Este artículo se publicó hace 15 años.
Cabezas acaba con un Madrid dual
Difícil triunfo del Khimki (84-81)
Lo suyo es el sacrifio anónimo. Correr, sudar, trabajar e intuir la circulación contraria para fomentar el protagonismo de otros. Pero hay días en los que Carlos Cabezas se reivindica mostrándose tan egoísta como aquellos que le rodean.
Entonces, el malagueño se descubre como tan buen actor principal de los sistemas de ataque como ejemplo de secundario en el banquillo. Así sucedió ayer cuando el Madrid, instalado en la dualidad fomentada por Lavrinovic y Kaukenas, consiguió empatar el partido (57-57, min. 22), después de dos cuartos en los que el grupo de Messina volvió a mostrar una continua ristra de inseguridades. De hecho, la falta de centímetros en la pintura blanca (Messina alineó como tituales a Garbajosa y Velickovic) promovió las continuas ventajas del Khimki.
Las segundas opciones que proporcionaban Javtokas y Jankunas obligaron a Messina a la puesta en escena de Lavrinovic. El lituano, que prontó sintonizó con Kaunekas, puso orden en la sangría defensiva, antes de engancharse a una anotación que tapó las carencias del perímetro.
Con Prigioni fundido a negro, el Madrid se dejó llevar por ese dualismo espontáneo ante la avalancha de Cabezas, que facilitó a Langdon un balón para evitar la prórroga. El fallo descubrió, en el tiempo extra, a Langdon y McCarty como aliados del malagueño para cercenar la propuesta dual del Madrid.
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