Este artículo se publicó hace 2 años.
'La Unidad' deja entrar al enemigo hasta la cocina en una temporada de alta tensión
Movistar Plus+ estrena este viernes los nuevos capítulos de la serie creada por Dani de la Torre y Alberto Marini.
María José Arias
Madrid-Actualizado a
Dani de la Torre y Alberto Marini, creadores de La Unidad firman, junto al equipo de guionistas que completan Amèlia Mora, Alfred Pérez Farga y Roger Danès, una segunda temporada tan apabullante en lo visual, tan trepidante en la acción y tan redonda en los personajes como la primera. La serie de Movistar Plus+ producida por Buendía Estudios regresa este viernes con una nueva entrega que arranca con un primer episodio sin fisuras que marcará el devenir del resto de una temporada in crescendo.
Ese primer episodio de La Unidad que mantiene la capacidad para asombrar y enganchar de los anteriores, pone sobre la mesa una decisión crucial de guion con la que, en palabras de Alberto Marini, "queríamos decir: 'Vamos en serio'". Un evento, un hecho (hasta ahí se puede leer), que apunta Dani de la Torre "nos ayuda a decir: 'Cuidado, que esto ya no es lo de llegar antes y somos guays porque llegamos con los operativos. Es vienen a por nosotros y somos vulnerables"'.
Toda una declaración de intenciones que sirve como aviso al espectador sobre las reglas del juego imperantes y que contribuye a dar alas a ese sentimiento de miedo que sobrevuela a los protagonistas. No solo al peligro externo, también "a ti mismo", avisa De la Torre. Porque, como explica el director de La Unidad, "ahora mismo, lo que nos está pasando, tanto guerra como pandemia y mierdas varias, nos ha hecho verosímil todo absolutamente ya en la ficción. Qué pasa cuando estamos en peligro, nos ha pasado con la pandemia con los policías de balcón. Cuando nos aprietan, en el momento en el que te aprietan y ves que tu familia corre peligro por tu culpa, incluso ellos te lo pueden recriminar. Pueden decir: 'Oye, sal de ahí porque por tu culpa van a por mí'. Y eso es lo que nos empieza a sacar un lado oscuro. El miedo te hace vulnerable, te hace cometer errores, ser injusto, cruel y creo que todos los personajes pasan por ahí, los protagonistas y los antagonistas".
Michel Noher, quien da vida a Marcos, apunta además de al miedo a la paranoia y establece un paralelismo con la realidad que no es complicado de ver: "Cuando leí el guion no me pasó y cuando la filmé, tampoco. Ahora que vi la serie, y es un análisis medio psicológico que te voy a dar, siento que está, sin hablar del tema, muy atravesada por la covid. Lo que le ocurre a los personajes,
esta cuestión de no poder confiar en el que está al lado, salir es un peligro, tener que vivir confinados en sitios y trabajar de modos muy distintos a los que están acostumbrados, que el otro pueda estar infectado. El topo podría ser eso. Creo que sin saberlo, quizá, cuando lo estaban escribiendo acabaron hablando del tema de una manera poética, como lo permite el arte".
Marini, que declara no saber cuánto de "voluntario ha sido" ese posible paralelismo o lectura, sí reconoce que "posiblemente los mismos guiones rodados hace cuatro años habrían resultado de forma distinta porque la actitud de las personas habría sido distinta". Al final, la pandemia no deja de ser un
trauma a nivel mundial compartido por mucha gente, que ha condicionado nuestras vidas y se ha alargado en el tiempo. Y eso, de una manera u otra y a distintos niveles según la persona, marca. Como comenta De la Torre, "no salimos mejores, salimos diferentes. Estamos más sensibilizados con cosas. (...) Me siento vulnerable, te lo digo de corazón, ahora mismo me siento más vulnerable que hace tres años, que me sentía como que aquí no va a llegar".
En La Unidad se habla de terrorismo, de inseguridad, de confianza, de traición y de violencia. Extremos todos ellos que dan forma a una sensación de inseguridad continua en la que se ven envueltos los protagonistas y que les obliga, como dice el personaje de Carla en un momento dado, a tener 'ojos en la espalda'. Eso entronca con lo que comenta el director de la serie junto a Oskar
Santos de que “ahora no hay un entorno seguro, estamos constantemente expuestos a todo (...) Creo que somos cada vez más vulnerables a todo. Nuestros datos, nuestras vidas, saben lo que comemos, lo que nos gusta vestir... Todo está ahí a la vista de todo el mundo y creo que eso nos ha hecho tener miedo".
Realidad y ficción se dan la mano y, aunque lo que se ve en pantalla no tenga aparente relación con lo que en las últimas semanas acapara titulares en los medios de todo el mundo, es casi inevitable establecer cierta conexión como hace Nathalie Poza: "Creo que retrata una realidad que está a la orden del día. Ver a la ciudadanía en peligro al final nos remite a lo que estamos viviendo. Si en algo le encuentro el sentido es que a través de la ficción podemos aceptar lo que nos toca vivir y reflexionar sobre ello de alguna manera y creo que esos contenidos son necesarios".
Miedo, vulnerabilidad y desconfianza son el día a día de unos agentes que luchan contra un terror que se les ha instalado en casa y, aún así, deben sobreponerse y seguir adelante. Se da también al otro lado de la línea. Como comenta Nathalie Poza, "no solamente ellos están entrenadísimos y preparadísimos para hacer lo que hacen, sino que los otros también. El pulso que hay entre el terrorista y la unidad policial es cada vez más fino. Además, ahora, con Internet, es un terrorismo globalizado, de una sofisticación que a mí se me escapa. Por eso me fascina que trabajen de una manera tan minuciosa, tan escrupulosa y luego sean tan torpes en su vida como le puede pasar a Carla, que es una máquina en lo suyo y en la vida no se sabe manejar. Eso es lo más escalofriante de todo, que cualquier fallo pone en peligro a nivel mundial. Es muy bestia".
Cada uno lidia como puede o sabe con el trauma que arrastran desde el primer episodio y que va creciendo a medida que pasan los capítulos. En el caso de Miriam, explica Marian Álvarez, lo que le ocurre es "que no lo quiere ver y luego vemos que lo lleva dentro (...) La profesionalidad está por encima de todo, incluso de sus familias, de lo que les pueda pasar y ahí tienen un conflicto interno muy potente. No es alguien que diga: 'Mira es que hoy me he despertado un poco depre o con miedo y no voy a trabajar'. Es que tienen que ir, porque de su trabajo dependemos nosotros. Tienen esa responsabilidad y es peor porque tienen una carga brutal. Por eso es importante ver este tipo de policía, lo jodido que lo tienen para ser normales".
Personajes que cuentan del primero al último
La Unidad es un thriller, una serie de policías con mucha acción y un ritmo trepidante que la convierten en adictiva. Eso no hace que se olvide ni de sus personajes ni de dedicarles la atención que se merecen para hacerles crecer y contar. Desde el primero al último. "Esta es un poco nuestra paranoia, que no haya alguien que esté por estar", confiesa De la Torre. Un trabajo de orfebrería
en la escritura que Marini añade que no es solo obra suya. Reparte el mérito con el resto de guionistas y con los actores. "Estamos acostumbrados a que la persona que aparece en la serie 30 segundos tenga una vida y que quien lo interprete le dé una vida más allá de los 30 segundos que aparece", resume a
modo de norma a tener en cuenta en sus guiones.
Se percibía en la primera entrega y se acentúa en esta segunda, donde se nota, como apunta Marian Álvarez, que "hay un salto cualitativo y cuantitativo en cuanto a los personajes que era muy estimulante" para ella como actriz a la hora de rodar. Su compañera de reparto, Nathalie Poza, cree que la serie ha "madurado mucho acercándonos íntimamente a los personajes" y menciona el interés que tienen los terroristas en su desarrollo. "Es interesantísimo e importantísimo que nos acerquemos a ellos, a cómo viven, de dónde vienen, por qué llegan a comportarse de esa manera, cuáles son las circunstancias que les han llevado a ello", avanza.
Y menciona como ejemplo que en cuanto a "los personajes femeninos en esta segunda temporada hay un friso muchísimo más extenso. Conocemos a las mujeres árabes, pero no solo a la que está a pie de calle y que viene directamente entrenada para entrar en una operación, sino a la que vive con un empresario que está directamente relacionado con los servicios de inteligencia saudíes, cómo viven, cómo conviven entre ellas... Hace que la serie sea más cercana, más intima y que nos obligue a reflexionar más sobre una realidad en la que entran muchos factores".
Acción trepidante sin perder un ápice de naturalidad
Uno de los comentarios más repetidos sobre la primera temporada era el realismo conseguido gracias a la profusa investigación sobre el terreno que sus creadores llevaron a cabo para documentarse antes de escribir. Otro, la naturalidad de los diálogos. En un panorama de series plagado de ejemplos en los que sus personajes no hablan como lo haría cualquier ciudadano de a pie (ni siquiera como cualquier persona real del mundo en el que se ambientan), la naturalidad de las conversaciones y las actuaciones de La Unidad son parte de su marca de calidad. Para De la Torre no deja de ser algo que "está presente
también en su vida diaria [la de los policías reales] y lo que hemos visto lo hemos trasladado a la serie".
Una afirmación que también hace Nathalie Poza, que añade en este sentido que "en eso Dani ha sido increíblemente fino dirigiendo". Destaca que a esos policías a los que dan vida en la ficción, pero que beben de la realidad, son "gente que habla de algo gravísimo de una manera muy natural (...) El lenguaje que usan en la unidad es muy normal, igual que su comportamiento. Porque lidiar todos los días con la violencia, la muerte y el terror... O lo normalizas, o te vuelves loco. Y ellos tienen que mantener esa especie de alegría al ir al trabajar hablando de temas tan sórdidos. Si no, no podían hacerlo, no podrían sobrevivir. Luego a nivel actoral es un reto brutal". Una forma de dar vida a los personajes que transmite "frescura", como lo define la actriz y cuyo mérito atribuye a De la Torre.
Esta apuesta se traduce en que la impresión que causa al otro lado resulte mayor. "Te impresiona mucho más cuando una escena es muy grave, pero es muy de verdad. En el fondo buscamos verdad y la vida es eso. Tú pones un telediario y lo que te impresiona no es la gravedad de la situación, sino que desde un sitio muy cercano pasa algo muy potente que te cuesta asumir. Y aquí la idea era eso: contar las cosas con verdad y desde un sitio que ocurran en el momento. Creo que es lo que había que conseguir sin anticipar el drama constantemente, porque si no es insoportable. Gravedad hay mucha, pero que sea por la situación, no porque nosotros empujemos un dramatismo. Al final tiene que ser el espectador el que decida hasta dónde le tocan las cosas y dónde está la gradación de la gravedad", resume Nathalie Poza. Para Marian Álvarez "es real porque está vivo".
Vista entera, es una segunda temporada que no se ha conformado con mantener el nivel de la primera. Va a más, en cada capítulo. Casi sin respiro. Con al menos una escena por episodio de esas que impactan en lo visual y en lo emocional sus personajes crecen entre persecuciones, tiroteos, bombas y operativos. Una receta que funciona gracias, como explica Noher, a la "capacidad especial que
tienen Dani y Beto a la hora de lograr a lo largo de una serie de seis capítulos cada temporada que la tensión siempre vaya in crescendo. Estamos acostumbrados, al menos yo cuando veo series, a que haya capítulos de mucha tensión y otros de descanso, digamos, como que tienen otra melodía. Y ellos
van a tope todo el tiempo, son hard rock total". Quizá esa sea la definición más certera para una segunda temporada de La Unidad protagonizada, además de por Poza, Noher y Álvarez, por Luis Zahera, Alba Bersabé, Fariba Sheikhan, Raúl Fernández de Pablo, Carlos Blanco y Fele Martínez.
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