Este artículo se publicó hace 13 años.
Refn deja de ser de culto
El premio al mejor director en Cannes no hace más que corroborarlo. Nicolas Winding Refn es el cineasta del año. El nombre que toca descubrir, recuperar, discutir, rechazar o amar. Este danés debutó en el cine con Pusher (1996), un descenso en espiral a los submundos de la droga en Cope-nhague. Más próxima al primer Scorsese que a ese inmenso videoclip titulado Trainspotting (Danny Boyle, 1996), Pusher otorgó cierto prestigio a un novato de apenas 24 años.
Su siguiente filme, Bleeder (1999) está protagonizado por un par de amigos que encarnan las dos pulsiones que sacuden toda su filmografía: la violencia y la melancolía. Sólo por el personaje taciturno al que da vida Mads Mikkelsen (actor fetiche antes de que apareciera Ryan Gosling), una rata de videoclub fanático del cine trash y silenciosamente enamorado de una dependienta, Bleeder merecía convertirse en cinta de culto.
Es el cineasta del año, al que toca descubrir o recuperar
Pero por aquel entonces soplaban otros aires en Dinamarca. En pleno boom del Dogma 95, Refn siguió su propio camino y se convirtió, seguramente, en el único cineasta danés que no sacó tajada del invento de Lars von Trier, de quien, por cierto, su padre, Anders Refn, es montador habitual. Él prefirió llevar a cabo su primera incursión en el cine de habla inglesa.
Para alguien que pasó buena parte de su infancia y adolescencia en Nueva York, el trasplante cultural no debería haber supuesto ningún trauma. Pero Fear X (2003), producción canadiense sobre un guión original de Hubert Selby Jr. y protagonizada por John Turturro, no acabó de cuajar.
Demasiado deudora del imaginario de David Lynch, la película llevó a la bancarrota a su director, que decidió rodar un par de secuelas, o más bien spin offs, de Pusher. Superado el bache, el danés firma otros dos títulos apabullantes, ambos protagonizados por personajes fatalmente violentos.
'Bronson' (2008) y 'Valhalla Rising' (2009) eran apabullantes
Bronson (2008) es una aproximación al criminal más peligroso de Gran Bretaña concebido, tal y como dicta la posmodernidad, más como una celebrity que como un rebelde social. Contiene secuencias literalmente alucinantes como aquella en que el protagonista baila al ritmo de los Pet Shop Boys en un psiquiátrico.
Valhalla Rising (2009) anticipa al héroe noir de Drive, aquí un guerrero mudo y tuerto situado en un tiempo y espacio mitológico por el que también han transitado Werner Herzog, Terrence Malick o Albert Serra. Con Drive, el cine vibrante, cargado de pasión y con un estiloso poderío visual de Nicolas Winding Refn deja de ser, por fin, objeto de culto de sólo unos pocos.
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