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Mandzukic y los tatuajes de la guerra de los Balcanes

La personalidad del delantero croata, que juega esta noche ante el Real Madrid, está marcada por el niño que vivió la barbarie. Desconocido fuera del campo, se deja el alma en cada partido. 

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Mario Mandzukic sangrando en el partido de ida contra el Real Madrid. /REUTERS

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MADRID.- Un hombre que se refiere al campo de fútbol como "un anfiteatro moderno". Un hombre que anuncia mensajes de guerra en sus tatuajes y en sus besos al cielo. Y, por encima de todo, un futbolista que no llegó al fútbol para hacer amigos. Así es Mario Mandzukic (1986), una personalidad difícil, una consecuencia de su infancia en la que se refugió en Alemania con su familia, huyendo de la guerra de los Balcanes.

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Mario comparte ese oficio que le lleva a todas partes de la cancha, a cada salto, a cada pelea o a cada oración al árbitro

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Una personalidad única la de Mandzukic, difícil pero noble. Un hombre que, según dejó dicho en Alemania, tiene una misión en esta vida, "la de no estar siempre contento, porque siempre se puede conseguir más". De ahí esa legión de fotografías de animal herido que ya nos ha dejado en el Atlético en las que Mandzukic no ha engañado nadie. Antes de que la hinchada pudiese comprobar si sabía regatear o no, Mario ya había marcado sus primeros goles. Quizá porque él no comparte la pelota, comparte goles. Comparte, en realidad, ese oficio que le lleva a todas partes de la cancha, a cada salto, a cada pelea o a cada oración al árbitro.

Su vida es la del futbolista que no acepta las causas perdidas o que juega cada noche como si no hubiese más

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Su vida es la del futbolista que no acepta las causas perdidas o que juega cada noche como si no hubiese más. Todo eso se refleja en ese aire desaforado suyo en el césped, donde ejerce de último delantero y de primer defensa, sin remordimiento. Quizá sea su manera de reconocer sus limitaciones con la pelota en las que casi todo se hace un solo toque. Pero en un Atlético, acostumbrado al talento de delanteros centros como Agüero, Falcao o el mismo Costa, Mandzukic ha sabido defenderse así y prácticamente triunfar.

"No hay nadie mejor que él"

Hoy Mandzukic estará en el Santiago Bernabéu, en una noche para corazones duros, como le gusta a él, en las que jugar a todo o nada

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Hoy, ese mismo Mandzukic, a un mes de cumplir los 29 años, estará en el Santiago Bernabéu, en una noche para corazones duros, como le gusta a él, en las que jugar a todo o nada o en las que pelear a voz en grito contra Sergio Ramos. Quizá porque él, como expresan sus tatuajes, en los que se habla de valores, se crió así, en medio de una guerra, la de los Balcanes, que marcó su vida y su memoria.

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