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Sin bigote pero con récord

Phelps bate la plusmarca olímpica en las eliminatorias de los 400 estilos y aventaja a su rival Lochte en más de dos segundos 

IGNACIO ROMO

Phelps se afeitó el bigote. Aquel guiño a Mark Spitz era tan sólo eso: un guiño al hombre cuya gesta de hace 36 años en Munich va a marcar la actuación de este joven de Baltimore, tranquilo, cuidadoso y que no se obsesiona con nada. 'Yo no he hablado de ocho medallas, sois vosotros los que lo decís' recordaba el jueves a los periodistas.

El hombre-pez nadó la primera de las veinte pruebas en las que deberá actuar si logra clasificarse para todas las finales en estos Juegos. Phelps salió a la piscina (una instalación fantástica, amplia, luminosa y preparada para hacer historia) con su calma habitual y se dispuso a realizar su liturgia habitual.

Se despojó del albornoz con parsimonia, tomó una toalla y secó con dedicación el poyete de salida de su calle. Una vez hubo retirado el agua de la plataforma, dobló cuidadosamente la toalla en tres partes y la depositó con suavidad sobre el suelo. Su forma de actuar, siempre exquisita, queda lejos de esos gestos a los que nos tienen acostumbrados los deportistas, que lanzan toallas, esponjas y camisetas sin preocuparse de su destino final.

Lo único con lo que no fue cuidadoso ayer Phelps fue el trato a sus rivales en los 400 estilos, una vez se lanzó al agua. Los dejó a años luz, como si tuviera prisa por terminar. Phelps salió con furia. Completó el hectómetro de mariposa en 55.28, diez centésimas por debajo del tiempo parcial del récord del mundo.

Tras los dos largos de espalda (parcial de 1:57.34), Phelps aventajaba ya en casi 5 segundos a Luca Marin, su perseguidor. Después llegó la braza, su parcela más débil, en la que el italiano le recortó muchos metros. Phelps volvió a destacarse en el tramo final, el crawl, con el que remató un crono impensable para unas series clasificatorias. 4:07.82. Récord olímpico. Sólo el propio Phelps y su máximo rival Ryan Lochte, que ayer logró el cuarto mejor crono con 4:10.33, han sido capaces de nadar más rápido en toda la historia. El húngaro Cseh, segundo mejor crono, demostró aspirar a la medalla de plata.

Hasta el propio Phelps quedó sorprendido con su récord olímpico. 'No pensaba nadar tan rápido en las eliminatorias. La verdad es que estoy muy satisfecho con este crono. Yo lo único que quería es asegurarme el centro de la piscina para la final'. Se refería Phelps a la calle 4, la de los mejores cronos, la de los elegidos, una calle que quizá no abandone ya en todos los Juegos.

Del resto de la jornada inaugural en la piscina merece ser destacado el sorprendente récord olímpico del noruego Alexander Dale Oen (59.41 en 100 braza) y la actuación de Larsen Jensen. El fondista estadounidense mostró un gran estado de forma en las series de los 400 libre y señaló el tercer mejor crono de la historia (3:43.10), sólo por detrás del mítico Thorpe y su compatriota Hackett. Éste último no estuvo tan inspirado: apenas logró el quinto crono para la final.

Mireia Belmonte se lanzó a la piscina por vez primera. Su actuación en los 400 estilos fue buena. Pasó en cabeza tras el nado de mariposa pero luego fue perdiendo metros. Rebajó su mejor marca en más de un segundo con 4:37.91 pero se quedó a más de un segundo de la final. No debe preocuparse: su distancia es la de 200 estilos.

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