Este artículo se publicó hace 2 años.
La princesa salva al pueblo o cómo cambia la historia
La leyenda de Sant Jordi tal y como la conocemos evoluciona y adopta nuevas perspectivas: elimina la sangre del dragón en favor de la palabra y la princesa ya no necesita príncipes.
Mar Suy
Barcelona-
El dragón, el caballero, la princesa y la sangre de donde nacen las rosas componen el retrato de la leyenda de Sant Jordi, un relato que cada 23 de abril vuelve a hacerse presente entre pequeños y mayores, de forma especialmente intensa en toda Catalunya, en forma de representaciones artísticas de todo tipo y editada en formato de cuentos infantiles.
Desde hace poco más de una semana, las librerías se llenan de leyendas de Sant Jordi de todos los colores para los pequeños y de personas que van arriba y abajo cargadas de libros para regalar en el día del libro y la rosa. Leyendas en plural, porque se puede encontrar la versión más clásica pero también otras más evolucionadas y con nuevas perspectivas en las que entre otras cosas la princesa ni es débil ni necesita un príncipe protector.
La historia de Sant Jordi data del año 303
La historia de Sant Jordi data del año 303, pero no es hasta las inmediaciones del siglo XIII, con la Leyenda áurea que difundió Jacopo de Varazze, que se difunde de la manera tal y como la hemos escuchado hasta el día de hoy, aunque le faltan algunos detalles.
Aunque no es el único municipio que se presenta como cuna de la legendaria hazaña de Sant Jordi con el dragón, Montblanc es quien se ha convertido en el escenario indiscutible con su representación, protagonizada por los vecinos y vecinas de este pueblecito de la provincia de Tarragona con sus imponentes murallas.
De tradición oral y conocida desde hace largos años, la historia narra cómo un caballero salva a la princesa del pueblo de ser zampada por un dragón enfurecido que devoraba personas y rebaños enteros de ganado. Se explica que los aldeanos de este pueblecito vivían atemorizados por la amenaza de ser tragados por el gran dragón feroz. Una vez acabados los animales el dragón exigía más comida para no reducir a cenizas todo el pueblo. Y el rey decidió sacrificar uno de los vecinos que sería entregado a la fiera y para lo cual se organizó un sorteo. De este modo, el azar dictaría quien debía ser entregado al dragón para que el resto de aldeanos pudieran vivir. Contra la voluntad del monarca su hija decidió incluirse en el sorteo como una más y la princesa salió escogida. Cuando ya estaba a punto de caer en las garras del dragón, un caballero sobre un caballo blanco, de nombre Jordi, clavó su espada a la bestia y la dejó muerta. De la sangre que brotaba, nació un rosal de donde el caballero recogió una rosa que ofreció a la princesa.
Con los años, la historia ha perdido matices, al tiempo que ha ganado nuevas versiones adaptadas a los nuevos tiempos
Con los años, la historia ha perdido matices, al tiempo que ha ganado nuevas versiones adaptadas a los nuevos tiempos. De hecho, la librera de la librería Al·lots, Paula Jarrin, expresa que inicialmente la lectura simbólica última de la leyenda contraponía el estado y la iglesia, ya que entonces había que justificar toda la historia. "El caballero salva una ciudad que todavía no se había convertido al cristianismo, y una vez muerto el dragón, todos los habitantes, incluidos el rey y la princesa, se adhieren al mundo cristiano", expone, y sigue: "y eso ahora ha desaparecido".
Un nuevo paradigma
Si bien la relación estado-iglesia ha ido perdiendo peso en la historia y el foco se pone ahora en el caballero que salva a la princesa, en los últimos años ha habido una tendencia creciente de autores que cambian la historia para librarla de distintos estereotipos y adaptarla al siglo XXI. Algunos han optado por hacer que la princesa fuera quien se salvaba a sí misma, y otros se han decantado por eliminar las armas y la sangre y salvar al pueblo haciendo uso de la palabra y los libros.
Algunas editoriales como La Galera han publicado libros como Santa Jordina, de Inés Macpherson e ilustrado por Pilarín Bayés, que trata de una chica dispuesta a salvar al pueblo eliminando al dragón. Nadie confía en ella pero tiene las ideas claras. Cuando se acerca, se da cuenta de que el dragón está en manos de un domador, lo libera y salva así a todos los aldeanos.
Por otra parte, la editorial Amsterdam Llibres también publicó un cuento diferente: La revolta de Santa Jordina, de David Fernández y Marta Puig 'Lyona', una historia sin grandes caballeros, donde el pueblo salva al pueblo y en lugar de clavar la espada al dragón, le arrojan libros para que se forme y culturice.
Cada vez son más los autores que adecuan la historia a los tiempos actuales
Cada vez son más los autores que adecuan la historia a los tiempos actuales. De hecho, este pasado marzo, Montserrat Ten publicó un nuevo relato, El Drac Golafre (El dragón glotón), que resuelve el conflicto a través del diálogo y hace uso de la palabra para calmar al dragón de este deseo insaciable de devorar a las personas: la princesa Hermínia le convence para que coma otros alimentos y de este modo, el pueblo no pierde más habitantes.
En este sentido, existe una evolución hacia un nuevo discurso, más deconstruido. Montserrat Ribas, profesora de análisis del discurso en la Universidad Pompeu Fabra y activista feminista, señala que muchas narrativas, como la de Sant Jordi, "reproducen patrones patriarcales y androcéntricos" y cambiarlas significa "cambiar marcos mentales". Considera que el conflicto radica más allá de la cuestión de los roles de género de las historias y que "hay que estudiar si realmente queremos seguir transmitiendo a las nuevas generaciones esta estructura guerrera y las figuras heroicas que nacen del patriarcado" Así, propone reformular toda la narrativa desde otras perspectivas para entender el mundo "desde posiciones más solidarias, compartiendo protagonismos, más colaboración entre los personajes y explicar quiénes son y de dónde provienen".
Fieles a la versión clásica
La clientela es fiel a la leyenda de tradición oral y llegan a las librerías pidiendo la opción de siempre. Sin embargo, poco a poco las nuevas narrativas ganan adeptos. Desde la librería Fabre determinan que ahora se busca también "una leyenda sin sangre ni espadas, que no mate al dragón". La librería Ona comparte la experiencia y añade que "los padres están más concienciados y buscan libros más deconstruidos". Sin embargo, destacan que la leyenda típica y los cuentos tradicionales son los que tienen más éxito.
Jarrin, de Al·lots, considera que los cuentos y leyendas tradicionales "no deberían perderse", sino que "hay cabida" tanto para las de tradición oral como para aquellas que van más allá. De hecho, pone de manifiesto la capacidad de los niños de distinguir la ficción de la realidad y reivindica que "en el mundo de la ficción todo es posible, siempre que se contextualice".
Desde las librerías coinciden en que todos los libros son hijos de un momento concreto y reflejan los valores de una época
Desde las tres librerías coinciden en que todos los libros son hijos de un momento concreto y reflejan los valores de una época. En este contexto, Ribas añade que cada narrativa se sitúa en un momento histórico y que sólo es necesario no validar en el siglo XXI estas historias pasadas. "Debemos introducir miradas críticas a través de la educación y promover un cambio de narrativas para no generar sesgos que estigmatizan a muchos colectivos", explica.
Desde la librería Fabre señalan que este cambio de discurso está cada vez más presente: "los libros son más explícitos, con más perspectivas de género, más largos e introducen temas que hasta hace poco tiempo eran tabú", comentan. Según Jarrin, es necesario esperar tres o cuatro años para determinar si estas nuevas narrativas han venido para quedarse y saber cómo ha cambiado la historia.
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