Dos toques de Valero

Los entrenadores proponen y los jugadores disponen. José Luis Oltra sabía cómo trabar el juego sedoso y letal del Villarreal montando una tupida red. Y funcionó. Bruno, Valero y Cazorla se encontraron de salida sin espacios, enredándose en la madeja andaluza que hiló finamente el técnico almeriense.

Hasta que Borja Valero sacó una falta para que el canterano Català rematara sin oposición de cabeza inaugurando su palmarés goleador. Oltra se desesperó viendo el agujero de una retaguardia que en su pizarra estaba dispuesta contra esas jugadas de estrategia. Luego fue Valero quien repitió saque de falta para rematar al disciplinado conjunto rojiblanco.

El Almería, pensado para defender con lustre, tuvo que cambiar muy pronto el guión. Y aunque se aplicó en ataque, resultó inofensivo en la creación. Por eso lo fió todo al tipo de jugada que precisamente le ahorcó mediada la primera parte. Fueron Míchel y Corona los que, a balón parado, inquietaron a Diego López, providencial al filo del descanso.

Los andaluces tutearon al Villarreal en el buen trato del balón, pero les faltó la mordiente y pegada de los castellonenses, que con poco sacaron mucho.

El equipo de Garrido volvió espeso de las navidades, de modo que suplió su habitual buen juego por la eficacia sin alharacas. Cambió el brillo por el oportunismo. Borja Valero se erigió en el jugador ventajista que saca su pierna derecha a relucir cuando fallan otrosargumentos.

Sacó la falta que Català aprovechó para poner en evidencia la estrategia andaluza, y puso tierra de por medio cuando el Almería se animó estirando líneas. El Villarreal se limitó a zarandear el árbol lleno de tupidas ramas del Almería y recoger sus frutos. Diego Alves, cuando el partido estaba visto para sentencia, evitó males mayores.