Triángulo de Amor Bizarro y Mehdi a punto de tocar y sin saber en qué escala está su canción
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El África Express es algo que se monta Damon Albarn para pasear por el mundo acompañándose de amiguitos provenientes tanto del mal llamado continente negro como de la pérfida Albión (con todo el cariño). Esta vez, supongo que con motivo del Año Santo (no nuestro disco, sino el gigantesco acto católico-turístico-apostólico) se celebraba en la playa de Santa Cristina, Oleiros. La gracia del asunto es que las colaboraciones se cerrarían libremente el día del concierto, para promover la espontaneidad.
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Nos citaron el día antes a la hora de la cena en un hotel cercano. Todo tenía un cierto ambiente de boda. En un salón anexo, habían dispuesto un pequeño escenario con una batería, un ms-10 para Damon y un par de cosillas más. La artista antes conocida como Amparanoia (en lo que queda de texto, me referiré a ella como El Símbolo) ya se había apropiado de un micro, la tónica dominante.
A la mañana siguiente estábamos citados en unos locales de ensayo, donde debía surgir la colaboración natural entre los pueblos y sus músicas. Unas jam sessions de las de toda la vida. Había tres locales, y como éramos muchos nos íbamos turnando. Teníamos medio hablada una colaboración con Mehdi Haddbad, pero su avión no llegaría hasta las 22.30. Para compensar, nos juntaron con Fyfe, de los Guillemots. No es el epic britpop nuestro género favorito, pero ahí estábamos y cumplimos.
"¿Para qué mentir? Los africanos pasaron bastante de nosotros y Amparanoia estiró su participación hasta límites de casi cortar el rollo"
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¿Para qué mentir? Los africanos pasaron bastante de nosotros. Nos fuimos a comer, y al volver, El Símbolo ya se había apropiado de uno de los locales. No lo dejaría hasta la cena. Damon se aburre. Nosotros también. Empieza a llegar una marea de gente que también viene a tocar. Acordamos hacer algo con El Guincho. Preparamos Palmitos Park y quedó muy bien. Cuando llegamos a la playa, los conciertos ya habían comenzado.
Llega nuestro turno y nos encontramos en la parte de atrás del escenario con Mehdi, que acaba de llegar. Como falta menos de un minuto para, me pregunta en que escala está la canción que va a tocar con nosotros (no la había oído). Le digo que creo que en LaM y arrancamos. Tocamos La malicia de las especies protegidas, acompañados por Pablo El Guincho, y El crimen: como ocurre y como remediarlo, con Mehdi. Después, tocamos con Fyfe la pieza épica mencionada.
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Los sets estaban planteados así en teoría, hasta la llegada de El Símbolo que largó la mitad de su repertorio y se acopló a todos los artistas que iban pasando. Baño de masas o cómoautonombrarse cabeza de cartel cuando no había ninguno. Y a mí que me importa, diréis: a parte de sufrirlo como espectador, añadir que, gracias a que estiró su participación hasta límites de casi cortar el rollo a los allí reunidos, tuvieron que suspenderse varios sets previstos.
Quitando este pequeño agujero negro, la experiencia resultó a falta de otra palabra, guay. Los africanos, a pesar de no entendernos ni papa, fueron amabilísimos, y choca ver cómo se plantean la música, alejados del pedregoso corsé armónico occidental, que por otra parte, tampoco está tan mal.
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