'Crock of Gold'
Shane MacGowan: en la cuneta del infierno
'Crock of Gold: bebiendo con Shane MacGowan', Premio Especial del Jurado en San Sebastián, es una vehemente celebración del legado del músico, líder de The Pogues. Un potentísimo homenaje, estallido de furia y de verdad, a manos del cineasta Julien Temple y con producción de Johnny Depp.
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Madrid,
"Todo era una mierda, tanto que tuve que perderme en la bebida. Estaba harto de la banda y la música y todo eso. Todo lo que pude hacer fue beber. Simplemente me perdí en la bebida". Shane MacGowan, uno de los músicos más rebeldes e ilustrados de los últimos decenios, un agitador, un tipo blasfemo y autodestructivo, el poeta de los inconformistas y de los irlandeses, se revela como un personaje inquietante, triste, desgarrador y como un artista genial en Crock of Gold: bebiendo con Shane MacGowan, la película más reciente del británico Julien Temple, cronista imprescindible en la música de la segunda mitad del siglo XX.
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"Irascible, intratable, exasperante, fascinante, espantoso, irritante, belicoso, comatoso, cascarrabias, cadavérico, imposible, imparable", son los adjetivos que Temple dedica a MacGowan, quien un día inesperadamente le llamó para que hiciera esta película. El cineasta le dijo que le interesaba, pero no aceptó hasta que Johnny Depp, amigo del músico y productor del filme, también se lo pidió. El resultado es un potentísimo homenaje, un estallido de furia y de verdad, un relato muy triste que se bebe con la avidez del borracho.
"Trabajar con Johnny (Depp) me hizo sentir cómodo, Shane es legendariamente difícil y a ratos lo pasé mal, no me gustó hacerlo", confiesa el director, que, sin embargo, añade: "Al final me alegré de haberlo hecho porque hay algo muy especial sobre este hombre, no es directo, no es amable, hay momentos en que le quieres matar, es un mimado... Me alegro de haberlo hecho, porque al final es un ser humano mostrando una tragedia, pero también hay una sensación edificante. No sé cómo lo consigue, pero en la película te acaba cayendo bien, hay algo especial en él".
Un sentido de identidad
Con los dientes mellados y podridos, alcoholizado, adicto a unas cuantas drogas, Shane MacGowan, un compositor y poeta excepcional, se reinventó como irlandés, a pesar de hacer nacido en Inglaterra, y dio voz a los jóvenes irlandeses y anglo-irlandeses de aquellos años. "En Londres en los 60 había una enorme comunidad irlandesa, muchos llegaron de Irlanda para construir edificios, el metro... es una tradición de mano de obra barata... Había muchos irlandeses, pero el único momento en el que pareció que esa comunidad tuvo una voz fue cuando Shane McGowan empezó a cantar, le dio a esa población una identidad, un sentido de identidad a través de las canciones. Es bastante genial", explica Julien Temple.
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Conocido en todo el mundo como el líder de The Pogues, Shane MacGowan ya era mucho antes, en los setenta, un personaje célebre en la escena punk con la banda The Nipple Erectors. En los ochenta formó The New Republicans con su amigo, el compositor y actor Spider Stacey, y ambos se erigieron en los creadores de un sonido único, el que nacía de la fusión entre el punk y las canciones rebeldes irlandesas. Y en 1982 apareció The Pogues.
Una sensación agridulce
Pero la película Crock of Gold: bebiendo con Shane MacGowan no se limita a los años con esta banda –de la que MacGowan se despidió con Hell’s Ditch (La cuneta del infierno). Es un recorrido por la trayectoria vital y artística de este hombre a través de conversaciones que mantiene el músico con sus amigos, entre los que hay tipos tan distantes como el actor Johnny Depp, el músico Bobby Gillespie o Gerry Adams, expresidente del Sinn Féin. Imágenes inéditas de MacGowan y animaciones, algunas del ilustrador irlandés Ralph Steadman, completan el filme. Al final, todo se transforma en una vehemente celebración del legado de MacGowan.
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"Creo que en la película hay una sensación agridulce, esa sensación de que MacGowan ha destruido su talento y su cuerpo, pero ha inspirado a muchísima gente a hacer otras cosas, no a morir con él, y ese legado continúa. Está viviendo cómo él ha elegido –dice el cineasta−. Es un gran compositor, sus letras probablemente vinieron de ese viaje que estaba haciendo. Es un gran personaje para una película porque tiene muchos elementos y, en particular, como irlandés e inglés. Soñaba con Irlanda, tiene ese sentimiento irlandés, y esa es una historia que no se cuenta porque es una historia fea, muy loca, de la que la gente debería saber más y a mí me interesaba mucho cómo podría contar esa historia a la gente joven que no sabe nada".
El camino de la sabiduría
Crock of Gold: bebiendo con Shane MacGowan es, además, la historia del reencuentro de Julien Temple y el músico. Fans ambos de la música punk a mediados de los 70, en uno de los conciertos de Sex Pistols, Temple rodaba con su cámara a Sid Vicious, "pero no paraba de ver a Shane que estaba entre el público. Estaba filmando y miraba a la multitud y el que destacaba era Shane. Todos tenían esa energía punk combinada con la London-Irish identidad". Julien Temple rodó ese día a Shane MacGowan, le hizo una entrevista que hoy está en su película.
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Vasos de whisky, probablemente Bushmills, para largas conversaciones con este heredero de una sociedad ultra católica, hijo de una familia muy politizada y de voraces lectores que le emborrachaba ya con cinco años. "Hay que recordar que Inglaterra estaba colonizando Irlanda, así que ser católico con los ingleses conquistando Irlanda, apropiándose de tu tierra, era una experiencia diferente. En la situación de Irlanda, la gran hambruna, la invasión inglesa... beber era una forma de llevar esa pesadilla. Beber forma parte del carácter irlandés más que en otras culturas". Tal vez por eso, la convicción de Shane MacGowan es que "el alcohol es el camino a la sabiduría".