Este artículo se publicó hace 13 años.
Una lucha contra el tiempo
Montepaschi, Maccabi y Panathinaikos son habituales en una cita donde los blancos, único equipo sin ningún campeón en su plantilla, llevan 15 años sin aparecer. Sólo Vidal y Prigioni no son novatos en la gran final
La juventud, la ilusión y el hambre de títulos son las armas más peligrosas de este Madrid. Como equipo, ninguno (Maccabi su rival, Montepaschi y Panathinaikos) en la final a cuatro que arranca hoy en Barcelona tiene el estómago más vacío ni más carrera por delante que la blanca.
Es el único de los cuatro participantes que no tiene en su plantilla a ningún integrante campeón de la Euroliga. Sólo dos, Prigioni y Vidal, saben lo que es competir en esta cita, aunque cayeron en sus cuatro participaciones con el Baskonia. Jóvenes como Llull, Suárez o Tomic están llamados a ser en su primera cita factores desequilibrantes si el Madrid quiere tener alguna opción.
Jóvenes como Llull, Suárez o Tomic deben ser claves en su primera cita
Incluso su entrenador, Lele Molin, no se podía ni imaginar hace un par de meses, cuando era ayudante de Messina, que podía estar al frente del conjunto blanco en Barcelona. Él mismo abrazaba ayer esa piel de cordero, ese papel tan cómodo de quien no se siente nada favorito y puede jugar sin presión. "Tenemos mucha ilusión con la que compensar nuestra falta de experiencia. Hemos llegado aquí poniendo todo lo que tenemos", sentenció Molin con toda su humildad.
Al posar junto al trofeo, justo a su lado el fotografiado era Obradovic, técnico del Panathinaikos, que representa justamente lo opuesto a la inexperiencia en las finales europeas de Molin como técnico principal, pues como ayudante acompañó a Messina en siete ocasiones, cuatro de las cuales ganaron. Hasta siete veces ha levantado el técnico serbio el máximo título continental en sus 11 participaciones (12 con la que arranca hoy) en finales a cuatro. Fue él también el último entrenador en conducir al Madrid a este evento (en el 96) y a la gloria europea en 1995.
Demasiado tiempo para un club de la grandeza del Madrid. Porque no sólo como equipo, también como entidad, el hambre de los blancos es mayúsculo. Es el único de los cuatro que tiene que remontarse a los noventa para ver sus últimas batallas en la élite europea. El humilde Montepaschi ha estado tres veces en la final a cuatro en lo que va de siglo. El Maccabi (campeón en 2005) ha estado en seis finales y también en la de la Suproliga que ganó en 2001, cuando la Euroliga se dividió en dos. Panathinaikos, campeón en 2000, 2002, 2007 y 2009, cuenta con cinco participaciones (también finalista en Suproliga) desde 2000.
El propio Molin reconoció que su "ilusión" compensa la "inexperiencia"
De modo que, paradójicamente, el Madrid es el más joven y el más viejo del lugar, que regresa con la ropa más nueva a una fiesta anual donde hace años que no se presenta y donde ya casi ni le conoce. Su lucha es la lucha contra el siglo, la lucha contra el tiempo.
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