No fue el mejor partido, no tuvo la puntuación soñada y predominó la defensa pero, a pesar de eso, fue un encuentro entretenido. Los aficionados al baloncesto pudieron disfrutar de alguno de los elementos que hacen grande a ese deporte, los nervios, la intensidad unos últimos minutos desenfrenado, con posibilidades abiertas y remontadas de todos los colores.
Sólo por eso la entrada valió la pena. No es tan sencillo ver en temporada regular partidos en los que se noten que la gente se juega mucho, que la derrota importa y duele como un dardo del peor enemigo, y de esa clase fue la que ayer sirvieron los dos equipos en el Olimpic.
Los mejores retazos del partido los dejaron Ilyasova y Navarro. El turco, que el año pasado estuvo cerca de ser defenestrado por su bajo rendimiento, ha demostrado ser un jugador excelente. Ayer anotó 11 puntos, lo cual no sería nada excepcional si no hubiese sumado a eso 15 rebotes. Es un joven de brazos kilométricos y si tiene actitud podrá llegar a cualquier parte. Materia prima hay.
El español, por su parte, es la piedra angular de todo el proyecto. La suerte de los azulgrana esta temporada dependerá del acierto de Navarro en los grandes días, un papel que hace tiempo aceptó de buen grado. Ha perdido parte del descaro que tenía en su juventud, parece un jugador más apaciguado, una bomba menos explosiva pero más dañina para el rival.
Sumó 18 puntos, capturó seis rebotes y repartió cuatro asistencias, número estelares en una Liga acostumbrada a las cifras modestas. Peca el equipo en ocasiones de depender demasiado de él. Sin duda es la estrella, el que debe jugarse los balones calientes y es el llamado a ser el mejor, pero en las canchas de baloncesto hay cinco jugadores por equipo y no existe éxito posible sin una aportación real de todos los compañeros.
Enfrente tenía a la gran sensación del año, la juventud descarada de Ricky Rubio acostumbrada a centrar las miradas pero que no estuvo bien. Errático, impreciso y con menos chispa de lo habitual. Es normal a su edad que la regularidad se esconda de cuando en cuando. Ricky no es infalible y ayer no hizo lo que mejor sabe, ni asistió ni robó balones, no dirigió con astucia. A cambio la Penya encontró otro canterano para tirar del carro. Le tocó el turno a Pau Ribas, con una mano privilegiada y 11 puntos en su haber. Otro jugador a seguir en el futuro de la 'penya' e incluso de la selección.
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