Contador se enciende en el Etna
El ciclista español se viste de rosa en el volcán Etna con un ataque en las rampas que le da la victoria de la novena etapa.
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A falta de algo menos de siete kilómetros, Alberto Contador empezó a menearse sobre la bicicleta. De pie, sintió que sus piernas podían doblar con facilidad la resistencia de las bielas y decidió trepar rabioso y en solitario.
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De primeras, no le siguió nadie; luego le saltaron Scarponi y el venezolano Rujano. Un golpe de autoridad del mejor escalador del mundo, necesitado de demostrar que es capaz de reinar en las cumbres sin levantar sospechas de dopaje.
Con su positivo por clembuterol en el Tour aún pendiente del fallo final del TAS, la lista de sospechosos de la UCI antes de dicha carrera, difundida el viernes por L'Equipe, le aguijoneó lo suficiente como para dar el primer paso para ganar este Giro.
Aunque niegue esa revancha, en su pedaleo agresivo y en su rostro al cruzar la meta se apreció a un Contador airado. Entró en solitario con el inquietante cráter del Etna como testigo. A Scarponi lo había soltado a seis kilómetros.
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Nibali, la otra amenaza local, ya le destrozó la primera arrancada, aunque luego se mantuvo mejor que Scarponi.
Rujano fue condenado a menos de dos kilómetros. Era una cuestión de tiempo fuera de su control. Aguantó casi cuatro kilómetros a la rueda de Contador sin dar un relevo, esperando a escuchar su bajada de piñones, el tiro de gracia.
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Ese arreón final en busca del rosa le da una ventaja al madrileño de 1.21 sobre Nibali y 1.28 sobre Scarponi. "No quería demostrar nada a nadie. Sólo quería ganar para devolver la confianza a la afición y a la gente que me sigue y que me quiere", afirmó Contador ya con la maglia rosa.