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Puto Mikel: "Había actos sexuales en la antigua Roma que a nosotros se nos harían aberrantes y a la inversa"

El arqueólogo e historiador Mikel Herrán, 'Puto Mikel' publica su último libro, 'Sodomitas, vagas y maleantes'. — Planeta

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madrid, Actualizado:

"Ha habido maricones toda la historia de la humanidad", clama Paquita Salas en la homónima serie de los Javis. Sin embargo, la historia es de quien la escribe y durante siglos solo unos pocos han tenido la capacidad para hacerlo. Muchas personas han quedado fuera del relato, entre ellas, el colectivo LGTBI+, vigilado y castigado por no encajar dentro de las normas sexuales y de género.

Mikel Herrán (Zaragoza, 1991), más conocido como Puto Mikel, se define a sí mismo como "arqueólogo, borracho y mamarracho". En su canal de YouTube se dedica a hacer divulgación de la Historia con un tono irreverente, pero siempre desde el más estricto rigor. Su último libro, Sodomitas, vagas y maleantes. Historia de la España desviada de Atapuerca a Chueca (Planeta, 2024) cuenta una entretenida historia LGTBI+ de España que hace frente a los bulos y la desinformación. El autor reivindica con humor las palabras ofensivas, como maricón o desviado, para reconstruir una radiografía de la disidencia sexual a lo largo de miles de años.

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¿Había maricones en la prehistoria?

Sí. El concepto de "maricón" tiene una carga insultante y no sabemos cómo estaba ordenado, pero obviamente sí que había deseo por el mismo género y otras formas de ordenarlo. Tenemos muchas sociedades de cazadores recolectores –o sociedades no modernas– que tienen terceros, cuartos géneros... otras categorías en las que se incluye una transición de hombre a mujer o de mujer a hombre, así como categorías intermedias que podríamos abarcar como no binarias. Es indudable que en la prehistoria, que es el período más extenso de nuestra especie, ha habido de todo.

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¿Cuándo comienza el odio hacia los desviados?

Empieza con la misma palabra escrita. Está muy asociado a las desigualdades sociales que aparecen en los primeros estados. Si pensamos en Mesopotamia o en el Antiguo Egipto, ya había concepciones de cómo tenía que ser el sexo aceptable y normalmente abarcaba lo que venía a ser el control de la reproducción, ya sea a través de la familia, del matrimonio o del control de la sexualidad femenina. Esos son algunos de los factores que facilitan que se entienda que el sexo tiene que ser una manera y no de otra. Por tanto, a los que no quieren o no pueden encajar en esa norma se les llama desviados.

¿Es incorrecto hablar del colectivo LGTBI+ antes del siglo XIX?

Bastante. Yo considero que hay que utilizar las categorías que se usaban en cada época, precisamente porque nos ayuda a entender que las identidades son algo que ha cambiado con el tiempo. Las formas de ordenar la sexualidad y el género han sido cambiantes. Podemos hablar más de prácticas, como travestismo, sodomía y otros términos sí que han tenido mucho más tránsito que han sido precisamente los términos insultantes, como maricón o tríbada para las lesbianas. Esos términos insultantes son los que solemos encontrar a lo largo de toda la historia.

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"Las identidades son algo que ha cambiado con el tiempo"

Pero si hablamos de lesbianas, gays o bisexuales, pensando en la antigua Roma o la antigua Grecia, pasamos a no entender cómo era la sexualidad del mundo antiguo, que no tenía nada que ver con cómo entendemos la sexualidad hoy en día. Había actos en la antigua Roma que a nosotros se nos harían aberrantes, pero para ellos eran aceptables, y a la inversa.

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¿Cómo ayuda a la sociedad el estudio de la Historia desde una perspectiva 'queer'?

Ayuda a desmontar muchos de los sesgos que aportamos muchas veces como investigadores. La perspectiva queer o feminista intenta que nos cuestionemos esos sesgos que tenemos como hábitos esenciales, como cosas que son y siempre han sido así. Apoyándose en toda esa genealogía feminista, la perspectiva queer nos ayuda a desmarcarnos de estos sesgos, que muchas veces transportamos al pasado sin darnos cuenta en el estudio de la historia –aunque yo creo que se puede aplicar a muchos otros ámbitos–.

"La perspectiva 'queer' sirve para desafiar preconcepciones, como ya desafió la arqueología feminista"

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En el estudio de la historia, [la perspectiva queer] sirve para desafiar preconcepciones, como ya desafió la arqueología feminista. Por ejemplo, la idea de que los hombres cazan y las mujeres recolectan. Nos sirve para ir un poco más allá y ver cómo se ha configurado el género en distintas sociedades y que no hay nada esencial a nuestros ordenamientos del sexo, la sexualidad del género, la familia... Hay una diversidad que tenemos que explorar sin transportar nuestros esquemas al pasado.

En tu libro señalas que mientras unas presencias se asumen, otras se tienen que demostrar.

El sujeto neutro o estándar de la historia se ha considerado tradicionalmente un hombre adulto de cierto color de piel. Y esto se ha tenido que demostrar, por ejemplo, si encontramos fósiles: muchas veces se les ha leído como machos. Si estamos hablando de Australopithecus, Homo Heidelbergensis o cualquier otra especie antes de la nuestra, se les leía como machos, aunque no hubiese ninguna forma de sexarlos. Si nos vamos a la prehistoria más reciente,
los hombres siempre aparecían haciendo todo tipo de actividades y las mujeres, en cambio, aparecían simplemente en la casa o en la cueva, cuidando de los niños y el fuego. Pero las actividades que tienen un mayor registro arqueológico y que, por tanto, vemos más –como el arte– casi siempre se asociaba a lo masculino cuando realmente no es así.

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¿Cómo recibe el mundo universitario y académico la inclusión de sujetos oprimidos dentro de la investigación?

Hay resistencias como en todos lados, pero realmente yo creo que en parte es en la Academia [ese mundo universitario y académico] donde se ha impulsado la inclusión de perspectivas feministas y queer. Y esto ha permitido estudiar el pasado desde otras perspectivas, que también son necesarias. Yo creo que muchos académicos se han dado cuenta de que nos ayuda a completar el registro.

Es verdad que hay resistencias porque algunos consideran que esto puede ser una inclusión forzada o un movimiento moderno o algo así, pero por lo general hay muchas académicas que están muy por la labor y de hecho han movido la investigación hacia adelante. Lo que yo escribo en el libro no lo hubiese podido decir si no hubiese habido precisamente esas investigaciones.

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Defiendes que la liberación sexual debe atacar la propia raíz. ¿Cuál es esa raíz?

La raíz más evidente es el patriarcado. Gran parte de lo que hoy llamamos homofobia se basa no tanto en un odio al acto sexual, sino en una consideración de que los homosexuales, los maricones, no están cumpliendo con el mandato del género. A la lesbiana no se le consideraba mujer de verdad porque no se acomodaba al esquema de casarse y tener hijos y su valor como mujer, por tanto, desaparecía. Y al maricón tampoco se le consideraba un hombre porque se estaba devaluando y renunciando a su masculinidad al comportarse de formas "feminizadas", entendido desde una óptica patriarcal.

"El patriarcado está en la raíz de todos los ataques contra la comunidad LGTBI+"

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El patriarcado es el hilo conductor que tenemos: qué comportamientos sexuales y de género se perseguían en la antigua Roma, luego en la Edad Media, luego en la Edad Moderna... Ese es el hilo conductor. Y tiene mucho más que ver con el género y los mandatos de la masculinidad imperante, como un sistema que pone una jerarquía y oprime a la mitad de la población. Otro tipo de actitudes sí que van cambiando con el tiempo, pero es el patriarcado lo que está en la raíz de todos estos ataques contra la comunidad LGTBI+.

¿Cuál es la relación del movimiento LGTBI+ con el feminismo?

Creo que deberían luchar en conjunto. La lucha feminista debe incluir la lucha LGTBI+ y viceversa. No se puede entender la una sin la otra porque es el sistema de género, en tanto que mecanismo de opresión, el que ha creado todos estos monstruos que llamamos homofobia, transfobia, lesbofobia... en sus distintas vertientes. Si no nos unimos para luchar y reivindicar la liberación, no vamos a conseguir nada.

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En el libro mencionas varios personajes desviados en la Historia de España. ¿Cuál es tu favorito?

Siempre me gusta hablar de Eleno de Céspedes. No podemos saber su identidad, aunque puede haber lecturas trans. Nace mujer, se casa, tiene un hijo, el marido los abandona y decide vestirse como hombre e integrarse en el Ejército. Luego va a estudiar para ser cirujano. Llega a operar en la corte de Felipe II. Se casa otra vez. No tenía barba y se rumoreaba que era capón –que estaba castrado–, así que los médicos lo examinan, pero no ven nada y le dan la aprobación para el casamiento. Después, un antiguo compañero del Ejército le reconoce y señala que esta persona es una mujer y ya está casada. La Inquisición abre un proceso. Los médicos le inspeccionan otra vez y, si bien los anteriores habían dicho que tenía pene y testículos, estos declaran que tiene una vagina. Ella –o él– dice que el pene se le ha caído en algún punto.

¿Cómo leemos a este personaje?

Están las lecturas intersexuales, también las lecturas de que, como era cirujano, se había hecho algún tipo de operación para aparentar tener aparatos genitales masculinos. La Inquisición la condena, no por el travestismo, sino por bigamia, y le obligan a vivir como mujer, así que se convierte en la primera cirujana con formación de la historia de Europa.

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A parte, debemos tener en cuenta que Eleno de Céspedes era mulata. Era la hija de un español y una esclava. Toda su vida se maneja en toda esta liminalidad entre hombre-mujer y blanco-negro. Su vivencia y cómo se enfrenta a la Inquisición manifiesta muchos de los mecanismos que la gente seguía para huir de las normas y moverse en un entorno que era bastante restrictivo.

La vida de Céspedes contrasta con la de Erauso, una figura menos castigada. No todos los sujetos sufren la opresión del mismo modo.

Catalina/Antonio de Erauso es una figura que pertenecía a una buena familia. Cuando vive con el nombre de Antonio, ingresa en el Ejército y llega al cargo de alférez y ya cuenta con una red de contactos. Lo que pasó es que estaba sirviendo al Ejército y se entendía que estaba haciendo un buen servicio. Había sido soldado durante mucho tiempo, luchando en las guerras coloniales en lo que hoy es Chile, por lo que era un buen hombre del Ejército de España y la monarquía católica. Por otro lado, nunca perdió la virginidad, que es lo primero que pregunta el obispo cuando le confiesa que es una mujer huida del convento. La preocupación era que hubiese utilizado el travestismo para saltarse las normas. Erauso se amoldó a las normas. Las torció un poco, pero no las transgredió. El papa incluso le llega a dar permiso para vestir el traje de hombre, precisamente por esa vinculación con el Ejército, por ese linaje familiar que tenía y por haber respetado las normas sexuales.

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"El travestismo es mucho más castigado al otro lado del Atlántico"

El travestismo es mucho más castigado al otro lado del Atlántico. Cada vez que vemos casos en los que se sanciona el travestismo, las personas o bien eran negras, o bien eran mixtas o racializadas de algún tipo, mientras que en Europa el travestismo como tal no estaba perseguido. Entonces [la comparación entre Céspedes y Erauso] da cuenta del papel que tenía la construcción de la raza junto con la construcción de la desviación sexual.

¿Qué particularidades tiene la historia de los desviados en España?

El contexto geográfico de España sigue unas pautas muy parecidas a lo que se ve en otros países de la Europa occidental, sobre todo si nos fijamos desde la Edad Moderna hasta ahora. Cuando se medicaliza y patologiza la homosexualidad en Alemania, rápidamente se trasplanta aquí. El período de entreguerras es de mayor relax en cuanto a persecuciones y también se ve aquí con la Edad de Plata, y cuando llega el franquismo, se ve la represión. Esta sí se prolonga un poco más que en el resto de países de Europa, donde se van relajando esas normas.

"En España los procesos inquisitoriales y los procesos de vigilancia son mucho más severos"

La particularidad se ve en el poder que tuvo la Inquisición, sobre todo en la Corona de Aragón, que es donde tenía el la potestad sobre los casos de sodomía. No solo regula los cuerpos –como podemos ver en Francia o en Inglaterra–, sino que los procesos inquisitoriales y los procesos de vigilancia son mucho más severos. La Inquisición crea en la península ibérica una pedagogía del miedo, de autocontrolarte porque tus vecinos te pueden denunciar. Esto también pasa en Alemania con las cazas de brujas, pero que aquí se hace de forma menos flagrante o violenta y de forma mucho más continua y permanente.

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