La ‘patada en el culo’ más celebrada de Francia
"Los gordos capitalistas"
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MADRID.- “¡Lárgate, rico imbécil!”, tituló a toda página el diario Liberation cuando se conoció que Bernard Arnault, la mayor fortuna de Francia, había pedido la nacionalidad belga después de enviar casi todos sus millones al país vecino. Dueño de LVMH, que reúne algunas de las firmas más lujosas del mundo, y responsable del desmantelamiento de decenas de fábricas y del despido de miles de personas, este multimillonario, un tipo altanero y despectivo, jamás hubiera imaginado que un pequeño grupo de trabajadores y delegados sindicales con un periodista al frente iba a destapar sus vergüenzas. ¡Gracias, jefe!, la película de François Ruffin, es la historia de esta lucha victoriosa contra el ultracapitalismo y la injusticia. Y es también la ‘patada en el culo’ más celebrada de Francia.
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"Los gordos capitalistas"
¡Gracias, jefe! sigue la pista de los desmanes de Bernard Arnault, propietario de LVMH, multinacional a la que pertenecen las firmas más lujosas del mundo de la moda —Dior, Louis Vuitton, Kenzo, Celine y Marc Jacobs—. Con una fortuna que supera los 30.000 millones de dólares, Bernard Arnault es uno de los hombres más ricos del mundo. Compró el grupo Boussac Saint-Frères y lo desmanteló, despidió a 8.000 trabajadores, se quedó con Dior y a partir de ahí creó su imperio del lujo.
"Diálogo social de combate"
Acompañado por Marie-Hélene Bourlard, representante sindical también despedida por Arnault —“estoy enfadada a muerte”—, François Ruffin organiza con los Klur un plan para que el multimillonario les pague el dinero que deben al banco y les dé un trabajo con el que vivir tranquilamente. La primera intentona, comprar una acción del grupo para poder asistir a la Asamblea General de la multinacional y establecer un “diálogo social de combate”, no funciona. Nadie desiste. Lo siguiente, diseñar, como si se tratara del atraco al Banque de France, una estrategia para acceder a los responsables de la empresa.
Mejillones con patatas fritas
Dedicada “a todas las Marie-Hélene”, el final de la película es un intento de Ruffin de entregar como obsequio a Bernard Arnault, una cazuela de mejillones con patatas fritas, plato típico en Bélgica. “Me planteé lo siguiente: ¿aunque tratemos como cotidianos estos dramas sociales, cómo nos volvemos a movilizar y hacer que se movilicen a los demás? ¿cómo continuamos teniendo ese sentimiento revolucionario aunque estos cierres se hayan convertido en algo habitual? Acordándome de los trabajos de Michael Moore, me pareció que el humor, que lleva mucho tiempo formando parte de mi trabajo, podría ser una vía a explorar”, explica en una entrevista concedida en Francia este periodista, quien, además de fundador de la revista de izquierdas Fakir, escribe para Le Monde Diplomatique, ganó reconocimiento con su libro ‘Les petits soldats du journalisme’ y sigue en la brecha cubriendo y denunciando, como ha hecho los últimos 16 años, el cierre de fábricas en su país.