentes de comida que no se usaban en el evento para dar comer a la gente de la calle. A partir de esa idea, Hertz, que comanda la ONG Gastromotiva, donde enseña a cocinar a jóvenes de las favelas, le pidió a Bottura que hiciera lo mismo en Río de Janeiro durante las Olimpiadas.
Material no falta porque Brasil está entre los diez países que más despilfarra comida en el mundo: 41.000 toneladas al día van directas a la basura
Faltaban tres meses para empezar los Juegos y no habían encontrado ningún inversor interesado. Su compañero Hertz ya daba por perdido el proyecto cuando la mujer de Bottura insistió en seguir adelante. El italiano dio todos los ahorros de la ONG Food For Soul, que abrió tras el éxito del comedor social en Milán. “Decidimos que valía la pena, ese es el sentido de nuestra ONG, por eso apostamos fuerte en Río”, cuenta el chef.
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“Quiero ser como un amplificador y mostrar los problemas de la calle e intentar ofrecer soluciones”.
Los alimentos vendrían del catering del Parque Olímpico y del mercado de frutas y verduras Benassi. Material no falta porque Brasil está entre los diez países que más despilfarra comida en el mundo: 41.000 toneladas al día van directas a la basura. “Lo que cocinamos son los alimentos que al final no se llegan a usar, los excedentes, pero obviamente todo está en perfecto estado”.
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"No es caridad"
Este italiano insiste que lo que hace no tiene nada que ver con “caridad” porque si fuera así la “haría en silencio” y él quiere hacer mucho ruido: “Quiero ser como un amplificador y mostrar los problemas de la calle e intentar ofrecer soluciones”. Justo lo contrario que muchos brasileños, que, según el propio chef, “prefieren esconder a los pobres”, hasta tal punto que han tenido problemas para encontrar suficientes clientes en la mesa: “Comentan por ahí que han sacado a los mendigos de las calles por las Olimpiadas, muchos clientes nos dicen que falta gente”, murmura el chef.
Cuando las personas entran se quedan impresionadas: “Llegan cabizbajos sin saber qué se van a encontrar y salen felices, sonriendo”, dice una de las jefas del equipo de Bottura. El perfil es variado: desde personas mayores hasta niños pequeños como los del pasado jueves, que se quedaban alucinados con la mezcla del picante y el chocolate: “Se tocaban la garganta y se reían”, dice Bottura orgulloso.