Dicen los filósofos que vivir inteligentemente es hacer ahora aquello que si se retrasa se complicará sobremanera. Al Barça se le pudieron complicar los octavos de la Champions en un primer tiempo para olvidar, aunque los azulgrana espabilaron a tiempo y su empate acabó valiendo más de lo que a priori la lógica dictaba.
Guardiola, un técnico sensato donde los haya, volvió a demostrar su inteligencia vital al afrontar la visita al Stuttgart como si la vuelta no existiera. La alineación del recién recuperado Xavi delató sus intenciones y sus inquietudes. Pero, por desgracia para el Barça, el partido confirmó los presagios de Pep, pues en su regreso a la Liga de Campeones los azulgrana entraron en el partido con una caraja de la que el Stuttgart sacó tajada con el gol de Cacau, aunque su diferencia en el marcador bien pudo y mereció ser más holgada.
El 1-5 que los de Gross endosaron al Colonia debía servirle a Guardiola en su lucha porque su equipo mantuviera las orejas tiesas y no cayera en la complacencia. Pero ni esto surtió efecto. Consciente de su inferioridad, el Stuttgart planteó el partido previsto.
La alineación de Xavi delata las inquietudes de Guardiola
Acumulación de efectivos en el centro del campo para incomodar la posesión y las combinaciones del Barça, a quien la ausencia de Alves e, incluso, de Abidal, le resta juego por fuera, y de ahí su embudo por dentro.
Las primeras aproximaciones de los alemanes fueron inocentes, pero incómodas. El Stuttgart siguió llamando tímidamente a la puerta, hasta que un centro a pierna cambiada de Khedira lo aprovechó Cacau para taladrar con un cabezazo la portería de Valdés. El gol premiaba los méritos de los germanos y castigaba a un Barça desconcertado. Atragantado con el balón y con problemas para ordenarse sin él, el Barça empezó a sufrir ante un rival menor pero animado por las circunstancias. Márquez cargado con una amarilla, se jugó la roja al hacer un penalti que el árbitro no vio.
El juego del Barça está basado en combinaciones que se convierten en armas de doble filo si no se ejecutan con precisión. Así, las repetidas pérdidas en el centro del campo favorecían las contras del Stuttgart. Sin frescura ni chispa a la hora de tocar, el único argumento ofensivo del Barça era Messi en acciones individuales, conduciendo y regateando a todo lo que se le pusiera por delante. Así llegó la única ocasión de los catalanes en toda la primera parte, con un lanzamiento de Messi que Lehmann desvió al poste.
Cacau adelantó a un meritorio Stuttgart en pleno cacao azulgrana
Guardiola debió de levantar la voz más de lo habitual en el descanso, pues su equipo salió lo suficientemente espabilado como para enmendar su caótica primera mitad. Con el mismo guión, pero mejor interpretado, llegó el gol de Ibrahimovic y el Barça por fin serenó y precisó su juego. Pep movió banquillo: Iniesta se retrasó para ayudar a Xavi, y Henry tuvo la enésima oportunidad. Molinaro, con la mano, evitó el segundo gol de Ibra, pero el árbitro no pitó nada. Ganar hubiera sido un botín inmerecido para el Barça.
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