Mata nazis por tierra, mar y aire. "Es un maldito hijo de puta con el que no deberías meterte", advierten los mandos alemanes a los soldados que se tropiezan con él en medio de las vastas llanuras y las imponentes montañas de Laponia. Nazis psicópatas y salvajes, de retirada, desesperados y brutales en su estrategia de tierra quemada, que se cruzan con Aatami Korpi y empiezan a morir.
Festival de sangre y violencia, divertidísimo, que permite hora y media de placer y de venganza de ficción contra la barbarie nazi, Sisu, la nueva película de Jalmari Helander, se revela como un Rambo en Laponia, un John McClane al aire libre, fuera de su jungla de cristal, como el homenaje al cine de acción de los 80 y principios de los 90, como el tributo al atrevimiento genial de los westerns de Sergio Leone de los 60.
Mejor Película en el Festival de Sitges, donde también ganó los premios al mejor actor (Jorma Tommila), fotografía (Kjell Lagerroos) y banda sonora (Juri Seppä y Tuomas Wäinölä), Sisu es puro cine de acción, con elementos de western y cine bélico, que exprime el absurdo y se aprovecha de lo extremo, con unos intérpretes entregadísimos, unos formidables paisajes y una feliz tentación, la de cargarse (en el cine) siniestros nazis de mil ingeniosas maneras.
Se niega a morir
Le llaman Koschei, el inmortal. Acabó con más de trescientos rusos cuando estos invadieron Finlandia en noviembre de 1939. Perdió a su familia, a sus compañeros, a sus amigos. Ahora, a punto de terminarse la guerra, vive aislado en medio de Laponia, con su caballo y su perro. Ha encontrado oro y comienza el camino de regreso a la ciudad… pero se tropieza con una pandilla de nazis de retirada hacia Noruega.
Aatami Korpi se ha convertido en una leyenda en Finlandia, donde se le conoce como el hombre que "no se rinde nunca. Él siempre vuelve. Se niega a morir". Los alemanes todavía no lo saben y empiezan a perseguirle a bordo de un tanque por Laponia. Con Jorma Tommila, el actor protagonista, que no dice una sola palabra hasta casi el minuto noventa de la película, están Aksel Hennie y el británico Jack Doolan -los despiadados nazis- y Mimosa Willamo, prisionera con otras mujeres de los alemanes, consagrada luego a una deseada venganza.
La Laponia finlandesa
Dividida en siete capítulos, en los que la música de Juri Seppä y Tuomas Wäinölä va avisando poco a poco del nuevo tono de la historia, la película de Jalmar Helander no para de crecer y sorprender en ese viaje de venganza de Aatami Korpi, en el que el paisaje de Laponia, donde ya no crece un solo árbol y no existe ningún posible escondite, es un evidente atractivo y una anomalía en el cine de acción.
Un recurso, Laponia, que supuso serios problemas en el rodaje, que se realizó en otoño a menos 20 grados, con vientos de 40 kilómetros por hora, con nieve, barro, agua y fuego. Condiciones que no eran las mejores para el actor principal, Jorma Tommila, a quien el director quitó la camisa para unas cuantas escenas. "El dolor es temporal, la película es para siempre", fue el lema que se repitieron los actores durante el rodaje para soportarlo.
Cuando se ha perdido toda esperanza
Llanuras desoladas, desiertas, pero arrebatada de brillantes colores en esa época del año, y aquí habitada solamente por esa panda de nazis dementes y por este viejo ex soldado, hombres en un mundo en el que, en palabras del director, "nadie habla sobre sus sentimientos ni problemas, aunque seguramente es lo que deberían hacer".
Es un cara a cara con la muerte, que muchos, buscando el parecido fácil, han comparado con las películas de Quentin Tarantino, a lo que Helander ya contestó durante su estancia en el Festival de Toronto, en unas declaraciones a Screen Daily. "Cuando estaba editando la película, me jodió la cabeza porque me di cuenta de que todos dirían que estoy tratando de copiar a Tarantino. Pero es porque Tarantino ha imitado tanto todas estas películas que cuando alguien más lo hace, dicen que imita a Tarantino. Así que tal vez eso suceda de todos modos".
Cine de acción en la Laponia finlandesa, con títulos del cine de antes –para la tipografía de la película "era yo copiando El puente sobre el río Kwai"-, con un personaje que no tiene nada que perder, y que encarna el espíritu de sisu, término finés para el que no existe traducción en castellano y que, como explican los autores de esta película, tiene que ver "con el inimaginable coraje necesario en determinadas situaciones, cuando rendirse no es una opción. Sisu aparece cuando se ha perdido toda esperanza".
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