Este artículo se publicó hace 14 años.
Ídolos en territorio hostil
Casillas e Iniesta. Sus roles con La Roja han hecho crecer ese raro cariño en casa del ‘enemigo'
Resulta difícil odiar a Iniesta (26 años), un chaval que calla por no molestar y, sobre todo, un excelso futbolista que hizo feliz a todo un país el pasado 11 de julio, cuando ejecutó un derechazo eterno que selló para siempre el primer título mundial de España. Eufórico, el manchego corrió hacia el banderín de córner despojándose de la zamarra azul y mostrando al cielo una camiseta blanca de tirantes con un mensaje, "Dani Jarque siempre con nosotros", en honor a su amigo espanyolista fallecido de muerte súbita en agosto de 2009. Minutos después, aún conmovidos, millones de espectadores volvieron a emocionarse con el beso apasionado de Casillas (29 años) a Sara Carbonero, periodista y novia del portero. Semejante arranque tuvo mérito por espontáneo y por valiente, pues fue un inequívoco acto de desagravio público hacia una mujer que había sido objeto de injustos y desaforados ataques durante todo el campeonato.
Son dos gestos generosos que brotaron del corazón y que, cosa rara, les convierte en futbolistas admirados, incluso queridos, por todos los aficionados españoles, también por los del más encarnizado club rival. "Sencillo y educado". Así ven la mayoría de aficionados madridistas a Iniesta y los culés a Casillas.
Los roles de Casillas e Iniesta en el Mundial -si el gol del centrocampista fue definitivo, no menos decisivas fueron varias paradas del portero- han hecho crecer ese raro cariño que se les profesa en casa del enemigo desde hace años. De hecho, Juan Palacios, candidato a la presidencia del Madrid en 2006, asegura que tenía atado el fichaje del manchego azulgrana. Y el guardameta de Móstoles, cuestionado por varios directivos durante el primer mandato de Florentino, fue objeto de deseo del Barça.
Ambos presentan una cartilla de méritos deportivos innegables, pero cuando la mercadotecnia y los jugadores de diseño amenazan con devorar al fútbol, una personalidad como la de Iker o Andrés cotiza alto. "Me gusta su forma de ser, fuera tatuajes, fuera noches, fuera discotecas y dedicado al deporte, que para eso están muy bien pagados. Es una vida muy corta y se deben dedicar al fútbol", explicó Palacios en su intento de contratar a Iniesta. Un argumento aplicable sin un solo pero a Casillas. "Aparte de un gran jugador me parece una persona muy normalita. Es sencillo, educado y, sobre todo, respeta a los contrarios", opina Manuel Sierra, presidente de la Peña barcelonista Joan Gamper de Huelva.
Bajo la lupa ‘paparazzi'Y eso que el capitán del Madrid y de La Roja está pagando un costoso peaje por esa relación sentimental con Sara Carbonero. Antes del Mundial ya sufrían el acoso de la prensa del corazón, pero el famoso beso desató la voracidad de una jauría de paparazzis que les persiguen día y noche. El acoso hizo mella en el carácter de Casillas, que tardó varios meses en asumir su nueva e impuesta condición de personaje popular por cuestiones extra deportivas, durante los cuales se mostró más huidizo y taciturno de lo habitual. El paso de las semanas y el buen arranque liguero del Real Madrid le han aliviado y vuelve a ser el que era.
Las figuras de Iniesta y Casillas se agigantan sobre el césped, sobre todo en citas estelares como la de esta noche. En los días previos, cuando algunos sólo buscan polémica o salsa, son poco menos que invisibles. Su sensatez no vende. "Todo lo que no sea hablar de fútbol es perjudicial, espero que el partido no se vuelva peligroso", advirtió el albaceteño hace días, en plena trifulca Preciado-Mourinho, refiriéndose al clásico. También por aquellas fechas, y al hilo del enfrentamiento verbal entre los técnicos del Sporting y el Real Madrid, al cancerbero de Móstoles no le costó alabar públicamente al entrenador barcelonista: "Guardiola es un ejemplo para todos". Esa mesura compartida encandila.
No te pueden caer mal dos tipos sin dobleces, que aúnan candidez y sinceridad incluso en situaciones peliagudas como la vivida por Casillas el pasado martes en la Liga de Campeones. El Madrid ganó 0-4 al Ajax, pero Xabi Alonso y Ramos forzaron su expulsión. En caliente, a pie de césped, el portero fue todo lo explícito que pudo: "Ha sido por un tema de cosas. Había que dar una consigna a un jugador y, bueno, Jerzy (Dudek) ha venido a mi portería y de ahí lo hemos intentado transmitir al resto de compañeros. Por suerte, salió bien".
Hace tres años, con Rijkaard en el banquillo del Barça, Iniesta aún no era titular indiscutible. El entorno mediático más afín al albaceteño clamaba contra tal situación e incluso buscaba una manifestación pública de queja del propio afectado. No la hubo. "Yo siento que el entrenador confía en mí. Esta temporada estoy jugando muchísimo, lo que pasa es que nos quedamos con las veces que no actúas", dijo el centrocampista. Y su vocecita acalló para siempre a los aduladores.
Casillas e Iniesta son humanos. Y, llevados a situaciones límite, explotan. A su manera, claro. En el clásico del año pasado en el Camp Nou, el manchego sorprendió a la audiencia cuando, visiblemente enfadado, mandó callar a Cristiano. "Me dijo que no me tirara y él no es el más indicado para hablar de eso", argumentó. También la pasada temporada, Casillas perdió los nervios durante el calentamiento en Mestalla y, dirigiéndose a un niño que, ubicado tras su portería, le insultaba, le dijo: "Tienes que tener más educación, que tienes 10 años".
Por todo eso, ambos, Andrés e Iker son ídolos en territorio hostil.
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