El Atlético de Madrid se llevó a primera hora de la mañana de este viernes una noticia tan inesperada como poco agradecida. Una noticia tan aparentemente buena, como es que su portero titular pueda jugar las primeras semifinales de Champions del club en cuarenta años, se torna en un aprieto. Porque en realidad Courtois no debía jugar estos dos decisivos choques ante el Chelsea, equipo al que pertenece. Nadie lo había prohibido, pero existía una cláusula en el último contrato de cesión entre ambos clubes que estipulaba que los rojiblancos debían de pagar tres millones por choque de semifinales. Y, desde luego, el conjunto del Manzanares, con una economía maltrecha desde hace años, aunque recuperándose con sus últimos hitos, no estaba por la labor de abonar tal cantidad.
La UEFA comunicaba que este pacto no es legal, según sus normas, y, por tanto, el Atlético no debe pagar para alinear al meta belga, uno de los mejores del mundo. 'Tanto el Reglamento Disciplinario de la UEFA como el de la UEFA Champions League contienen disposiciones claras que prohíben estrictamente que cualquier club ejerza o pueda ejercer cualquier tipo de influencia para que los jugadores de otro equipo puedan o no participar en un partido', afirmaba el máximo organismo del fútbol europeo.
'De ello se desprende que cualquier disposición de un contrato privado entre clubes que funcione de esta manera y pueda influenciar a un equipo en un partido es nula, inválida e inaplicable', continuaba. El Atlético, por tanto, está ahora casi obligado a que juegue Courtois, puesto que de no hacerlo sin claro motivo claro, el organismo que preside Platini procedería a sancionar a los dos conjuntos. El aprieto para los colchoneros es que ponen en peligro una futura cesión del belga, ahora que se ha convertido en pieza clave del club.
La normativa tiene una lógica aplastante. Lo curioso es que lo que prohíbe la UEFA en sus competiciones no impide, sin embargo, que ligas como la española lleve años amparándolo. Hace muchas temporadas que se estableció de manera tácita que, por lo general, no se permita que un jugador cedido juegue contra su club de origen, a menos que abonen una cantidad económica que normalmente es elevada. El propio Atlético de Madrid vive esta temporada las dos situaciones. Por un lado, la de Courtois. Por otro, los contratos que firmó con Villarreal y Betis han impedido que la joven promesa Óliver Torres y el brasileño Leo Baptistao, respectivamente, hayan podido jugar contra el conjunto de El Cholo en sus recientes y decisivos duelos.
Curioso es también que Atlético y Chelsea firmaran un acuerdo a sabiendas de que incluía una cláusula oficialmente prohibida por la UEFA. 'Había una penalización en el caso de que jugase. Hay un artículo de la normativa UEFA, el tres, que prohíbe cualquier tipo de acuerdo entre clubes que suponga una eliminación de participación del jugador. Es una norma interna, que es la que rige el tema de la competición a nivel europeo y es la que se puede seguir. Son normas de competición establecidas por UEFA, que emitió un comunicado en el que puede haber una vulneración de la normativa. En él, indica que tiene que jugar libre', declaraba Clemente Villaverde, gerente del Atlético de Madrid, admitiendo lo grotesco de la historia.
En Inglaterra sucede lo mismo, con el agravante de que es algo que está legislado por la Premier League: prohíbe que los cedidos jueguen contra el club al que pertenecen. 'La cesión se acordó al principio de la temporada y es muy simple, Courtois puede jugar contra el Chelsea, eso nunca ha estado en duda. Respecto al comunicado de la UEFA, lo evaluaremos en los próximos días, cumpliremos con las reglas y podrá jugar los dos partidos', declaraba el director ejecutivo del club londinense, Ron Gourlay. Lo que queda por ver es si, pese a no tener que pagar, al Atlético le acaba saliendo muy caro que el guardameta belga juegue estas semifinales.
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