Este artículo se publicó hace 17 años.
En huerto ajeno
Para empezar tengo que decir que no entiendo por qué, por ser escritora, aparezco en una sección con este nombre. Nada es lo que parece.
Para empezar tengo que decir que no entiendo por qué, por ser escritora, aparezco en una sección con este nombre. Nada es lo que parece. Si lo pensamos un poco podríamos llegar a la rápida conclusión de que estoy más en "huerto propio" que ajeno, teniendo en cuenta que las noticias de deporte cada vez tienen más literatura (qué me decís de esa revisión de Romeo y Julieta protagonizada por Hamilton y Alonso). Quizás la política nacional debería incluirse ahora en la sección de Deportes (con foto de Zapatero y Rajoy jugando al ping-pong en un garaje) y la cultura se trasladaría a la páginas de Política (vaya discurso el de Boadella a
los catalanes).
Incluso creo que estoy en condiciones de demostrar que en el panorama deportivo hay más imaginación que en toda la obra de Italo Calvino. De hecho, deberíamos reivindicar desde ya mismo las retransmisiones televisivas de algunos deportes que podríamos llamar "de autor": ¿A quién iba a importarle Nadal o la Liga ACB sabiendo que en esos instantes se está librando el Campeonato del Mundo de Tiro con Tirachinas? El nuevo ídolo de los adolescentes pasaría a ser un saltador de comba de elite (tiene su mérito, hay registrados hasta 400 tipos de saltos distintos) y los domingos se pondría de moda quedar con los colegas para practicar el Chess-boxing: un invento alemán de lo más completo, en el que los jugadores -una combinación perfecta de fuerza física e intelecto-, juegan al ajedrez dentro del cuadrilátero durante dos minutos y se dan de tortas durante otros dos, alternativamente. Y ahora que me digan que el deporte no crece en el mismo huerto que la ficción.
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