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'Silent Land' retrata la bancarrota emocional del mundo a través de la tragedia de Lampedusa

La ópera prima de la directora la polaca Agnieszka Woszczynska repasa las distintas formas de racismo que recorren el mundo, la pasividad de los países ricos y denuncia el cierre de fronteras.

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Una secuencia de la película 'Silent Land'. — Reverso Films

madrid, Actualizado:

"Sí, somos malas personas". Nos engañamos diciéndonos que no somos nosotros los que matamos a las miles de personas que mueren huyendo de sus países, intentando llegar a lugares más seguros, luchando por sobrevivir. Pierden la vida en nuestras costas, al lado de nuestras casas, mientras nosotros cerramos los ojos, intentando no verles, instalándonos a menudo en una cínica indiferencia. Pero "¿qué tiene que pasar para que abramos los ojos y los oídos... y las fronteras?"

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"No somos malas personas", dice Anna. "Sí, somos malas personas", contesta Adam. Ellos son la pareja perfecta, un par de polacos ricos de vacaciones en una maravillosa casa en Cerdeña. Pero la realidad no está a la altura de sus expectativas, la piscina de la casa no funciona y piden que la arreglen, aun sabiendo que el lugar sufre sequía.

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Un trabajador, emigrante, invade entonces su tranquilidad y su seguridad, hasta que tiene lugar un accidente que hará emerger el lado más oscuro de su relación. Ellos son nuestro reflejo, los personajes principales de Silent Land, la ópera prima de la directora polaca Agnieszka Woszczynska, con la que denuncia la negación, la insensibilidad, la pasividad y el racismo cómodamente asentados en el mundo y se pregunta por el abismo de culpa.

Descomposición del mudo rico

El 3 de octubre de 2013, 368 personas murieron intentando llegar a la costa de Lampedusa. La respuesta de la Unión Europea fue, siendo benévolos, escasa. La "vergüenza" de Lampedusa motivó a esta joven cineasta, que comenzó a escribir el guion de su primer largometraje, relato de la desintegración de una pareja que sirve de alegoría a la descomposición del mundo capitalista rico.

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Premio FIPRESCI de la crítica internacional en el Festival de Tessalònica, la película recogió unas críticas extraordinarias tras su paso por Toronto. El profundo compromiso, un excelente trabajo de sonido, una atmósfera próxima al cine de Antonioni, un relato que congela al espectador, un dominio perfecto del ambiente emocional, se lo merecen.

Estrategia de supervivencia

Dobromir Dymecki y Agnieszka Zulewska, los actores principales, son una pareja impecable. Altos, rubios, con cuerpos atléticos, ricos, con estilo, obsesos del orden y de la limpieza. Tienen todo bajo control en una rutina "perfecta", corren por las mañanas, comen refinadamente, extienden sin una arruga sus toallas, mantienen en orden incluso el sexo, repetitivo y aburrido. Con ellos hay, en palabras de la directora, "una sensación de anhedonia en todo lo que hacen", son incapaces de sentir placer.

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Son personas en "bancarrota emocional" que sirven de espejo a la vida que conocemos en los países ricos del planeta. Y, como declaró la cineasta a Eyeforfilm, "no deberíamos hablar solo de Europa, sino del mundo. La película está ambientada en Italia por dos razones: por los inmigrantes que han venido de muy cerca de Italia, y porque simplemente amo Italia, y quiero pasar el resto de mi vida allí. Mi razón principal para escribir el guion fueron los inmigrantes, la tragedia y lo pasivos que somos nosotros, cómo nos centramos en nosotros mismos y en nuestra propia conveniencia. Esta es nuestra estrategia de supervivencia, para ser felices y no ver nada de lo que nos rodea. Y eso es Europa, y no solo Europa".

"Una cámara alienada"

Tomas largas, cámara fija, sin apenas primeros planos, la directora observa a sus personajes, permite que sucedan cosas más allá de lo que muestra en la pantalla, creando de esta forma tensión en el espectador, incapaz de acercarse a esta pareja, imposible mirarles a los ojos, es, igual que el mundo que retrata, "una cámara alienada, porque todo esto es sobre la alienación, no solo entre nosotros, sino del mundo".

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Es una mirada desde la distancia a la ausencia de emociones, la misma que empleamos en la vida para que no se desgaste nuestro "privilegio". Mirando de lejos, apreciamos el orden, la belleza del paisaje, la limpieza, si nos acercáramos a la crueldad, a la violencia, al dolor de millones de personas, la falsa armonía en la que estamos se quebraría irremediablemente y para siempre.

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