Prepublicación: Así trajo el pueblo la Segunda República
’14 de abril. Crónica del día en que España amaneció republicana’ (Catarata), del periodista Vicente Clavero, narra los detalles de la movilización ciudadana que dio el último empujón a la Monarquía de Alfonso XIII.
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MADRID.- La proclamación de la Segunda República, sólo dos días después del éxito de quienes la propugnaban en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, fue un logro del pueblo. Sin su empuje, sin su presencia masiva en las calles en las horas posteriores a aquellos comicios, los acontecimientos no se hubieran desarrollado, como mínimo, de una forma tan rápida y contundente.
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Reproducimos a continuación un pasaje del libro, correspondiente a las horas centrales de aquella jornada.
“La Casa del Pueblo [de Madrid] era un hervidero de gente que acudía a recabar información. El optimismo subió de tono a medida que se fueron recibiendo las noticias que aludían a la proclamación de la República en Éibar, en algunos municipios de Almería y en Oviedo, donde los concejales de la conjunción [republicano-socialista] habían hecho ondear la bandera tricolor en el Ayuntamiento con la ayuda de los bomberos.
La reunión duró hora y media y, al terminar, [los dirigentes socialistas] Largo Caballero y De los Ríos se marcharon a toda prisa hacia la casa de Maura, aunque antes de hacerlo intentaron transmitir a los periodistas un mensaje de serenidad. “Hoy la clase obrera tiene que demostrar más que nunca disciplina y organización para dar pruebas de su capacidad”, manifestó De los Ríos. Largo Caballero pidió que no se acatasen otras órdenes que las que emanaran de la organización. Su temor a que la situación se les escapase de las manos era más que evidente, y quedó corroborado en la nota que las dos ejecutivas facilitaron sobre el contenido de la reunión.
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La noticia había sido acogida en la sala de aparatos entre aclamaciones del personal, que paró durante media hora para celebrarlo. El jefe del centro y el subdirector del Cuerpo no lograron retirar las sacas de las ventanas, pero sí que se reanudara el trabajo transcurridos los primeros momentos de entusias-mo. Eso no impidió que en torno a la fachada del Palacio de Comunicaciones que da a la plaza de Cibeles se agruparan muchas personas que anhelaban saber qué estaba pasando en otros puntos de España.