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Actualizado:Casi tres años después del estreno de la tercera temporada de Stranger Things, la serie de los hermanos Duffer regresa a Netflix con una nueva entrega dividida en dos tandas que ha crecido en muchos sentidos y no solo por el estirón de sus actores, difícil de cuadrar con la trama. Es más "oscura", más "intensa" y la que "más miedo da", según explicó Natalia Dyer a su paso por Madrid antes del estreno. También la de los capítulos más largos (van de los 63 a los 98 minutos), la de las tramas más estiradas y la más ambiciosa en lo visual. Una nueva temporada que ofrece, como lo hacían las anteriores: espectáculo, entretenimiento y bombardeo de homenajes/referencias.
Los que se estrenan hoy en Netflix son siete de los nueve episodios que componen la cuarta temporada de Stranger Things, uno de los buques insignia de la plataforma. Los dos restantes lo harán el próximo 1 de julio. Con motivo del lanzamiento, Charlie Heaton y Natalia Dyer viajaron a Madrid para dar algunas pistas sin spoilers sobre qué podía esperarse de este regreso. Más allá de las alusiones a las interrupciones en el rodaje por la pandemia y al talento de los Duffer para contar su historia, Dyer hacía mención a las muchas "líneas narrativas" con las que se presenta Stranger Things de nuevo ante sus seguidores y que tienen que ver con cómo acabó la anterior. Es decir, con Hopper desaparecido (que no muerto), los Byers y Once mudándose a California y el resto, en Hawkins.
En cuanto al reparto de tramas y subtramas, por un lado está la rusa con Hopper (David Harbour) encarcelado y que involucra a los adultos de la serie. Es, con diferencia, la más floja y repetitiva de las cuatro. Por otro, la de Eleven (Millie Bobby Brown), su pasado y su pérdida de poderes con bien de flashback para retrasar la llegada al meollo del asunto. Aún así, una línea narrativa mucho más profunda, interesante y más relacionada con el desarrollo general que la de su padre adoptivo. La tercera sería la de los hermanos Byers junto a Mike (Finn Wolfhard) y un nuevo amigo, Argyle (Eduardo Franco), traído para dar un toque cómico y fumado a esa parte, aunque no termine de encajar bien.
El terror es una de las apuestas de los Duffer para esta nueva aventura
Por último, la más atrayente de las cuatro, la que tiene que ver con Max (Sadie Sink) dando profundidad a uno de los personajes más prometedores a día de hoy y que, a la vez, establece una divertida dinámica entre Nancy (Natalia Dyer) y Robin (Maya Hawke).
Completándola, ese triángulo que forman Steve (Joe Keery), Dustin (Gaten Matarazzo) y Eddie (Joseph Quinn), también camello. No deja de ser curioso que, para ser la primera vez que los personajes salen de Hawkins, lo interesante siga siendo lo que ocurre en su término municipal. O, por extension, en su equivalente en el Upside Down. Es esta facción del grupo la que sostiene y hace funcionar un Volumen 1 que apuesta de nuevo por separarles con intención, se entiende, de volver a reunirles de cara al evento final. Este, como han anunciado, constará de dos capítulos de 1 hora y 25 minutos y casi dos horas y media, respectivamente.
Una temporada donde todos han crecido
En el anterior cierre de temporada la apoteosis se vivió en un centro comercial con los rusos como villanos y un monstruo horrible. Aquí está por ver (será en julio) hacia dónde conduce toda esta historia con un enemigo, Vecna, que posee y mata a sus víctimas de una manera tan dolorosa como desagradable de ver. El terror es una de las apuestas de los Duffer para esta nueva aventura. Aunque siguen dejándose llevar por el espíritu de las aventuras de pandillas de amigos ochenteras, le han querido dar un toque más oscuro a su historia. No en vano, decía Dyer que "esta temporada rinde homenaje a los clásicos del terror". Su compañero Heaton mencionaba la evidente referencia a Pesadilla en Elm Street.
También mencionaba quien da vida a Jonathan en la serie que "todos han crecido: los personajes, los espectadores, la serie". Eso posibilita adentrarse en otros temas y explorar otras opciones que antes, con personajes más infantiles, no se podía. Aún así, hay otro crecimiento, el que nada tiene que ver con el guion y la ficción, que lastra en parte la dinámica de la serie y su desarrollo. Porque pese a que Stranger Things no es un título al que sus seguidores le suelan exigir demasiada consistencia y coherencia narrativa, los tres años que han pasado en el mundo real se notan demasiado en sus personajes y, al menos en los primeros capítulos, es algo que cuesta asimilar. Sobre todo porque en la ficción solo han transcurrido unas semanas desde la muerte de Billy y la desaparición de Hopper. Mientras, en pantalla, la obviedad biológica se impone.
El acoso escolar está muy presente esta temporada
Una vez superado eso (pasado un tiempo se consigue), solo hay que dejarse llevar a la orgía de efectos, bombardeo de referencias en lo visual y lo sonoro y ese mundo al revés donde flotan pelusas, todo es más tétrico y un ser monstruoso quiere matarles a todos. Después de todo, Stranger Things es lo que es. Quienes la disfrutan lo saben y los Duffer, también.
Más allá de la duración, de que los giros sean más o menos previsibles y de que algunos personajes resulten un poco molestos (eso ha pasado siempre), hay temas importantes que se plantean como el acoso escolar, muy presente esta temporada, y lo difícil que puede resultar adaptarse a ser el nuevo en un lugar extraño y hostil. Por otro lado, el trauma y cómo se hace frente al mismo recorren todo este Volumen 1. Es algo que siempre ha estado presente en el caso de Once y de Will después de lo vivido en la primera temporada. En esta ocasión es Max quien lo centraliza exponiendo cómo la muerte de Billy, tan violenta y que vio en primera línea, le está afectando.
Y, recorriéndolo todo, ese señalamiento tan de hace décadas de los juegos de rol y lo que rodea a ese mundo como peligroso. Cualquier niño que creciese entonces y fuese aficionado a Dragones y mazmorras recordará la psicosis de algunos padres con el tema.
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