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Segura vuelve a vestirse de pícaro

El actor interpreta a Manuel Vázquez en un biopic de Óscar Aibar que compite por la Concha de Oro

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En los tiempos en que Joaquin Phoenix es capaz de marcarse una burla genial a escala planetaria, al hacer público que ni quería ser cantante de hip hop ni era verídico el documental de Casey Affleck, I'm still here, que mostraba su acelerado proceso de desfase y decadencia, llega a San Sebastián la historia de otro gran cachondo. Eso sí uno de andar por casa, más familiar y más cercano a la línea del clásico pícaro español.

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El Gran Vázquez se presentó este sábado en la sección oficial a competición de Donostia, dando un repaso a la vida y milagros de un gran moroso, de un vividor mayúsculo que era, además y sobre todo, un grande del tebeo español: Manuel Vázquez Gallego (Madrid, 1930-Barcelona, 1995), autor de series legendarias como Anacleto o La familia Cebolleta.

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"Era un ácrata que sabía que la gran vida la estaban viviendo otros"

Para Santiago Segura, que interpreta en este biopic al maestro dibujante de la casa Bruguera, "Vázquez fue el último gran pícaro de España". Sí señores, Lazarillo de Tormes y Vázquez juntos haciendo el caradura. "Los de hoy son corruptos. Por ejemplo, lo de Julián Muñoz no es la picardía de un genio, es una corrupción asquerosa. Manuel Vázquez era un tipo carismático, además de un moroso y un referente del mundo de la historieta", apunta Segura, que ha hecho un paréntesis en el rodaje de Torrente IV para asistir a la presentación de la película dirigida por Óscar Aibar (Atolladero, Platillos volantes, La máquina de baila).

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El anecdotario de estafas de Manuel Vázquez es extenso y desternillante. A Segura le pirra aquella en la que el dibujante entregó en Bruguera un buen tocho de folios de viñetas. Entusiasmados sus jefes respondieron con palmaditas en la espalda, felicitaciones y un cheque generoso para compensar el buen trabajo. Pero Vázquez había dibujado solamente las esquinas de las hojas. El resto estaba en clamoroso blanco. Esta es una de las cientos de anécdotas que Aibar llevaba años recopilando y que constaban entre las conversaciones de mesa y mantel más socorridas hasta que un buen día, en conspiración con Santiago Segura, decidió hacer un biopic al estilo americano: "Uno de esos sobre personajes no ejemplares, como Ed Wood, sobre vidas curiosas", apunta Aibar.

"Habría que estudiarlo en los colegios, como a García Berlanga"

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"Era un rebelde, un ácrata que evitó en todo momento meterse en el engranaje y que sabía que la gran vida la estaban viviendo otros. El quería el televisor, pero no lo quería a plazos, lo quería ahora", explica Segura. "Yo soñaba con ser el perfecto sinvergüenza", llegó a decir el propio Vázquez.

Y por ahí va uno de los asuntos más interesantes de la película. ¿Acaso no nos gustaría a todos ser un poco como Vázquez? El tipo que se pega la vidorra, que huye de los marrones, que no paga a Hacienda, que se ríe de la autoridad. El hombre que dice "¡Ja!" a la estandarización de la felicidad.

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"Las personas a las que estafó lo recuerdan con una sonrisa"

Pero Vázquez también tuvo un enemigo, el sistema y la mediocridad, representados en el filme por el personaje de Peláez (Álex Angulo), un contable de la editorial Bruguera. Así que no todo fue diversión y estafa. "Para preparar el papel he conocido a una de sus mujeres (tuvo siete) y a cinco de sus hijos, y ahí es cuando uno se da cuenta de que detrás de esa vida que a uno le hace tanta gracia hay dramatismo y hay personas", sostiene Segura. Por eso, la película tiene un tono agridulce. "Es una comedia con luces y sombras, Óscar quería dar el reverso de la moneda", asume el actor.

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A la vez, el filme es una reivindicación. Actor y director, fans confesos del trabajo de Vázquez pero también de Ibañez (que aparece en el filme) y, en general, de la época de oro de Bruguera, apuestan por traer de vuelta una parte fundamental de la cultura española. "A Vázquez habría que estudiarlo en los colegios, como a Luis García Berlanga", se marca Segura. "Vázquez es tan cultura como Góngora o Quevedo, sólo que es una cultura más popular y más reciente".

"Mi mayor miedo fue hacer lo que hizo Vázquez y caer mal al público"

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Además, el tipo era un moderno. ¿Acaso no lo es que alguien haga un cómic sobre sí mismo incluso en la época de la Orden de 1956 que regulaba el contenido de las historietas infantiles? Así lo hizo él en los Cuentos del tío Vázquez, que era una narración de sus pequeñas estafas y que fue uno de sus personajes más populares. Ibáñez se encargaría también de contar sus timos colocándole como personaje en su popular 13 Rue del Percebe.

Seductor y canalla, para Segura lo más difícil fue dar con el tono adecuado a la hora de interpretar a un personaje, al que admira, que estuvo vivo, y al que no quería caricaturizar con pincel grueso, por mucho que la película haga guiños al mundo de las viñetas en su planteamiento estético.

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"¿Cómo se interpreta el carisma?", se pregunta Segura. "Ese era mi mayor miedo, hacer todo lo que hace Vázquez y acabar cayendo mal al público, y eso es contrario al personaje. Porque Vázquez era un tipo que caía bien. Incluso a los que estafó recuerdan las anécdotas con una sonrisa", dice Segura.

¿Todo lo contrario entonces a Torrente? "Desde luego no tienen nada en común, uno es genial, ingenioso, simpático, brillante, el otro es un vago, cerdo, y cazurro", apunta. "He disfrutado mucho con esta película. Comparado con Torrente ha sido una gozada: allí tengo que estar pendiente del 3D, de las cámaras, de que los cuatro freakies de turno hagan una actuación medianamente digna. Y además interpretar. Menos mal que a Torrente lo tengo totalmente asimilado", reconoce.

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Tanto para ÓscarAibar como para Santiago Segura ha llegado la hora de que una comedia vuelva a participar en la competición de un festival de clase A (léase Venecia, Cannes, Donosti). "En los sesenta las películas de Dino Risi y Monicelli estaban en los principales certámenes", dicen. "Espero que le encuentren algo parecido a El Gran Vázquez", concluye Aibar.

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