Este artículo se publicó hace 16 años.
Implacable Barça
Los azulgrana resuelven el clásico con una contundente victoria sobre el Madrid (87-67)
Al final, resultó que la igualdad no era tal, que las estadísticas habían jugado al despiste y habían dibujado a un Madrid mucho más fiero de lo que ha sido hoy. Enfrentado al Barcelona en el Palau, el equipo dirigido por Joan Plaza empequeñeció de tal manera que sólo Reyes pudo librarse del contundente envoltorio con el que los azulgrana amarraron a su eterno rival, justificado objeto de la chanza de la afición de casa. Liderado por Navarro, el Barça sólo concedió un cuarto al Madrid, incapaz de replicar al resolutivo entramado de los Xavi Pascual.
El asunto apuntaba a un diálogo entre Navarro y Reyes, soberbios ambos en sus quehaceres: letal en la larga distancia la Bomba, demoledor el pívot madridista en la zona azulgrana. La impresión, parcialmente cierta -cada cual ejerció de desatascador para su equipo cuando las cosas se complicaron-, fue enseguida matizada por todo un elenco de actores secundarios que también reclamaron su parcela de protagonismo.
El Madrid se ahogóLo hizo Sada, en su faceta de defensor-lapa que roba y asiste: hasta 12 asistencias acumuló el base azulgrana, una auténtica munición para sus compañeros. Intentó emularle Mumbrú, estilete madridista desde la línea de tres junto a Thomas, pero ambos se diluyeron superada la primera parte. Y también Fran Vázquez, que protagonizó un inicio de segundo cuarto tan potente como fugaz. Los atacantes se impusieron a los defensores y la igualdad presidió el marcador hasta que el Barça, con una actuación más coral que los discípulos de Plaza, logró dar un empujón que culminó Andersen con heterodoxo triple sobre la bocina del descanso (44-33).
Incapaz de socavar el eficaz ataque azulgrana, el Madrid optó por cargar el suyo sobre Bullock, casi siempre garantía de éxito. Lo fue también este sábado, pero el escolta estadounidense se encontró demasiado solo, tapado como estaba Mumbrú por Basile y vigilado Reyes por los pívots del Barça. Con la máquina engrasada y funcionando a niveles de productividad más que estimables -al descanso, el acierto azulgrana en los tiros de dos y de tres superaba el 60%-, al equipo de Pascual le resultó relativamente sencillo mantener al Madrid a raya, dominar el encuentro y acumular una ventaja tan generosa que abonó la justificada euforia del Palau (65-47).
Por no tener, el Madrid ni siquiera tuvo el recurso de la defensa en zona que tan buenos resultados le había dado en Moscú y que, esbozada tímidamente en el Palau, recibió la disuasoria réplica de Ilyasova y Sada, en forma de triples. Sin más referente ofensivo que Reyes, la maquinaria blanca se reveló insuficiente para competir la compensada plantilla del Barça que, ante el eterno rival, sumó su octavo triunfo consecutivo.
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