Este artículo se publicó hace 2 años.
Paco Plaza: "Deberíamos ser castigados por haber abandonado a los ancianos"
El cineasta revela en clave de terror en 'La abuela' los miedos a perder la juventud y a la muerte, al tiempo que se pregunta por la responsabilidad que tenemos en el cuidado de nuestros mayores. Cine oscuro y claustrofóbico, donde el horror nace de lo más próximo.
Madrid-Actualizado a
Una tía abuela con Alzheimer, una mujer siempre activa y decidida que, de pronto, parece una persona diferente; demasiado tiempo en geriátricos, en el rodaje de Quien a hierro mata, y, finalmente, la tragedia de las muertes de ancianos en las residencias durante el primer año de la pandemia pusieron a funcionar la cabeza y el corazón del cineasta Paco Plaza. El resultado de las preguntas que se hizo y de los terrores que le asaltaron es La abuela, cine de terror oscuro, claustrofóbico y, a ratos, sobrecogedor.
La película, con un rodaje impecable, y protagonizada por la veterana Vera Valdez y por Almudena Amor, se mueve en círculos cada vez más pequeños, encerrando terrores universales. El miedo a envejecer, a perder la belleza, a la muerte… y el temor a perder la propia vida por la obligación de atender la de nuestros ancianos van concentrándose en esta historia que estalla en la familia y en el concepto de herencia. Paco Plaza habló con Público de este trabajo, con el que compitió por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián.
La abuela comienza cuando Susana tiene que dejar su vida en París, donde trabaja como modelo, para regresar a Madrid a cuida de su abuela Pilar, que acaba de sufrir un derrame cerebral. Esta mujer fue la que crio a Susana cuando sus padres murieron y ahora debe ocuparse de ella.
¿Cuál es el germen de esta historia?
El germen es una tía abuela con Alzheimer. Era una mujer muy activa, que había montado un colegio infantil y de pronto se convirtió en una cascarita vacía, yo pensaba que esa persona no era ella. Empecé a pensar en hacer una película de terror sobre esto, un tema que me llegó ya con Quien a hierro mata, porque pasé mucho tiempo en geriátricos. Me imaginé una película de terror de estos geriátricos, de posesiones, pero donde el demonio es la vejez. Los ancianos están poseídos por la vejez. Eso me llevó a pensar en la demonización social de la vejez, la exaltación de la juventud y de la belleza. En nuestra sociedad envejecer es maligno. Es como si el rastro de la edad fuera pecado.
La abuela y la nieta de su película, vejez y juventud ¿es una especie de pulso?
Era algo que quería hacer, contraponer vejez y juventud, como un juego de espejos, la mujer joven que ve en su abuela a lo que ella misma va a llegar y la vieja que quiere ser joven. Y ese era el tema, los cimientos de la película, y quería usar el artefacto de la brujería como medio de esa mujer para intentar ser joven.
Ahí aparece el tema de la herencia y la familia…
Sí, empecé a pensar en ello cuando me di cuenta de que yo digo y hago ya cosas de mi padre. Dentro de ti están todos los que te han precedido. Lo aterrador es que el elemento de peligro venga de la madre o de la abuela.
Bueno, hoy algunos se merecerían cierta venganza por los ancianos abandonados, ¿no?
Desde luego, deberíamos ser castigados por el olvido al que hemos sometido a los ancianos, por abandonarlos. Por eso, ahora yo siento a la abuela como una vengadora contra una sociedad que la ha marginado.
Los ancianos muertos en la pandemia ¿Cómo han cambiado la película?
La historia con la pandemia ha adquirido una amargura y una tristeza que no tenía originalmente. Hace tres años, la película se veía de una forma un poco más festiva. Ahora hay un poso de tristeza que sale de esa conversación del diálogo de la película con la realidad.
Ha hablado de juventud, pero esta abuela también busca la belleza.
Y creo que ese es el mal. Todos vivimos sometidos a la presión de ser jóvenes y guapos, sobre todo las mujeres. Es una presión mayor para las mujeres que para los hombres, y ésta, al fin y al cabo, es una historia de brujas con personajes femeninos.
La abuela es protagonista, pero ni siquiera habla, ¿por qué?
La idea es que la abuela fuera un enigma, que dudáramos si ella está o no fingiéndolo todo. Solo tiene pequeñas reacciones. Es como la niña que se porta mal, pero que sabe que no la pueden reñir.
¿Pero es que tenemos derecho a reñir a los abuelos?
…bueno, la chica se siente muy culpable si no la cuida y todos nos identificamos con ello. Pero ahí hay también un abuso de poder consciente por parte de la abuela. En esta historia la nieta se fue a los 18 años y hubo algo instintivo al intentar escapar de esa casa. Hay una especie de amnesia infantil, no recuerda nada de su infancia. Ha sido víctima de un encantamiento que le ha nublado la mente.
Se escapa y se mete en el mundo de la moda, la industria de lo fugaz ¿hay un intento de denuncia del mundo de los efímero e inmediato?
Sí. La inmediatez, la fugacidad… si no estás aquí, habrá otra persona que hará lo que tú no haces. Ella trabaja en la industria de la fugacidad. En ella todos están sometidos a la presión de que no aparezca alguien más guapo, más joven, más talentos, más cualquier cosa. La cuestión de que sea modelo es una metáfora evidente, pero eso, en cierto modo, nos pasa a todos en cualquier profesión. Tengo que cuidar a mi abuela, pero el tren de la vida se me está escapando.
Y esa fugacidad en el cine ¿Cómo se traduce?
Vivimos un momento de afán de la novedad y cada dos días aparecen obras maestras. Es un mundo polarizado en extremos y muy fugaz, con la necesidad constante de nuevos bombazos. Eso anula la reflexión y provoca la inmediatez de emitir juicios. Se sustituye el análisis reposado por el latigazo.
Y el joven concepto de ‘terror elevado’ ¿tiene algo que ver con esa necesidad de la que habla?
Creo que terror elevado, que se emplea para hablar de películas como El exorcista o La semilla del diablo, es casi una etiqueta para legitimar que nos gustan las películas de terror. Es cierto que hay una vertiente del cine de terror en los últimos años que limita con el cine de autor, con un cine más exigente y un terror menos festivo que el de los 80 o los 90. En mi caso, me parece que La abuela enlaza más con un terror clásico de los 60 o 70 que con el contemporáneo. También de ahí la decisión de rodar en 35 mm. para darle el poso de cine clásico, que es lo que aspirábamos con la película.
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