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Entrevista a Sacha Kruithof

Érase una vez un niño que jugaba a la pilota valenciana y que soñó con conquistar Nueva York

Plano de Sacha Kruithof, deportista de élite en pilota valenciana, en la serie 'Sacha en Nueva York'. — Imagen cedida por la productora

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madrid, Actualizado:

Sacha Kruithof es un joven jugador profesional de pilota valenciana (pelota valenciana), un deporte que se practica en el País Valencià donde dos oponentes, de manera individual o por equipos, se enfrentan golpeando una pelota con la mano. La pilota valenciana es tradición y cultura de un pueblo. Un deporte que es más que un deporte para los valencianos y que cuenta con siglos de antigüedad. Forma parte de una identidad local, que a su vez, paradójicamente, tiene vocación global y resuena con fuerza tanto en Euskadi como en Nueva York.

Kruithof, además de contar con una larga trayectoria como pilotari, se ha convertido en el protagonista de la serie documental Sacha en Nueva York, que se estrenará en À Punt el próximo 4 de julio a la 22.45 horas, donde cuenta su viaje a Estados Unidos para competir con los mejores jugadores de la ciudad de los rascacielos y de las 2.000 canchas. Lo hará en la modalidad de one wall, la versión yanqui de nuestra pilota valenciana o pelota vasca.

Sacha es de origen holandés y nacido en Orba, un pequeño pueblo del interior de Alacant de unos 2.000 habitantes. "Es una persona de carácter muy carismático y personalidad arrolladora", explica Àlex Martínez, director de la serie documental que emite À Punt. "Siempre ha practicado muchos deportes y podría haber triunfado en cualquiera de ellos, pero decidió apostar por un deporte local, enraizado a su tierra", añade el realizador valenciano, uno de los fundadores de la revista Ferida, una premiada publicación sobre pilota valenciana, y director del programa La Travessa de la radio pública valenciana.

Cuando era adolescente, Sacha descubrió que Estados Unidos "está lleno de canchas de one wall, un deporte muy similar a la pilota valenciana" y "a partir de ahí, empezó a competir por todo el mundo", cuenta Martínez. ¿Qué pasaría si desafiaras al mejor jugador de Nueva York y lo grabáramos en una serie documental? A partir de esta pregunta, ambos se pusieron a trabajar para hacer un contenido deportivo, "a la vez que muy humano", según relata el director.

Sacha ostenta un palmarés que quita el hipo: se ha proclamado campeón de Europa sub-15, sub-17 y sub-19, campeón del mundo absoluto dos veces, campeón de Europa dos veces y mejor jugador del mundo de one wall en 2022.

¿Será capaz este joven de Orba de batir a los mejores jugadores de Nueva York? Kruithof nos cuenta de primera mano todos los detalles de su historia en conversación con Público.

¿Cuál es tu primer recuerdo relacionado con la pilota valenciana?

Pues jugando. Empecé a los cuatro años jugando en la pared de mi vecino. Todos los días, cuando terminábamos del cole, yo comía y me faltaban piernas para ir a jugar... Y despertarle de la siesta. Él siempre levantaba a la persiana diciendo "¡Estoy durmiendo!", pero, cuando la bajaba, me volvía poner a jugar.

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Al final vengo de un pueblo que se juega a la pilota valenciana y, aunque he hecho muchos deportes durante muchos años y me costó decidirme, de pequeño siempre iba con una pelota en el bolsillo a todas partes.

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¿Cómo nació tu amor por el deporte y cómo te enganchaste al juego?

Pues mi hermano jugaba y yo iba todas las tardes a decirle a su entrenador que yo también quería jugar. Tenía cuatro años. También, le decía muchas veces a mi madre "yo quiero jugar". Así, hasta que un día los dos se cansaron y me dejaron inscribirme.

Ahora los niños empiezan muy pronto, hay categorías hasta de dos años, pero antes se practicaba a partir de los seis. Yo fui una excepción, me dejaron inscribirme en la escuela porque insistí mucho. 

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¿Cómo definirías este deporte para una persona que todavía no lo conoce?

Se juega con una pelota y con la mano. Por hacer un símil, es como el atletismo, un deporte con muchas modalidades que, en este caso, básicamente, se dividen en juego directo, que sería un poco como el tenis; y juego indirecto, que es contra la pared, similar al frontón.

El juego indirecto es el más sencillo porque, simplemente, tienes que pegar con tu mano a la pelota y que llegue a la pared. Si consigues que la pelota dé dos botes, el rival pierde un punto.

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Lo que ocurre es que hay muchas modalidades, es un deporte muy diverso y, en cada lugar, hay unas reglas distintas. Esto, en parte, es positivo porque conlleva una diversidad y riqueza deportiva y cultural bestial; pero, por otro lado, dificulta el poder explicar cómo se juega, ya que depende de a quién le preguntes.

¿Qué modalidad prácticas?

Yo practico one wall, que es la más sencilla y, digamos, la más internacional y universal. Se trata de un frontón sin pared izquierda, a diferencia de la modalidad de pelota vasca, y se utiliza una pelota de  goma, tipo la de frontenis. Se diferencia del frontón en que no hay línea en la pared, sino que sacas y, a partir de ahí, tienes que intentar mover al rival para que la pelota dé dos botes o que la otra persona no llegue. El truco está en tirar la pelota lo más baja posible, lo cual no es fácil, ya que tienes que tener muy buen control y el juego, además, es muy rápido.

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Además de one wall, también practico una modalidad belga llamada llargues, que es la más antigua del mundo. Empezó a practicarse en París, bajo el nombre de jeu pommes. Se jugaba en la calle y es una forma de juego directo: un equipo se enfrenta a otro en una pista delimitada. Esta se practica internacionalmente, pero no tanto como el la forma de jugar estaounidense, que es la más extendida.

¿Vives profesionalmente de la pilota? Debe ser complicado como meta de futuro para cualquier persona…

Sí, vivo de eso. Aunque la pilota se vea como algo regional, si cambiamos la forma mirarla, es un deporte global. Aunque mucha gente no lo sepa, ni se lo espere, se practica en muchos lugares del mundo. Lo vemos como algo local pero, si la pilota valenciana la llevamos al one wall, se convierte en internacional: hay un circuito americano, uno europeo, competiciones por todas pares… En el País Valencià lo vemos como algo muy local, por lo que son pocas las personas que acaban dedicando su vida a ello.

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Tú eres de Orba, un pequeño pueblo alicantino de poco más de 2.000 habitantes. ¿Allí es habitual la práctica de este deporte o tu hermano y tú fuisteis una excepción?

No, no, yo no inventé la pilota en Orba. En general en la comarca de la Marina Alta hay mucha tradición. Sin embargo, depende mucho del lugar: hay sitios donde es el deporte principal y sitios, sobre todo si te vas acercando a Alacant, donde no lo hace casi nadie.

¿Qué significa la pilota valenciana en el País Valencià? ¿Qué valores esconde más allá de lo deportivo?

Yo creo que, por lo general, somos una sociedad que no valora mucho lo que tiene. No es solo por la pilota, sino que hay muchas otras tradiciones que pasan desapercibido. Tenemos que dejar de pensar que las modalidades valencianas solo se practican en València y darnos cuenta de que tenemos cosas que son iconos, que se pueden ofrecer al resto del mundo.

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Yo siempre digo lo mismo: cuando somos pequeños no hay árbitros en los partidos, así que, si la pelota nos da en el pie o vota dos veces en suelo, levantamos las manos, asumimos que hemos perdido y nos olvidamos. Con esto me refiero a que se fomentan mucho los valores de la honestidad y del compañerismo, hasta el punto de que todos compartimos vestuario.

Es muy bonito ver la reacción de los padres que vienen del fútbol u otros deportes más competitivos, donde todo son gritos y malas palabras, cuando ven un partido de pilota. Es como si se dieran cuenta de los valores que quieren que tengan sus hijos.

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Sacha Kruithof, jugador profesional de pilota valenciana, abrazando a otro jugador en la serie documental 'Sacha en Nueva York'. — Imagen cedida por la productora

¿De qué manera apoyan las instituciones la práctica de este deporte? ¿Notaste diferencia con EEUU?

Las instituciones, más o menos, nos ayudan a practicar el deporte, para seguir fomentando la cultura local. El País Valencià da mucho dinero a nivel institucional, unos cinco millones de euros de presupuesto. Sin embargo, yo creo que la pilota valenciana es un deporte que debe evolucionar, que debe ir acorde con los nuevos tiempos.

La vida evoluciona muy rápido y nos tenemos que adaptar, ya que a nivel de patrocinadores y demás se podrían hacer muchas cosas más. En EEUU, al igual que en Bélgica, la financiación depende más de lo privado. El deporte lo mueven más las marcas y patrocinadores.

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Ahora bien, en València, ¿podría haber más apoyo? Sí, pero, no creo que sea la causa de que la pilota no sea más conocida.

¿Cómo valoras la situación actual de la pilota valenciana? ¿Se practica más que antes?

Yo creo que en las escuelas sí. Donde la pilota sufre es una vez se pasa la etapa de la infancia. Hay muy pocos grupos amateur que lo practiquen y ahí es donde tienen que trabajar las federaciones y la Conselleria: en lograr que los niños se mantengan en el deporte cuando llegan a la adolescencia.

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Volviendo a la serie y a tu trayectoria como deportista de élite, ¿Cómo surge la idea de competir en Nueva York con los mejores jugadores de la ciudad?

Empezando por el principio, con siete u ocho años vino William Polanco, quien después sería mi mentor, al País Valencià a hacer una exhibición. Yo ahí no sabía ni que era eso del one wall.

Cuando tenía unos diez años, la Federación hizo una competición donde yo participé y, como tres años después, me convocaron para unos entrenamientos, porque había un europeo en Bélgica y querían participar como selección. Ganamos el europeo sub-15 y a mí me encantó.

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A partir de ahí, empecé a indagar y vi que había un torneo en Holanda y dije: "Tengo que ir". Recaudé unos 300 euros con las empresas de mi pueblo y me compré un vuelo, sin decirle nada a mi madre, porque tenía 14 años y no me iba a dejar viajar solo. Cuando se lo dije, le vendí bien la moto y, al final, fui.

Poco a poco fui conociendo a más jugadores y volví a coincidir, en Londres, un año después, con William Polanco, el mismo que vino a València cuando yo tenía ocho años. Allí, empecé a darle la lata con que yo quería ir a Nueva York, que había visto vídeos en Youtube y, en definitiva, a insistir hasta que accedió a llevarme.

Con 17 años, cuando aún no era mayor de edad, me fui a Nueva York y estuve en su casa durante dos meses y medio. Ellos son dominicanos y, de hecho, la madre no hablaba inglés, sólo español. Allí yo estaba en el paraíso, ya que hay unas 2.000 canchas de one wall y se puede jugar a todas horas con mucha gente.

Sin spoilers, pero, ¿qué tal se te dio competir con los mejores jugadores de EEUU?

Bien. Hubo victorias y derrotas. El comienzo fue duro pero, se remontó hasta llegar a la partida final, muy intensa y ajustada.

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