Este artículo se publicó hace 14 años.
"De pequeña quería ser monja o estrella del cine. Sigo fiel a estos dos extremos"
La directora de cine francesa Agnès Jaoui se convierte esta noche en cantante con concierto de música latino
Actriz y directora de cine afamada en Francia, Agnès Jaoui (Antony, 1964) siempre interpreta a una mujer superada por la ambición, como en su última película, Háblame de la lluvia. Su cine observa y critica los bloques sociales de un modelo republicano que ya no funciona. Jaoui, que recibió ayer un homenaje en la Filmoteca de Madrid, oculta otro yo; más concretamente una voz de cantante. Cuando sube al escenario, la Jaoui música abandona toda reivindicación social y se deja llevar por los ritmos de Cuba y de bossa nova.
"No tenía ninguna afinidad con Cuba, ni con América Latina o con España. Y fui a La Habana por primera vez hace 13 años, en invierno. Buscaba sol y playa, como todo el mundo, y encontré otra cosa", explicó ayer Jaoui, de visita por Madrid, donde da un concierto esta noche en la Sala Galileo Galilei. Antes de dedicarse al cine, la directora se formó en el Conservatorio de París y desde entonces, aunque fuera a escondidas, nunca dejó de cantar: "Daba recitales en iglesias con un seudónimo, pero ya no quiero hacer eso ahora".
Jaoui quiere asumir todos los aspectos de su personalidad. "En el escenario, bailo, me muevo, la gente descubre a otra Agnès", dice. En sus películas, siempre interpreta a mujeres intelectuales "nada sexy, que siempre hablan, que son pesadas". Confiesa incluso ser "bastante depresiva" fuera de la pantalla. Jaoui habla de sus "vidas paralelas" con la libertad que le dio la fama -"me encanta cambiar de género", asegura-. Cuando era pequeña, quería ser monja o estrella de cine surmediatizada. Sigo fiel a estos dos extremos", lanza.
Hija de un inmigrante tunecino judío, Jaoui rechaza la cerrazón ideológica o el concepto de gueto: "No soy practicante, pero lo que aprendí del judaísmo es la cultura de la minoría. Todo lo que se parece a un gueto, que sea de ricos o de pobres, me da grima". Porque, según ella, sin movimiento las tradiciones se mueren. "Mire por ejemplo, el flamenco y el fado, le gente pensaba que iban a morir. Gracias a la introducción de nuevos instrumentos y de otras influencias, han sobrevivido. Es lo mismo para las culturas o las civilizaciones, si no hay intercambios, se mueren", sentencia la directora.
Cuando es música, Agnès Jaoui deja de hablar de política. De su viaje a Cuba, ha traído a músicos y sonidos que expresan su nostalgia y la de los cubanos. Pero no quiere expresarse sobre la situación actual en la isla, porque "si hablo demasiado, no podré volver". Tiene claro que quiere hacer lo que le da la gana: "Tengo un montón de sueños. Echo de menos la escritura, es lo más importante para mí, aunque ya no tengo la necesidad como antes de ser reconocida".
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