Este artículo se publicó hace 16 años.
Sexperimentos
Las galerías de arte flirtean con temáticas morbosas en obras entre el trash-glamour y el folclore
Aclaremos una cosa: el sexo no tiene nada que ver con el arte. Pero es innegable que ciertas obras remiten a referentes sexuales, ya sean mitológicos o contemporáneos. En este contexto, pueden encuadrarse aportaciones puntuales de los artistas Marianne Maric, Fernando Bayona y Luigi Ontani. Respetando a los clásicos latinos (nihil novum sub sole), parece obvio que la temática no es ninguna novedad y en otras épocas el tabú sexual fue abordado en desnudos pintados por Rubens o Velázquez.
Actualmente expuestas en la galería de arte Magda Danysz, las Filles lampes, de Maric, “se sitúan en una estética trash-glamour en la que la sensualidad y el erotismo se dan la mano”, aclara el catálogo de la muestra. Despojada de toda interpretación crítica, la obra establece un juego de luces. A partir de esta idea, Maric ha desarrollado una serie de fotografías que pueden verse hasta el 9 de febrero en el 11 arrondissement de París.
Universo homosexual
Más cercano queda el trabajo fotográfico de Fernando Bayona, Milkabouts, que podrá disfrutarse a partir de abril en la madrileña galería Espacio Kubiko. El granadino, que trabaja en Milán, elabora un universo de tendencia homosexual. ¿Su motivación? “Bucear en la relación humana con otros individuos”, explica. El boloñés Luigi Ontani concibe el arte como un juego de memoria con la Historia. De esta inquietud, nació MayaGoya vestido, MayaGoya desnudo, que ofrece una revisión provocadora de las célebres pinturas del maestro español. En las fotografías de Ontani, de dimensiones casi humanas (100 x 177 centímetros), el artista usa su imagen con ironía y narcisismo en un intento por revivir un
personaje del folklore popular.
Los lugares públicos tampoco escapan a estas obras. Hasta hace una semana, tomar el metro en la capital del Sena tenía premio. La estación fantasma de la Cruz Roja, entre las paradas de Sèvres-Babylone y Mabillon (línea 10), estaba decorada con grandes equis
fucsias y algunas palabras del Diccionario erótico moderno que Alfred Delvau publicó en 1864. La instalación, concebida por el estudio C-Álbum, ofrecía al pasajero siete segundos de visión onírica. Pero, a veces, el uso de un referente sexual carece de mensaje. Es el caso de Pierre Avilon, que en su mural Coca’in utiliza una botella de Coca-Cola en torno a la que serpentean espermatoziodes. Algo que plantea una pregunta arriesgada: ¿no estará la sexualidad en la cabeza del que observa?
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