Domantas Sabonis: el hijo del mito perpetúa la leyenda sobre la cancha
El jugador más joven de la historia del Unicaja debuta hoy en la Euroliga. Llamado a ser una estrella, al 'heredero' de Arvydas se lo rifan en Estados Unidos
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El chaval tiene 17 años, vive en Málaga y habla con el mismo acento y muletillas que cualquier joven de la zona. El padre, cuando lo ve jugar, actúa como el típico progenitor, muy pendiente desde la grada, sin parar de hacerle fotos. Pasarían por una familia cualquiera de la ciudad andaluza, si no fuera porque los rasgos y el apellido les delatan. "Tiene pasaporte lituano, pero lleva aquí toda la vida y es un malagueño más", cuenta Francis Tomé, técnico del filial del Unicaja, de Domantas Sabonis (Portland, 1996), hijo del mítico Arvydas, y que debutó el pasado fin de semana en la Liga Endesa. Hoy lo hace en la Euroliga ante el campeón, Olympiacos. Su futuro es prometedor, a corto plazo en Unicaja y a medio en la NBA.
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No es un apellido cualquiera el del expívot de equipos como Zalgiris, Portland Trail Blazers o Real Madrid. Una leyenda europea y tan respetado en EEUU que tiene un lugar en el Salón de la Fama de la NBA, algo al alcance de pocos en el viejo continente. Sin embargo no parece pesarle a Domas, como le apodan cariñosamente. "Para él no supone una losa, es un chico totalmente normal, no tiene presión por ser hijo de quien es", afirma Tomé.
Algo que demostró el pasado fin de semana, cuando se convirtió en el debutante más joven de la historia de Unicaja, con 17 años, 5 meses y 10 días. Su bisoñez no le impidió firmar un estreno prometedor, al anotar 6 puntos y capturar 3 rebotes en sólo 15 minutos. Desde la grada no se le notaba, pero Domantas estaba, como es lógico, muy nervioso. "Al final me dijo que al lanzar unos tiros libres pensó: Voy a tirar una piedra y me da igual si no entra, pero por favor que toque el aro". Y entraron.
"Es muy maduro para su edad y esto al final lo transmite en la cancha", dice de Domantas el que fuera su técnico en el filial de Unicaja"Es que no parece un adolescente", comenta el que fue su entrenador la temporada pasada. Lo conoce bien, charlan habitualmente, le cuenta sus confidencias. "Es muy maduro para su edad y esto al final lo transmite en la cancha". Ni le pesa el apellido ni se aprovecha de él; tiene un estatus económico diferente, pero es muy humilde. "No va de nada", defiende Tomé. Todo va muy rápido para él, y, pese a ello, mantiene los pies en el suelo. Hace tiempo que se acostumbró al circo del baloncesto, ya que lo mamó desde la cuna. "No se va a volver loco por este revuelo".
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Probablemente se lo debe a su familia y amigos. Domas vive desde pequeño en Málaga con su hermano Tautvydas, que le saca cuatro años, y Austrine, la menor de los Sabonis. Zygimantas, el mayor, reside en Madrid. Una familia cuidaba de ellos cuando eran críos y, ahora que ya han crecido, les siguen ayudando en las tareas domésticas. Los padres, que los visitan de cuando en cuando, están afincados en Lituania. Los negocios de Arvydas, que además es presidente de la federación de baloncesto del país, le obligan a ello.
Debe decidir si seguirá en Malagá o marchará a EEUU, donde se lo rifan
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El pequeño de los Sabonis apenas tiene tiempo en su vida. Está muy implicado en sus estudios de Bachillerato en un colegio inglés de Torremolinos, al que van o han ido todos los hermanos. Tan comprometido está con su formación que tenía una gran preocupación por si podría compaginarla con el baloncesto cuando lo promocionaron este verano al primer equipo. Pretende acabar el colegio este año, como le corresponde, y decidir después hacia dónde orientará su carrera académica, cuestión que aún no ha resuelto. Se debate entre la NCAA norteamericana o continuar en Málaga, en la que está encantado. Su nuevo rol en el equipo y la confianza del técnico, Joan Plaza, también han tenido bastante que ver.
Toda una dicotomía, ya que ofertas de Estados Unidos no le van a faltar. La familia ha visitado universidades allí y ya se lo rifan por las maneras que apunta y por la influencia de su padre, que mantiene su prestigio intacto. Se lo labró desde que aterrizó en Portland en 1996 y quedó a las puertas de ser elegido Mejor Sexto Hombre de la temporada en su estreno en la NBA. Un tal Kukoc le arrebató el galardón el año en que nació Domantas, que adora a su padre. Si Arvydas es un ídolo para muchos aficionados al baloncesto, para sus hijos es el más grande.
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Pero aún le queda un largo camino para parecerse a él y continuar honrando el apellido Sabonis. Ya ha heredado algunas cualidades, como el conocimiento del juego y el pase de pelota. Aprende rápido, es buen reboteador y, pese a su fortaleza, aún tiene que ganar peso y músculo suficiente para sus 2,09 metros. "Lo conseguirá, pues tiene estructura para ello", afirma Tomé, que confía en sus posibilidades. "El techo se lo va a poner él mismo".
Tan prometedor es su futuro como enorme su timidez. A vencerla seguramente le ayuda con sus habituales bromas Tautydas, el mayor aficionado al baloncesto de la familia y jugador del filial malagueño. Muy responsable, de escasas palabras y poco dado a hacer chanzas, se ha ganado el respeto de sus compañeros, pese a ser el novato y llevarse bastantes años con algunos. "No lo tratan como a un junior, sino como a un jugador más. Saben que va a entrar a la cancha y que es uno más del equipo", explica Tomé. Se lo ha ganado al competir todos los días como el resto. No salta ni va al choque con miedo, no se queja de los golpes. "Se empuja y pega contra gente que pesa mucho más que él".
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Con ellos debuta esta tarde en la Euroliga (20:30 horas) ante Olympiacos, los campeones. Estreno espectacular. Les recibirá un ambiente infernal; el mismo que soportó y contra el que luchó Arvydas hace ya años. La afición griega volverá hoy a escuchar el apellido Sabonis, y quién sabe si temblará otra vez.