Este artículo se publicó hace 13 años.
El bueno que mata
Dos apariciones de Llorente destrozan a un voluntarioso Racing
Llorente te mata, sonríe y encima, con su carita de bueno, te dan ganas de felicitarle. Sobre todo si, como ayer el Racing, ya no te juegas nada. Los cántabros, quizás intentando borrar la mácula del tristemente famoso Pacto de Llanes, salieron dispuestos a encerrar al Athletic. Y, aun sin puntería, lo hicieron durante 20 minutos. Los que tardó en aparecer el espigado delantero rojiblanco.
Llorente, plantado en los aledaños del área santanderina, es un imán para el balón. De uno de las miles que recibió y controló, sacó una falta. Allá acudió David López, un joven maestro, que abrió la lata y el camino del triunfo vasco. La senda quedó desbrozada por completo cuando apenas unos segundos después el Racing, en plena siesta, perdió la pelota tras sacar de centro.
El esférico voló hacia los dominios de Llorente, Henrique, posiblemente del susto, resbaló, y el rubio goleador no perdonó. Marcó el segundo, echó el cierre a la Liga y dejó colocado a su equipo en la zona noble. Salvo que algún grande pesque con dinamita en Bilbao durante el verano, el curso que viene el Athletic presumirá de delantero en la Liga Europa.
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